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„La vida era algo incierto, y había algunos momentos que se deseaban recordar, grabar en la memoria para poder recuperarlos más tarde, como una flor guardada entre las páginas de un libro, para poder admirar y rememorar de nuevo“
„¡Pero todos los libros están detrás de barrotes! -exclamo Tessa- ¡Como si fuera una especie de prisión literaria!Will sonrió-Algunos de esos libros muerden -contestó- Es mejor tener cuidado.-Siempre hay que tener cuidado con los libros -replicó Tessa-, y con lo que contienen, porque las palabras tienen el poder de cambiarnos.-No estoy seguro que ningún libro me haya cambiado -comento Will- Bueno está este que promete enseñarme a convertirte en todo un rebaño de ovejas…-Solo los débiles de espíritu se niegan a dejarse influir por la literatura y la poesía -dijo Tessa, decidida a o permitirle salirse de la conversación.“
„Conoces esa sensación -explicó-, cuando estás leyendo un libro y sabes que va a ser una tragedia; cuando puedes notar cómo se acerca el frío y la oscuridad, ver cómo la red se va cerrando sobre los personajes que viven y respiran en las páginas. Pero estás atado a la historia como si estuvieras atado detrás de un carruaje, y no puedes soltarte ni cambiar el rumbo.“
„¿Quién quiere películas o televisión cuando hay libros?“
„Recordaba haber preguntado a su madre en una ocasión por qué nunca la había usado a ella como modelo, por qué nunca había dibujado a su propia hija.»Dibujar a alguien es intentar capturarlo para siempre – había explicado Jocelyn, sentada en el piso con un pincel goteando azul cadmio sobre sus vaqueros. Si realmente amas algo, jamás intentas mantenerlo igual para siempre. Tienes que dejar que sea libre de cambiar».“
„Porque el mundo no está dividido en el especial y el ordinario. Todo el mundo tiene el potencial para ser extraordinario. Siempre y cuando tengas alma y libre albedrío, puedes ser cualquier cosa, hacer cualquier cosa, escoger lo que quieras.“
„Él no sabía lo que los libros significaban para ella, que los libros eran símbolos de sentido y verdad.“
„Soy un guerrero -Dijo-. Fui educado como un guerrero. Yo no tuve juguetes, yo tuve armas. Yo dormía en una espada de madera hasta que tuve cinco años. Mis primeros libros eran sobre estudios de demonios medievales con las páginas ilustradas. La primera canción que aprendí eran cantos para desterrar demonios. Se lo que me tranquiliza y no son playas o cantos de aves en bosques lluviosos. Quiero un arma en mi mano y una estrategia para ganar.“
„Fueron los libros los que me hicieron sentir que, quizás, no estaba completamente solo.“
„Siempre hay que tener cuidado con los libros, y con lo que contienen, porque las palabras tienen el poder de cambiarnos“
„Conoces ese sentimiento, cuando estás leyendo un libro, y sabes que va a haber una tragedia; puedes sentir que viene el frío y la oscuridad, ver como se dibuja una red apretadamente al rededor de los personajes que viven y respiran en las páginas. Pero estas amarrado a la historia, como si estuvieras siendo arrastrado detrás de un carruaje y no puedes dejarlo ir o alterar el curso hacia algún lado. Siento ahora, como que está sucediendo lo mismo, solo que no con personajes de las páginas sino con mis queridos amigos y compañeros. No quiero quedarme sentada mientras la tragedia viene por nosotros. Lo haré a un lado, solo yo lucharé para descubrir la forma en que ha de hacerse.“
„Cuando pienso en ti, y no estás ahí, siempre te veo en mi mente con un libro en la mano.“
„La vida es un libro, y hay miles de páginas que no hemos leído todavía.“
„Cada palabra que has escrito. Tú y yo, Tess, somos parecidos. Nosotros vivimos y respiramos palabras. Fueron los libros los que me impidieron quitarme la vida después de que pensé que nunca podría amar a alguien, que nunca sería amado por alguien. Fueron los libros los que me hicieron sentir que, quizás, no estaba completamente solo. Ellos podían ser completamente honestos conmigo y yo con ellos. Leyendo tus palabras, lo que tú escribiste, cómo te sentías sola en ocasiones y temerosa, pero siempre valiente. Por la forma en que veías el mundo, sus colores, texturas y sonidos, sentí… sentí la forma en que tú pensabas, esperabas, sentías, soñabas. Sentí que estaba soñando, pensando y sintiendo contigo. Soñé lo que tú has soñado, quise lo que tú has querido… y entonces me di cuenta de que, lo que realmente quería, eras tú. La chica detrás de las palabras garabateadas. Te amo desde el momento en que las leí. Aún te amo.“
„Cuando estás leyendo un libro, y sabes que habrá una tragedia; puedes sentir el frió y la oscuridad llegando, ver la red tejiéndose cerca de los personajes que viven y respiran en las páginas. Pero estas tan atado a la historia como si fueras tirado detrás de un carruaje, y no puedes dejarlo pasar o cambiar el rumbo haciéndose a un lado.“
