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Relacionado con: final
„Las intenciones no importan. Es por el resultado final por el que somos juzgados. El mal en nombre del bien sigue siendo el mal. Y cuando bailas con el diablo rara vez puedes escoger la melodía.“
„Todo el mundo tiene un pasado. Cosas que te apuñalan justo entre los ojos. Viejos rencores. Antiguas vergüenzas. Remordimientos que te roban el sueño y te mantienen despierto hasta que temes por tu propia cordura. Traiciones que hacen que tu alma grite tan fuerte que te preguntas porque nadie más lo oye. Al final, estamos absolutamente solos en ese infierno privado. Pero la vida no se trata de aprender a perdonar a los que te han herido u olvidar tu pasado. Trata sobre perdonarte a ti mismo por ser humano y cometer errores. Sí, las personas nos decepcionan todo el tiempo. Pero las lecciones más duras vienen cuando nos decepcionamos a nosotros mismo.“
„Pasa lo mismo que con las semillas de grano Si al final de un largo invierno te queda un poco de grano, puedes utilizarlo como semilla. Controlas tu vida. Puedes utilizar ese grano y hacer planes para el futuro. Pero si llega la primavera y no te queda grano para usarlo como semilla, te encuentras indefenso. Por muy duro que trabajes, y por muy buenas que sean tus intenciones, las cosechas no crecen si no tienes semillas con que empezar.“
„Hay dos tipos de secretos. Hay secretos de la boca y secretos del corazón. La mayoría de los secretos son secretos de la boca. Chismes compartidos y pequeños escándalos susurrados. Esos secretos ansían liberarse por el mundo. Un secreto de la boca es como una china metida en la bota. Al principio apenas la notas. Luego se vuelve molesta, y al final, insoportable. Los secretos de la boca crecen cuanto más los guardas, y se hinchan hasta presionar contra tus labios. Luchan para que los liberes. Los secretos del corazón son diferentes. Son íntimos y dolorosos, y queremos, ante todo, escondérselos al mundo. No se hinchan ni presionan buscando una salida. Moran en el corazón, y cuanto más se los guarda, más pesados se vuelven. Es mejor tener la boca llena de veneno que un secreto del corazón. Cualquier idiota sabe escupir el veneno, pero nosotros guardamos esos tesoros dolorosos.“
„Qué inoportuno eres, E’lir. ¿No ves que desentonas? Vuelve más tarde. —Giró de nuevo la cabeza, ignorándome.Di un resoplido y me incliné sobre el mostrador, estirando el cuello para leer lo que había escrito en la hoja de papel que Ambrose había dejado allí.—¿Que yo desentono? Por favor, pero si este verso tiene trece sílabas. —Di unos golpecitos con el dedo en la hoja—. Y no es verso yámbico. La verdad es que no sé si tiene alguna métrica.Ambrose giró la cabeza y me miró con irritación.—Cuidado con lo que dices, E’lir. El día que te pida ayuda para componer un poema será el día en que…—… será el día en que tengas dos horas libres —le interrumpí—. Dos horas largas, y eso será solo para empezar. «¿Así encuentra también bien el humilde tordo un suyo rumbo?» Mira, no sé por dónde empezar a corregir eso. No se aguanta por ninguna parte.—¿Qué sabrás tú de poesía? —dijo Ambrose sin molestarse en girar la cabeza.—Sé distinguir un verso que cojea cuando lo oigo —contesté—. Pero este ni siquiera cojea. La cojera tiene ritmo. Esto es como alguien cayendo por una escalera. Una escalera de peldaños irregulares. Con un estercolero al final.—Es un ritmo saltarín —me dijo con una voz tensa, ofendido—. Es lógico que no lo entiendas.—¿Saltarín? —Solté una risotada de incredulidad—. Mira, si viera «saltar» así a un caballo, lo sacrificaría por piedad, y luego quemaría su cuerpo para evitar que los perros lo mordisquearan y murieran.“
„Salid a pasear un día de principios de invierno, después del primer frío de la temporada. Buscad una charca con una fina película de hielo en la superficie, todavía limpia, intacta y transparente como el cristal. Cerca de la orilla, el hielo aguantará vuestro peso. Deslizaos un poco por él. Más allá. Al final encontraréis el sitio donde la superficie soporta vuestro peso de milagro. Entonces sentiréis lo que sentí yo. El hielo se rompe bajo vuestros pies. Mirad hacia abajo y veréis las blancas grietas recorriendo el hielo como alocadas, complicadas telarañas. No se oye nada, pero notáis la vibración a través de las plantas de los pies. Eso fue lo que pasó cuando Denna me sonrió.“
