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feria
Relacionado con: feria
„Era hermoso jinete,y ahora montón de nieve.Corrió ferias y montesy brazos de mujeres.Ahora, musgo de nochele corona la frente“
„¿No habéis advertido, garzas de mal augurio, que el ingenio es la mercancía más corriente que se encuentra en la feria de los hombres?… El ingenio, idiotas míos, corre por las calles, llena las casas, inunda los libros, fluye de todas las bocas, rebosa en todas las tabernas… Hasta quienes nada tienen tienen ingenio. Hasta los políticos. Hasta los periodistas… El ingenio no es más que el grado sublime de la mediocridad.“
„»En verdad, querida, me molestáis sin tasa y compasión; diríase, al oíros suspirar, que padecéis más que las espigadoras sexagenarias y las viejas pordioseras que van recogiendo mendrugos de pan a las puertas de las tabernas.»Si vuestros suspiros expresaran siquiera remordimiento, algún honor os harían; pero no traducen sino la saciedad del bienestar y el agobio del descanso. Y, además, no cesáis de verteros en palabras inútiles: ¡Quiéreme! ¡Lo necesito «tanto»! ¡Consuélame por aquí, acaríciame por «allá»! Mirad: voy a intentar curaros; quizá por dos sueldos encontremos el modo, en mitad de una fiesta y sin alejarnos mucho.»Contemplemos bien, os lo ruego, esta sólida jaula de hierro tras de la cual se agita, aullando como un condenado, sacudiendo los barrotes como un orangután exasperado por el destierro, imitando a la perfección ya los brincos circulares del tigre, ya los estúpidos balanceos del oso blanco, ese monstruo hirsuto cuya forma imita asaz vagamente la vuestra.»Ese monstruo es un animal de aquéllos a quienes se suelen llamar “¡ángel mío!”, es decir, una mujer. El monstruo aquél, el que grita a voz en cuello, con un garrote en la mano, es su marido. Ha encadenado a su mujer legítima como a un animal, y la va enseñando por las barriadas, los días de feria, con licencia de los magistrados; no faltaba más.¡Fijaos bien! Veis con qué veracidad —¡acaso no simulada!— destroza conejos vivos y volátiles chillones, que su cornac le arroja. “Vaya —dice éste—, no hay que comérselo todo en un día”; y tras las prudentes palabras le arranca cruelmente la presa, dejando un instante prendida la madeja de los desperdicios a los dientes de la bestia feroz, quiero decir de la mujer.“
„Ahí está el detalle, que en el libro electrónico el viento no puede pasar las hojas. A la derecha de la página única o pantallita hay una flechita para que uno con un cursor la vaya bajando, bajando, y al hacerlo va pasando de la página 1 a la 2, de la 2 a la 3, de la 3 a la 4 y así… –¡Ah, pero eso es un retroceso! Es como ir uno desenrollando un rollo de pergamino de los tiempos de Cicerón. Exacto. Es que el hombre avanza retrocediendo. Por eso vamos tan bien. Y al que no le guste, se pega un tiro o se jode. Todo es cuestión de acostumbrarse. Se acostumbra uno a vivir en un planeta atestado, con las calles atestadas, las carreteras atestadas, los hospitales atestados, los aeropuertos atestados, las ferias de libros atestadas, las conferencias atestadas, y siete mil millones de bípedos sabios comiendo y demás, ¡no se va a acostumbrar a pasar las hojas con un cursor!“