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ferrocarril
Relacionado con: ferrocarril
„LA ESTACIÓN DE FERROCARRIL.Mi no llegada a la ciudad de Ntuvo lugar puntualmente.Fuiste avisadocon una carta no enviada.Lograste no llegara la hora prevista.El tren llegó al andén número tres.Bajó mucha gente.Entre la muchedumbre se dirigió a la salidala ausencia de mi persona.Varias mujeres me sustituyeronrápidamenteen aquella prisa.A una de ellas se acercó corriendoalguien desconocido para mípero ella lo reconocióal instante.Ambos intercambiaronun beso no nuestro,durante el cual se perdióno mi maleta.La estación de la ciudad de Npasó bien el examende la existencia objetiva.La totalidad estaba en su lugar.Los detalles se movíanpor las vías marcadas.Tuvo lugar inclusola cita acordada.Fuera del alcancede nuestra presencia.En el paraíso perdidode la posibilidad.En otra parte.En otra parte.Como suenan estas palabras.“
„Necesitan de nosotros una especie de sanción. No sé cuál ha de ser la naturaleza de la misma, pero estoy seguro de que si valoramos nuestras vidas, no debemos entregársela. Aunque te pongan en un potro, no cedas. Déjales que destruyan tu ferrocarril y mis fundiciones, pero no cedas.“
„Ésta mujer debe trabajar en los ferrocarriles, porque está como un tren.“
„La vision de Don Porifirio Díaz al traer el ferrocarril a México al momento en el que los EUA construian el canal de Panama y otras medidas inteligentemente realizadas generó desconcierto y temor por parte del imperio yanqui llegando a la necesidad de destruir y derrocar a Don Porifirio. A pesar de las varias cosas que hizo por el progreso de México no se respeto su persona, su figura y autoridad generando así que lo expulsaran del país y quien quedara en su lugar a traves de la revolucion destruyera y dejara en ruina al país.“
„Algún recuerdo limitado y menguante de Herbert Ashe, ingeniero de los ferrocarriles del Sur, persiste en el hotel de Adrogué, entre las efusivas madreselvas y en el fondo ilusorio de los espejos. En vida padeció de irrealidad, como tantos ingleses; muerto, no es siquiera el fantasma que ya era entonces. Era alto y desganado y su cansada barba rectangular había sido roja. Entiendo que era viudo, sin hijos. Cada tantos años iba a Inglaterra: a visitar (juzgo por unas fotografías que nos mostró) un reloj de sol y unos robles. Mi padre había estrechado con él (el verbo es excesivo) una de esas amistades inglesas que empiezan por excluir la confidencia y que muy pronto omiten el diálogo. Solían ejercer un intercambio de libros y de periódicos; solían batirse al ajedrez, taciturnamente… Lo recuerdo en el corredor del hotel, con un libro de matemáticas en la mano, mirando a veces los colores irrecuperables del cielo.“
„Siempre había pensado que las viejas estaciones de ferrocarril eran uno de los pocos lugares mágicos que quedaban en el mundo. En ellas se mezclaban los fantasmas de recuerdos y despedidas con el inicio de cientos de viajes a destinos lejanos, sin retorno. «Si algun dia me pierdo, que me busquen en una estación de tren», pensé.“