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Relacionado con: luto
„Negro para la caza durante la nocheEl color blanco para la muerte y el lutoOro para una novia en su vestido de bodaY el rojo para deshacer encantamientos.Seda blanca cuando nuestros cuerpos se queman,Banderas azules cuando lo perdido regresa.Flamas por el nacimiento de un Nefilim,Y para lavar nuestros pecados.Gris por el mejor conocimiento jamás dichoHueso para aquellos que no envejecen.El azafrán ilumina la marcha de la victoria,El verde reparará nuestros corazones rotos.Plata para las torres de los demonios,Y el bronce para convocar los poderes malvados.“
„En la red de mi música estas presa, amor mío, y mis redes de música son anchas como el cielo. Mi alma nace a la orilla de tus ojos de luto. En tus ojos de luto comienza el país del sueño“
„Con mi rap estoy de luto, no disfruto, es mi veneno, ver que escriba lo que escriba pienso que no soy tan bueno“
„Soñé que asistía a mi propio entierro, a pie, caminando entre un grupo de amigos vestidos de luto solemne, pero con un ánimo de fiesta. Todos parecíamos dichosos de estar juntos. Y yo más que nadie, por aquella grata oportunidad que me daba la muerte para estar con mis amigos de América Latina, los más antiguos, los más queridos, los que no veía desde hacía más tiempo. Al final de la ceremonia, cuando empezaron a irse, yo intenté acompañarlos, pero uno de ellos me hizo ver con una severidad terminante que para mí se había acabado la fiesta. «Eres el único que no puede irse», me dijo. Sólo entonces comprendí que morir es no estar nunca más con los amigos.“
„La ciudad estaba sumergida en su marasmo de siglos, pero no faltó quien vislumbrara el rostro macilento, los ojos fugaces del caballero incierto con sus tafetanes de luto, cuya carroza abandonó el recinto amurallado y se dirigió a campo traviesa hacia el cerro de San Lázaro.“
„Ambos siguieron atentos a los rumores crecientes sobre la gravedad de la peste, y aun contra sus deseos tuvieron que conversar otra vez sobre asuntos que les eran comunes, como en los tiempos en que se odiaban menos. Para él era claro. Siempre creyó que amaba a la hija, pero el miedo al mal de rabia lo obligaba a confesarse que se engañaba a sí mismo por comodidad. Bernarda, en cambio, no se lo preguntó siquiera, pues tenía plena conciencia de no amarla ni de ser amada por ella, y ambas cosas le parecían justas. Mucho del odio que ambos sentían por la niña era por lo que ella tenía del uno y del otro. Sin embargo, Bernarda estaba dispuesta a hacer la farsa de las lágrimas y a guardar un luto de madre.“
„Que el diablo se vista de luto que yo me vestiré de gala“