„No es mas que una persecución, y creo que compadezco a las mujeres castas que huyen y se pierden el final de la carrera“
„Al final descubrí un delgado volumen, titulado El libro de los secretos, enterrado en lo más profundo de Catálogos Muertos. Era un libro extraño: estaba organizado como un bestiario, pero escrito como un abecedario para niños. Tenía ilustraciones en que aparecían seres de cuentos de hadas como ogros, troles y resinillos. Cada entrada tenía una ilustración acompañada de un poema breve e insípido.La entrada de los Chandrian era la única que no llevaba ilustración, por supuesto. En su lugar solo había una página vacía enmarcada con volutas decorativas. El poema no aportaba absolutamente nada:De un sitio a otro los Chandrian van, pero nunca dejan rastro ni sabes dónde están.Guardan sus secretos con mucho cuidado, pero nunca te arañan ni te pegan un bocado.No montan peleas ni arman jaleos.De hecho con nosotros son bastante buenos.Llegan y se van, te vuelves y se han ido, como un rayo en el cielo, como un suspiro.Pese a lo irritante que resultaba un texto tan superficial, al menos dejaba algo muy claro: para el resto de la gente, los Chandrian no eran más que cuentos de hadas infantiles. Tan irreales como los engendros o los unicornios.Yo sabía otra cosa, por supuesto. Los había visto con mis propios ojos. Había hablado con Ceniza, el de los ojos negros. Había visto a Haliax, envuelto en un manto de sombra.Continué mi infructuosa búsqueda. No me importaba lo que creyera el resto de la gente. Yo sabía la verdad, y no soy de los que se rinden fácilmente.“
„Adelante, pues. Música y magia. Triunfo y delirio. Pensad. ¿Qué necesita nuestra historia? ¿Qué elemento vital le falta?—Mujeres, Reshi —saltó Bast—. Hay una escasez tremenda de mujeres.Kvothe sonrió.—«Mujeres» no, Bast. Una mujer. La mujer. —Kvothe miró a Cronista—. Has oído cosas sueltas, no lo dudo. Yo te contaré la verdad sobre ella. Aunque temo no estar a la altura del reto.Cronista cogió la pluma, pero antes de que la mojara en el tintero, Kvothe levantó una mano.—Antes de empezar, dejadme decir una cosa. He relatado historias en el pasado, he pintado imágenes con palabras, he contado grandes mentiras y verdades aún más duras. Una vez le canté los colores a un ciego. Toqué durante siete horas, pero al final me dijo que los veía: verde, rojo y dorado. Creo que eso fue más fácil que lo que intento hacer ahora. Tratar de que la entendáis describiéndola solo con palabras. Vosotros nunca la habéis visto ni habéis oído su voz. No podéis entenderlo.Kvothe le hizo una seña a Cronista para que cogiera la pluma.—Aun así, lo intentaré. Ella está ahora en los bastidores, a punto de salir a escena. Preparemos el escenario para su entrada…“
„Volvía a ser de noche. En la posada Roca de Guía reinaba el silencio, un silencio triple.El primer silencio era una calma hueca y resonante, constituida por las cosas que faltaban. Si hubiera habido caballos en los establos, estos habrían piafado y mascado y lo habrían hecho pedazos. Si hubiera habido gente en la posada, aunque solo fuera un puñado de huéspedes que pasaran allí la noche, su agitada respiración y sus ronquidos habrían derretido el silencio como una cálida brisa primaveral. Si hubiera habido música… pero no, claro que no había música. De hecho, no había ninguna de esas cosas, y por eso persistía el silencio.En la posada Roca de Guía, un hombre yacía acurrucado en su mullida y aromática cama. Esperaba el sueño con los ojos abiertos en la oscuridad, inmóvil. Eso añadía un pequeño y asustado silencio al otro silencio, hueco y mayor. Componían una especie de aleación, una segunda voz.El tercer silencio no era fácil reconocerlo. Si pasabas una hora escuchando, quizá empezaras a notarlo en las gruesas paredes de piedra de la vacía taberna y en el metal, gris y mate, de la espada que colgaba detrás de la barra. Estaba en la débil luz de la vela que alumbraba una habitación del piso de arriba con sombras danzarinas. Estaba en el desorden de unas hojas arrugadas que se habían quedado encima de un escritorio. Y estaba en las manos del hombre allí