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imitación
Relacionado con: imitación
„Esto no es sino una imitación insignificante de un sistema mucho mayor cuyas leyes tú conoces, y yo no puedo convencerte de que este simple juguete no tiene diseñador y hacedor; ¡sin embargo, tú afirmas creer que el gran original del cual se tomó este diseño ha llegado a existir sin diseñador o hacedor!“
„Hay tres caminos que llevan a la sabiduría: La imitación, el más sencillo; la reflexión, el más noble; y la experiencia, el más amargo.“
„El Cristianismo no es más que la imitación de Cristo. El verdadero cristiano debe ser, en cuanto pueda y lo más que pueda, el imitador de Cristo, el copiador de Cristo, la sombra de Cristo. No existe, para él, otro modo de vivir la jornada terrena que como preparación de la perpetuidad paradisíaca.“
„Al final será verdad que el fin del mundo no está tan lejos. En realidad se ha visto venir siempre que ese fin no podía estar muy lejos. Mientras lo esperan, los seres humanos se entretienen celebrando funerales, pequeñas imitaciones del gran final por venir.“
„La imitación es la forma más sincera de halago.“
„Fue hombre sabio y prudente en sus palabras, en sus propuestas y consejos, en las obras y en las razones para avanzar en la imitación de Cristo y en la obediencia a la voluntad de Dios.“
„La imagen que nos ofrece México al finalizar el siglo XIX es la de la discordia. Una discordia más profunda que la querella política o la guerra civil, pues consistía en la superposición de formas jurídicas y culturales que no solamente no expresaban a nuestra realidad, sino que la asfixiaban e inmovilizaban. […] Cortados los lazos con el pasado, imposible el diálogo con los Estados Unidos –que sólo hablaban con nosotros el lenguaje de la fuerza o el de los negocios–, inútil la relación con los pueblos de lengua española, encerrados en formas muertas, estábamos reducidos a una imitación unilateral de Francia –que siempre nos ignoró–. ¿Qué nos quedaba? Asfixia y soledad.“
„Toda repetición es solo una imitación y toda imitación carece de valor.“
„Cada vida hace su propia imitación de la inmortalidad.“
„Todo arte es imitación de la naturaleza.“
„Por consiguiente, no solo tenemos que vigilar a los poetas y obligarles o a representar en sus obras modelos de buen carácter o a no divulgarlas entre nosotros, sino que también hay que ejercer inspección sobre los demás artistas e impedirles que copien la maldad, intemperancia, vileza o fealdad en sus imitaciones de seres vivos o en las edificaciones o en cualquier otro objeto de su arte; y al que no sea capaz de ello no se le dejará producir entre nosotros, para que no crezcan nuestros guardianes rodeados de imágenes del vicio, alimentándose, por así decirlo, de este modo con una mala hierba que recogieran y pacieran día tras día, en pequeñas cantidades, pero tomadas estas de muchos lugares distintos, con lo cual introducirían, sin darse plena cuenta de ello, una enorme fuente de corrupción en sus almas. Hay que buscar, en cambio, a aquellos artistas cuyas dotes naturales les guían al encuentro de todo lo bello y agraciado; de este modo, los jóvenes vivirán como en un lugar sano donde no desperdiciarán ni un solo de los efluvios de la belleza que, procedentes de todas partes, lleguen a sus ojos y oídos, como si les aportara de lugares saludables un aura vivificadora que les indujera desde su niñez a imitar, obrar y amar de acuerdo con la idea de belleza. ¿No es así?“
„Por consiguiente, haremos bien en suprimir las lamentaciones de los hombres famosos y atribuírselas a las mujeres —y no a las de mayor dignidad— o a los hombres más viles, con el fin de que les repugne la imitación de tales gentes a aquellos que decimos educar para la custodia del país.“
„Abstenerse de la imitación es la mejor venganza.“
„Son muy pocos aquellos de entre nosotros que no se han despertado a veces antes del alba, o después de una de esas noches sin sueños que casi nos hacen amar la muerte, o de una de esas noches de horror y de alegría monstruosa, cuando se agitan en las cámaras del cerebro fantasmas más terribles que la misma realidad, rebosantes de esa vida intensa, inseparable de todo lo grotesco, que da al arte gótico su imperecedera vitalidad, puesto que ese arte bien parece pertenecer sobre todo a los espíritus atormentados por la enfermedad del ensueño. Poco a poco, dedos exangües surgen de detrás de las cortinas y parecen temblar. Adoptando fantásticas formas oscuras, sombras silenciosas se apoderan, reptando, de los rincones de la habitación para agazaparse allí. Fuera, se oye el agitarse de pájaros entre las hojas, o los ruidos que hacen los hombres al dirigirse al trabajo, o los suspiros y sollozos del viento que desciende de las montañas y vaga alrededor de la casa silenciosa, como si temiera despertar a los que duermen, aunque está obligado a sacar a toda costa al sueño de su cueva de color morado. Uno tras otro se alzan los velos de delicada gasa negra, las cosas recuperan poco a poco forma y color y vemos cómo la aurora vuelve a dar al mundo su prístino aspecto. Los lívidos espejos recuperan su imitación de la vida. Las velas apagadas siguen estando donde las dejamos, y a su lado descansa el libro a medio abrir que nos proponíamos estudiar, o la flor preparada que hemos lucido en el baile, o la carta que no nos hemos atrevido a leer o que hemos leído demasiadas veces. Nada nos parece que haya cambiado. De las sombras irreales de la noche renace la vida real que conocíamos. Hemos de continuar allí donde nos habíamos visto interrumpidos, y en ese momento nos domina una terrible sensación, la de la necesidad de continuar, enérgicamente, el mismo ciclo agotador de costumbres estereotipadas, o quizá, a veces, el loco deseo de que nuestras pupilas se abran una mañana a un mundo remodelado durante la noche para agradarnos, un mundo en el que las cosas poseerían formas y colores recién inventados, y serían distintas, o esconderían otros secretos, un mundo en el que el pasado tendría muy poco o ningún valor, o sobreviviría, en cualquier caso, sin forma consciente de obligación o de remordimiento, dado que incluso el recuerdo de una alegría tiene su amargura, y la memoria de un placer, su dolor.“
„En este vaivén entre cristianismo y Antigüedad, entre un tímido o hipócrita cristianismo de las costumbres y una imitación no menos pusilánime y desconcertada de lo antiguo vive el hombre moderno y no se encuentra nada bien.“