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Relacionado con: grandes
„Nuestra imaginación es alcanzada solamente por lo que es grande; pero el amor de la filosofía natural debería reflejar igualdad en pequeñas cosas.“
„Las grandes cuestiones no se decidirán por medio de discursos y votaciones, sino con sangre y hierro“
„Hoy no quiero ser dulce, tranquila, decente, sumisa, comprensiva, resignada, las cualidades que siempre ponderan los amigos. Tampoco quiero ser maternal; Diego no es un niño grande, Diego sólo es un hombre que no escribe porque no quiere y me ha olvidado por completo.“
„Vine a Los Ángeles para recuperar el amor -explicó Malcom, y sus ojos oscuros de color violeta se veían tristes-. Todas las grandes películas son de amor. El amor perdido, encontrado, destruido, recuperado, vendido, comprado, que muere o renace. Me encantan las películas, pero se han olvidado de lo que son. Explosiones, efectos, eso no era lo importante cuando vine aquí. Lo importante era encender cigarrillos de modo que parecieran el fuego celestial e iluminar a las mujeres de modo que parecieran ángeles. -Malcom suspiró-. Vine aquí para resucitar el amor verdadero de entre los muertos.“
„Nunca dejaría de creer en ti -dijo-. Jamás. Lo que siento por ti…-Se atracó-. Es lo más grande que he sentido en mi vida. [pp.78]“
„De un escritor como Günter Grass uno puede esperar una obra maestra hasta en el lecho de muerte, aunque por ahora todo parece indicarnos que Mi Siglo (Alfaguara) será el penúltimo de sus grandes libros.“
„Le tendí la mano (no sé por qué, no soy dado a estos formalismos, al menos no en un bar y de noche) y él vaciló antes de darme la suya. Cuando se la estreché mi sorpresa fue mayúscula. Su diestra, que esperaba suave y vacilante como la de cualquier adolescente, exhibía al tacto una acumulación de callosidades que le daba una apariencia de hierro, una mano no demasiado grande, de hecho, ahora que lo pienso, ahora que vuelvo a aquella noche een los suburbios de Irapuato, lo que aparece ante mis ojos es una mano, una mano pequeña rodeada u orlada por los exiguos resplandores del bar, una mano que surge de un lugar desconocido, como el tentáculo de una tormenta, pero dura, durísima, una mano forjada en el taller de un herrerro.“
„La literatura es una máquina acorazada. No se preocupa de los escritores. A veces ni siquiera se da cuenta de que éstos están vivos. Su enemigo es otro, mucho más grande, mucho más poderoso, y que a la postre la terminará venciendo, pero ésa es otra historia.“
„Escogía La metamorfosis en lugar de El proceso, escogía Bartleby en lugar de Moby Dick, escogía Un corazón simple en lugar de Bouvard y Pécuchet, y Un cuento de Navidad en lugar de Historia de dos ciudades o de El Club Pickwick. Qué triste paradoja, pensó Amalfitano. Ya ni los farmacéuticos ilustrados se atreven con las grandes obras, imperfectas, torrenciales, las que abren camino en lo desconocido. Escogen los ejercicios perfectos de los grandes maestros. O lo que es lo mismo: quieren ver a los grandes maestros en sesiones de esgrima de entrenamiento, pero no quieren saber nada de los combates de verdad, en donde los grandes maestros luchan contra aquello, ese aquello que nos atemoriza a todos, ese aquello que acoquina y encacha, y hay sangre y heridas mortales y fetidez.“
„que en esa remota Orbajosa, donde, entre paréntesis, tienes fincas que puedes examinar ahora, se pasa la vida con la tranquilidad y dulzura de los idilios. ¡Qué patriarcales costumbres! ¡Qué nobleza en aquella sencillez! ¡Qué rústica paz virgiliana! Si en vez de ser matemático fueras latinista, repetirías al entrar allí el ergo tua rura manebunt. ¡Qué admirable lugar para dedicarse a la contemplación de nuestra propia alma y prepararse a las buenas obras! Allí todo es bondad, honradez; allí no se conocen la mentira y la farsa como en nuestras grandes ciudades; allí renacen las santas inclinaciones que el bullicio de la moderna vida ahoga; allí despierta la dormida fe, y se siente vivo impulso indefinible dentro del pecho, al modo de pueril impaciencia que en el fondo de nuestra alma grita: «quiero vivir».“
