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„Todo le pertenecía, pero eso qué importaba. Lo importante era saber a quién pertenecía él, cuántas potencias de la oscuridad reclamaban su posesión. Esa era la reflexión que me estremecía. Era imposible -ni siquiera era conveniente- imaginárselo. Se había ganado un destacado lugar entre los demonios de esta tierra -y lo digo literalmente-. Pero ustedes no podrían entenderlo. ¿Cómo iban a entenderlo? Ustedes, con un sólido asfalto bajo sus pies, rodeados de amables vecinos dispuestos a saludarles o a quejarse por cualquier cosa; ustedes, que pasean cómodamente entre el carnicero y el policía, que viven rodeados del sagrado terror al escándalo y a la horca y a los sanitarios psiquiátricos; cómo pueden ustedes imaginar a qué regiones de la edad primigenia pueden llevar a un hombre sus pies libres de ataduras por medio de la soledad -de la verdadera soledad, sin policías., por medio del silencio -un silencio profundo, en el que no puede oírse la voz de un amable vecino que en susurros te pone al corriente de las habladurías-.“
„Él se había colocado, literalmente, en un alto sitial entre los demonios de la tierra. No lo podéis entender, ¿cómo podríais entenderlo vosotros, que tenéis los pies sobre el sólido pavimento, que estáis rodeados de amables vecinos dispuestos siempre a prestaros ayuda o a caer sobre vosotros, que camináis delicadamente entre el carnicero y el policía, bajo el sagrado terror del escándalo, la horca y los manicomios? ¿Cómo podéis vosotros imaginaros a qué precisa región de los primeros tiempos pueden conducir a un hombre sus pies sin trabas impulsados por la soledad (soledad absoluta, sin un solo policía), por el silencio (silencio absoluto, donde no se oye la voz consejera de amables vecinos susurrando acerca de la opinión pública)? Estas pequeñas cosas son las decisivas. En el momento en que desaparece, uno tiene que recurrir a su propia fuerza innata, a su capacidad de lealtad.“
„En la horca negra bailan, amable manco,bailan los paladines,los descarnados danzarines del diablo;danzan que danzan sin finlos esqueletos de Saladín.¡Monseñor Belzebú tira de la corbatade sus títeres negros, que al cielo gesticulan,y al darles en la frente un buen zapatillazoles obliga a bailar ritmos de Villancico!“
„¡Hurra!, alegres danzantes que perdisteis la panza,trenzad vuestras cabriolas pues el tablao es amplio,¡Que no sepan, por Dios, si es danza o es batalla!¡Furioso, Belzebú rasga sus violines!¡Rudos talones; nunca su sandalia se gasta!Todos se han despojado de su sayo de piel:lo que queda no asusta y se ve sin escándalo.En sus cráneos, la nieve ha puesto un blanco gorro.El cuervo es la cimera de estas cabezas rotas;cuelga un jirón de carne de su flaca barbilla:parecen, cuando giran en sombrías refriegas,rígidos paladines, con bardas de cartón.¡Hurra!, ¡que el cierzo azuza en el vals de los huesos!¡y la horca negra muge cual órgano de hierro!y responden los lobos desde bosques morados:rojo, en el horizonte, el cielo es un infierno…Zarandéame a estos fúnebres capitanesque desgranan, ladinos, con largos dedos rotos,un rosario de amor por sus pálidas vértebras:¡difuntos, que no estamos aquí en un monesterio!“
„No hay ningún viaje malo, excepto el que conduce a la horca.“
„He aquí… los seres vivientes que componían la nación, a quienes se les mandó en nombre del rey Eduardo VI que marcharan en cierto camino a la salvación, y que marcharan nuevamente en sentido contrario bajo la reina María; y todos los que rehusaban moverse conforme a la primera orden o volverse conforme a la segunda tenían que probar sus convicciones, si fuera necesario, en la horca o la hoguera.“