sentado, ignorando deliberadamente las hojas que había escrito y que había tirado mucho tiempo atrás.El hombre tenía el pelo rojo como el fuego. Sus ojos eran oscuros y distantes, y se movía con la sutil certeza de quienes saben muchas cosas.La posada Roca de Guía era suya, y también era suyo el tercer silencio. Así debía ser, pues ese era el mayor de los tres silencios, y envolvía a los otros dos. Era profundo y ancho como el final del otoño. Era grande y pesado como una gran roca alisada por la erosión de las aguas de un río. Era un sonido paciente e impasible como el de las flores cortadas; el silencio de un hombre que espera la muerte.“
„En su Teofanía, Teccam habla de los secretos y los llama «tesoros dolorosos de la mente». Explica que lo que la mayoría de la gente considera secretos no lo son en realidad. Los misterios, por ejemplo, no son secretos. Tampoco lo son los hechos poco conocidos ni las verdades olvidadas. Un secreto, explica Teccam, es un conocimiento cierto activamente ocultado.Los filósofos llevan siglos cuestionando su definición. Señalan los problemas lógicos, las lagunas, las excepciones. Pero en todo este tiempo ninguno ha conseguido presentar una definición mejor. Quizá eso nos aporte más información que todas las objeciones juntas.En un capítulo posterior, menos conocido y menos discutido, Teccam expone que existen dos tipos de secretos. Hay secretos de la boca y secretos del corazón.La mayoría de los secretos son secretos de la boca. Chismes compartidos y pequeños escándalos susurrados. Esos secretos ansían liberarse por el mundo. Un secreto de la boca es como una china metida en la bota. Al principio apenas la notas. Luego se vuelve molesta, y al final, insoportable. Los secretos de la boca crecen cuanto más los guardas, y se hinchan hasta presionar contra tus labios. Luchan para que los liberes.Los secretos del corazón son diferentes. Son íntimos y dolorosos, y queremos, ante todo, escondérselos al mundo. No se hinchan ni presionan buscando una salida. Moran en el corazón, y cuanto más se los guarda, más pesados se vuelven.Teccam sostiene que es mejor tener la boca llena de veneno que un secreto del corazón. Cualquier idiota sabe escupir el veneno, dice, pero nosotros guardamos esos tesoros dolorosos. Tragamos para contenerlos todos los días, obligándolos a permanecer en lo más profundo de nosotros. Allí se quedan, volviéndose cada vez más pesados, enconándose. Con el tiempo, no pueden evitar aplastar el corazón que los contiene.Los filósofos modernos desprecian a Teccam, pero son buitres picoteando los huesos de un gigante. Cuestionad cuanto queráis: Teccam entendía la forma del mundo.“
„Hacia finales del verano, oí, sin proponérmelo, una conversación que me sacó de mi estado de dichosa ignorancia. Cuando somos niños, casi nunca pensamos en el futuro. Esa inocencia nos deja libres para disfrutar como pocos adultos pueden hacerlo. El día que empezamos a preocuparnos por el futuro es el día que dejamos atrás nuestra infancia.“
„Y el se echó como un volquete encima, le vino a ella los vapores, el trastorne parriba el trastorne pabajo y al final el calambre final… buuuufffff golfooossss“
„Al final la mierda huele igual sea de príncipe o sirvienta“
„La vida es preciosa porque tiene final.“
„Todo es cuestión de seguir avanzando paso a paso hasta el final.“
„La mente selecciona, exagera, traiciona, los acontecimientos se esfuman, las personas se olvidan, y al final sólo queda el trayecto del alma, esos escasos momentos de revelación del espíritu“
„La discusión se prolongaba y ambos se perdían en una oratoria confusa que los dejaba agotados, acusándose mutuamente de ser más testarudos que una mula, pero al final se daban las buenas noches con un beso y quedaban ambos con la sensación de que el otro era un ser maravilloso.“
„Los budistas dicen que la vida es un río, que navegamos en una balsa hacia el destino final. El río tiene su corriente, velocidad, escollos, remolinos y otros obstáculos que no podemos controlar, pero contamos con un remo para dirigir la embarcación sobre el agua. De nuestra destreza depende la calidad del viaje.“
„Al final, lo único que tenemos a plenitud es la memoria que hemos tejido.“
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