„¡Si en la historia no hubiera más que batallas; si sus únicos actores fueran las celebridades personales, cuán pequeña sería! Está en el vivir lento y casi siempre doloroso de la sociedad, en lo que hacen todos y en lo que hace cada uno. En ella nada es indigno de la narración, así como en la Naturaleza no es menos digno de estudio el olvidado insecto que la inconmensurable arquitectura de los mundos. Los libros que forman la capa papirácea de este siglo, como dijo un sabio, nos vuelven locos con su mucho hablar acerca de los grandes hombres, de si hicieron esto o lo otro, o dijeron tal o cual cosa. Sabemos por ellos las acciones culminantes, que siempre son batallas, carnicerías horrendas, o empalagosos cuentos de reyes y dinastías, que preocupan al mundo con sus riñas o con sus casamientos; y entretanto la vida interna permanece oscura, olvidada, sepultada. Reposa la sociedad en el inmenso osario sin letreros ni cruces ni signo alguno: de las personas no hay memoria, y sólo tienen estatuas y cenotafios los vanos personajes… Pero la posteridad quiere registrarlo todo: excava, revuelve, escudriña, interroga los olvidados huesos sin nombre; no se contenta con saber de memoria todas las picardías de los inmortales desde César hasta Napoleón; y deseando ahondar lo pasado quiere hacer revivir ante sí a otros grandes actores del drama de la vida, a aquellos para quienes todas las lenguas tienen un vago nombre, y la nuestra llama Fulano y Mengano.“
„Doña Flora de Cisniega era una vieja que se empeñaba en permanecer joven: tenía más de cincuenta años; pero ponía en práctica todos los artificios imaginables para engañar al mundo, aparentando la mitad de aquella cifra aterradora. Decir cuánto inventaba la ciencia y el arte en armónico consorcio para conseguir tal objeto, no es empresa que corresponde a mis escasas fuerzas. Enumerar los rizos, moñas, lazos, trapos, adobos, bermellones, aguas y de mas extraños cuerpos que concurrían a la grande obra de su monumental restauración, fatigaría la más diestra fantasía: quédese esto, pues, para las plumas de los novelistas, si es que la historia, buscadora de las grandes cosas, no se apropia tan hermoso asunto. Respecto a su físico, lo más presente que tengo es el conjunto de su rostro, en que parecían haber puesto su rosicler todos los pinceles de las academias presentes y pretéritas.“
„No es impropio el llanto en las grandes almas, antes bien indica el consorcio fecundo de la delicadeza en sentimientos con la energía de carácter.“
„Siempre he sentido una repugnancia casi física por las cosas secretas, las intrigas, la diplomacia, las sociedades secretas, el ocultismo. Sobre todo siempre me han molestado estas dos últimas cosas: la pretensión que tienen ciertos hombres de saber, mediante un entendimiento con dioses o maestros o Demiurgos –entre ellos, excluidos todos nosotros–, los grandes secretos que son los fundamentos del mundo.“
„El dominio más grande de sí mismo es la indiferencia por si mismo, considerando alma y cuerpo la casa y la finca donde el Destino ha querido que pasemos nuestra vida.“
„Las grandes melancolías, las tristezas llenas de tedio no pueden existir sino en un ambiente confortable y de lujo sobrio.“
„El amor más grande es, por tanto, la muerte o el olvido, o la renuncia, todos los amores que son otros tantos absurdiandos del amor.“
„Perdonamos a los grandes del mundo porque han muerto; pero en vida son imperdonables.“
„Como la tormenta no podía soplar en todas partes a la vez, siempre había algún rincón donde quedaban unas hojas, un rincón donde brillaba el sol y donde temporalmente había un refugio de paz. La historia de la Guerra de China, como la historia de todos los grandes movimientos, está escrita en las mentes y los corazones de su generación. Dentro de cincuenta o cien años, en las charlas caseras y los relatos de las viejas, se contarán las historias de miles de esas hojas barridas por la tormenta. Cada hoja en la tormenta es un individuo con un corazón y sentimientos y aspiraciones y deseos.“
„No hay mayor tragedia que tener la misma intensidad, en una misma alma o en un hombre, del sentimiento intelectual y del sentimiento moral. Para que un hombre pueda ser distintiva y absolutamente moral, tiene que ser un poco estúpido. Para que un hombre pueda ser absolutamente intelectual, tiene que ser un poco inmoral. No sé qué juego o ironía de las cosas condena al hombre a la imposibilidad de que se dé esta dualidad tan grande.“
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