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„En nuestro país, a causa de la escasa experiencia en tentativas de transformar la historia en novela, se exige todavía a los libros que sean legibles y sobre todo que se entiendan. Es decir, que estén al nivel mental de quienes los lean, lo que nos lleva a que se jaleen, con alegría irresponsable, obras de escritores poco exigentes, aunque ese vergonzoso jaleo, por fortuna, no todo el mundo lo acepta, o mejor dicho, llega a entenderlo“
„[…]otra arremetida de «HeilHitler!». ¿Sabes? Lo cierto es que me sorprendería que alguien no perdiera unojo o se hiciera daño en una mano o en una muñeca en medio de ese jaleo.Bastaba con quedarse mirando hacia el lugar equivocado en el peor momento oestar demasiado pegado a otra persona. Tal vez sí que hubo heridos. Por lo quea mí respecta, lo único que puedo decir es que nadie murió por estar allí, almenos físicamente. Es evidente que no podemos olvidar los cuarenta millonesde personas que recogí cuando todo hubo acabado, pero esto se está poniendometafórico.“
„Soy huérfano. Deambulo por el Dunsboro colonial con los pollos deformes de nacimiento, los ciudadanos drogadictos y los niños de la excursión que creen que este jaleo tiene algo que ver con el pasado real. Uno puede fingir. Uno puede engañarse, pero no se puede recrear lo que ya terminó.“
„«¿Cuánto corazón tienen? », se preguntó Jonas. Era una buena pregunta… tal vez la única que importaba. ¿Habían terminado de armar jaleo… o simplemente había empezado?“
„Al final descubrí un delgado volumen, titulado El libro de los secretos, enterrado en lo más profundo de Catálogos Muertos. Era un libro extraño: estaba organizado como un bestiario, pero escrito como un abecedario para niños. Tenía ilustraciones en que aparecían seres de cuentos de hadas como ogros, troles y resinillos. Cada entrada tenía una ilustración acompañada de un poema breve e insípido.La entrada de los Chandrian era la única que no llevaba ilustración, por supuesto. En su lugar solo había una página vacía enmarcada con volutas decorativas. El poema no aportaba absolutamente nada:De un sitio a otro los Chandrian van, pero nunca dejan rastro ni sabes dónde están.Guardan sus secretos con mucho cuidado, pero nunca te arañan ni te pegan un bocado.No montan peleas ni arman jaleos.De hecho con nosotros son bastante buenos.Llegan y se van, te vuelves y se han ido, como un rayo en el cielo, como un suspiro.Pese a lo irritante que resultaba un texto tan superficial, al menos dejaba algo muy claro: para el resto de la gente, los Chandrian no eran más que cuentos de hadas infantiles. Tan irreales como los engendros o los unicornios.Yo sabía otra cosa, por supuesto. Los había visto con mis propios ojos. Había hablado con Ceniza, el de los ojos negros. Había visto a Haliax, envuelto en un manto de sombra.Continué mi infructuosa búsqueda. No me importaba lo que creyera el resto de la gente. Yo sabía la verdad, y no soy de los que se rinden fácilmente.“