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Relacionado con: halago
„Un orador resta mucha dignidad a su carácter cuando le da cierto sesgo a la información para que lo obsequien con aplausos y halagos.“
„Deja que tus ojos sean ciegos a todos los atractivos externos, tus oídos sordos a la fascinación del halago y la conversación frívola. Estos no son nada, peor que nada: trampas y ardides del tentador para inducir a una atolondrada a que se precipite a su propia destrucción.“
„«El mayor halago que puedes hacer a una persona es decirle: tienes ubuntu, es decir, un sentimiento trascendente del otro».“
„Definiciones de Mulla Do-PiazaHalago: uno de los negocios más provechosos; siempre en alza.“
„Por el mundo caminado, he podido comprobar que el que fácilmente halaga, fácilmente insultará.“
„«Doy la cara al enemigo, la espalda al buen comentario, porque el que acepta un halago empieza a ser dominado; el hombre le hace caricias al caballo pa’ montarlo…“
„El peligro es que un hijo nacido en el trono casi con seguridad se echa a perder. Recibe demasiados halagos y demasiado poder, y confunde el accidente del nacimiento con las realizaciones de valor.“
„La imitación es la forma más sincera de halago.“
„En su cerrada mollera no entraban ni podían entrar otras luces sobre el santo ejercicio de la caridad; no comprendía que una palabra cariñosa, un halago, un trato delicado y amante que hicieran olvidar al pequeño su pequeñez, al miserable su miseria, son heroísmos de más precio que el bodrio sobrante de una mala comida.“
„¡No encontrar nunca a Dios, no saber nunca, ni siquiera, si Dios existe! Ir pasando de mundo en mundo, de encarnación en encarnación, siempre en la ilusión que halaga, siempre en el error que acaricia.“
„Si hubiera tenido más años y más vanidad, este hecho no habría surtido el miso efecto, pero cuando en una persona se unen la juventud y la timidez es preciso que sea extraordinariamente centrada para resistir el halago de oírse llamar ‘la mujer más encantadora del mundo’ y de verse solicitada para un baile muchas horas antes de celebrarse éste.“
„No me digas palabras tan dulces -protesté-. Lo que quieres es que ceda a tu voluntad, pero no lo conseguirás. ¡Tus halagos no son para mí más que viento!Denna se quedó mirándome, como si quisiera asegurarse de que había terminado mi diatriba.-De entre todos los árboles -dijo esbozando una sonrisa con sus elegantes labios-, el sauce es el que más se mueve según los deseos del viento.“
„Oscurecen tantos halagos. Sol, en la memoria que se va.“
„Sin embargo, la mayoría de las personas de este mundo no parece sentir ese temor, esa incertidumbre. En cuanto tienen oportunidad hablan de sí mismos con una sinceridad pasmosa. Suelen decir frases del tipo: «Yo parezco tonto de tan franco y sincero como soy», o «Soy muy sensible y me manejo muy mal en este mundo», o «Yo le leo el pensamiento a la gente». Pero he visto innumerables veces cómo personas “sensibles” herían sin más los sentimientos ajenos. He visto a personas “francas y sinceras” esgrimir sin darse cuenta las excusas que más les convenían. He visto cómo personas que “le leían el pensamiento a la gente” eran engañadas por los halagos más burdos. Todo ello me lleva a pensar: «¿Qué sabemos, en realidad, de nosotros mismos?».“
„Sin embargo, cada vez que debo hablar de mí mismo me siento, en cierto modo, confuso. Me veo atrapado por la clásica paradoja que conlleva la proposición: “¿Quién soy?”. Si se tratara de una simple cantidad de información, no habría nadie en este mundo que pudiera aportar más datos que yo. No obstante, al hablar sobre mí, ese yo de quien estoy hablando queda automáticamente limitado, condicionado y empobrecido en manos de otro que soy yo mismo en tanto que narrador -víctima de mi sistema de valores, de mi sensibilidad, de mi capacidad de observación y de otros muchos condicionamientos reales-. En consecuencia, ¿hasta qué punto se ajusta a la verdad el “yo” que retrato? Es algo que me inquieta terriblemente. Es más, me ha preocupado siempre.Sin embargo, la mayoría de las personas de este mundo no parece sentir ese temor, esa incertidumbre. En cuanto tienen oportunidad hablan de sí mismos con una sinceridad pasmosa. Suelen decir frases del tipo: “Yo parezco tonto de tan franco y sincero que soy”, o “Soy muy sensible y me manejo muy mal en este mundo”, o “Yo le leo el pensamiento a la gente”. Pero he visto innumerables veces cómo personas “sensibles” herían sin mas los sentimientos ajenos. He visto a personas “francas y sinceras” esgrimir sin darse cuenta las excusas que más le convenían. He visto cómo personas que “le leían el pensamiento a la gente” eran engañadas por los halagos más burdos. Todo ello me lleva a pensar: “¿Qué sabemos, en realidad, de nosotros mismos?”.“