„Eres como yo. Dices las cosas que pienso pero nunca digo en voz alta. Lees los libros que leo. Amas la poesía que yo amo. Me haces reír con tus canciones ridículas y la forma en que lo ves todo. Siento como si pudieras mirar dentro de mí y ver todos los lugares en los que soy extraña o inusual y adaptas tu corazón alrededor de ellos porque eres extraño e inusual de la misma forma. Somos lo mismo.“
„Uno siempre debe tener cuidado de los libros,” dijo Tessa, “y de lo que hay dentro de ellos, pues las palabras tienen el poder de cambiarnos.“
„Tus palabras me han cambiado Tess, han hecho de mí un hombre mejor que no hubiera sido de otra manera. La vida es un libro, y hay miles de páginas que no hemos leído todavía. Me gustaría las leamos juntos, tantas como pueda, antes de que me muera.“
„Y después de coger a mi general le gustaba salir al patio a fumarse su cigarro y a pensar en la tristeza poscoito, en la pinche tristeza de la carne, en todos los libros que no había leído.“
„He aquí algo sobre el honor de los poetas. Yo tenía diecisiete años y unos deseos irrefrenables de ser escritor. Me preparé. Pero no me quedé quieto mientras me preparaba, pues comprendí que si así lo hacía no triunfaría jamás. Disciplina y un cierto encanto dúctil, ésas son las claves para llegar a donde uno se proponga. Disciplina: escribir cada mañana no menos de seis horas. Escribir cada mañana y corregir por las tardes y leer como un poseso por las noches. Encanto, o encanto dúctil: visitar a los escritores en sus residencias o abordarlos en las presentaciones de libros y decirles a cada uno justo aquello que quiere oír. Aquello que quiere oír desesperadamente. Y tener paciencia, pues no siempre funciona. Hay cabrones que te dan una palmadita en la espalda y luego si te he visto no me acuerdo. Hay cabrones duros y crueles y mezquinos. Pero no todos son así. Es necesario tener paciencia y buscar. Los mejores son los homosexuales, pero, ojo, es necesario saber en qué momento detenerse, es necesario saber con precisión qué es lo que no uno quiere, de lo contrario puedes acabar enculado de balde por cualquier viejo maricón de izquierda. Con las mujeres ocurre tres cuartas partes de lo mismo: las escritoras españolas que pueden echarte un cable suelen ser mayores y feas y el sacrificio a veces no vale la pena. Los mejores son los heterosexuales ya entrados en la cincuentena o en el umbral de la ancianidad. En cualquier caso: es ineludible acercarse a ellos. Es ineludible cultivar un huerto a la sombra de sus rencores y resentimientos. Por supuesto, hay que empollar sus obras completas. Hay que citarlos dos o tres veces en cada conversación. ¡Hay que citarlos sin descanso! Un consejo: no criticar nunca a los amigos del maestro. Los amigos del maestro son sagrados y una observación a destiempo puede torcer el rumbo del destino. Un consejo: es preceptivo abominar y despacharse a gusto contra los novelistas extranjeros, sobre todo si son norteamericanos, franceses o ingleses. Los escritores españoles odian a sus contemporáneos de otras lenguas y publicar una reseña negativa de uno de ellos será siempre bien recibida. Y callar y estar al acecho. Y delimitar las áreas de trabajo. Por la mañana escribir, por la tarde corregir, por las noches leer y en las horas muertas ejercer la diplomacia, el disimulo, el encanto dúctil. A los diecisiete años quería ser escritor. A los veinte publiqué mi primer libro. Ahora tengo veinticuatro y en ocasiones, cuando miro hacia atrás, algo semejante al vértigo se instala en mi cerebro. He recorrido un largo camino, he publicado cuatro libros y vivo holgadamente de la literatura (aunque si he de ser sincero, nunca necesité mucho para vivir, sólo una mesa, un ordenador y libros). Tengo una colaboración semanal con un periódico de derechas de Madrid. Ahora pontifico y suelto tacos y le enmiendo la plana (pero sin pasarme) a algunos políticos. Los jóvenes que quieren hacer una carrera como escritor ven en mí un ejemplo a seguir. Algunos dicen que soy la versión mejorada de Aurelio Baca. No lo sé. (A los dos nos duele España, aunque creo que por el momento a él le duele más que a mí). Puede que lo digan sinceramente, pero puede que lo digan para que me confíe y afloje. Si es por esto último no les voy a dar el gusto: sigo trabajando con el mismo tesón que antes, sigo produciendo, sigo cuidando con mimo mis amistades. Aún no he cumplido los treinta y el futuro se abre como una rosa, una rosa perfecta, perfumada, única. Lo que empieza como comedia acaba como marcha triunfal, ¿no?“
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