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„- «Puede que existan las hadas y los genios, mas Dios solo ayuda a quienes se ayudan a sí mismos.“
„Era una noche despejada y, aunque no había luna, sí había mil millones de estrellas encima de la casa, y tenían el mismo aspecto de siempre. A lo mejor allí arriba no había barrera.“
„Pero con los adultos todo era más complicado, ya que cualquier acción posible se teñía con la idea de las consecuencias, la empañaban las dudas, la imagen de sí mismo, los sentimientos de amor y responsabilidad.“
„Eres un autodidacta, un hombre que se ha hecho a sí mismo. Y creo que un hombre bastante notable.“
„Eso tampoco lo sé; sólo sé que puede ser una especie de… cerrojo. Un eje central que contiene en sí mismo todo el conjunto de la existencia. Toda la existencia, todos los tiempos y todas las dimensiones.“
„Estaba bien ser joven y enamorado, pensó. Incluso en el cementerio en que este mundo se había convertido.«Disfrutadlo mientras podáis —pensó—, porque tenemos más muerte por delante. Hemos llegado a un arroyo de sangre. Es algo que habrá de conducirnos a un río de la misma sustancia, sin duda alguna. Y más adelante, a un océano. En este mundo las tumbas bostezan, y ninguno de los muertos descansa en paz.»“
„La muerte podía estar en una bolsa de cacahuetes, en un trozo de carne que se te atravesara, en el siguiente paquete de cigarrillos. Siempre te andaba rondando, de guardia en todas las estaciones de control entre lo mortal y lo eterno. Agujas infectadas, insectos venenosos, cables mal aislados, incendios forestales. Patines que lanzaban a intrépidos chiquillos a cruces muy transitados. Cada vez que te metes en la bañera para darte una ducha, Oz te acompaña: ducha para dos.Cada vez que subes a un avión, Oz lleva tu misma tarjeta de embarque. Está en el agua que bebes y en la comida que comes. «¿Quién anda ahí?», gritas en la oscuridad cuando estás solo y asustado, y es él quien te responde: Tranquilo, soy yo. Eh, ¿cómo va eso? Tienes un cáncer en el vientre, qué lata, chico, sí que lo siento. ¡Cólera! ¡Septicemia! ¡Leucemia! ¡Arteriosclerosis! ¡Trombosis coronaria! ¡Encefalitis! ¡Osteomielitis! ¡Ajajá, vamos allá!Un chorizo en un portal, con una navaja en la mano. Una llamada telefónica a medianoche. Sangre que hierve con ácido de la batería en una rampa de salida de una autopista de Carolina del Norte. Puñados de píldoras: anda, traga. Ese tono azulado de las uñas que sigue a la muerte por asfixia; en su último esfuerzo por aferrarse a la vida, el cerebro absorbe todo el oxígeno que queda en el cuerpo, incluso el de las células vivas que están debajo de las uñas.Hola, chicos, me llamo Oz el Ggande y Teggible, pero podéis llamarme Oz a secas. Al fin y al cabo, somos viejos amigos. Pasaba por aquí y he entrado un momento para traerte este pequeño infarto, este derrame cerebral, etcétera; lo siento, no puedo quedarme, tengo un parto con hemorragia y, luego, inhalación de humo tóxico en Omaha.Y la vocecita sigue gritando: «¡Te quiero, Tigger, te quiero! ¡Creo en ti, Tigger! ¡Siempre te querré y creeré en ti, y seguiré siendo niña, y el único Oz que habitará en mi corazón será ese simpático impostor de Nebraska! Te quiero…».Vamos patrullando, mi hijo y yo…, porque lo que importa no es el sexo ni la guerra, sino la noble y terrible batalla sin esperanza contra Oz, el Ggande y Teggible.“
„He sido un necio –dijo con una voz tan temblorosa como sus manos.- Desde luego que sí –dijo Cuthbert-, ya lo creo. –Cayó de rodillas sobre el polvo, de cara a Roland-. Ahora ya puedes empezar a pegarme si quieres. Todas las veces y con la fuerza que te dé la gana. No te devolveré los golpes. He hecho todo lo que he podido para despertar tu sentido de la responsabilidad. Si sigues durmiendo, que así sea. En cualquiera de los dos casos, te quiero.Bert apoyó las manos en los hombros de Roland y besó brevemente la mejilla de su amigo.Roland se echó a llorar.En parte eran lágrimas de gratitud. Pero sobre todo una mezcla de rabia y desconcierto; había incluso una pequeña y oscura parte de sí mismo que odiaba a Cuthbert y siempre lo odiaría. Aquella parte odiaba a Cuthbert más por el beso que por el puñetazo en la mandíbula; más por el perdón que por el despertar.“
„Cuando llega la hora de la verdad, en realidad sólo existen dos tipos de hombres en el mundo —dijo Andy, protegiendo una cerilla con ambas manos ahuecadas y encendiendo un cigarrillo—. Supongamos, Red, que hubiera una casa llena de pinturas y esculturas extrañas y de bellos objetos antiguos. Y supongamos que el propietario de la casa se enterara de que un huracán espantoso avanzaba precisamente en aquella dirección. Uno de los dos tipos de hombres a que me refiero, sencillamente espera que suceda lo mejor. El huracán puede cambiar de curso, se dice a sí mismo. Ningún huracán bien pensante se atrevería jamás a destruir todos esos Rembrandts, mis dos caballos de Degas, mis Grant Wood y mis Benton. Además, Dios no lo permitiría. Y si de todos modos ocurriera lo peor, están asegurados. Ése es un tipo de hombre. El otro sencillamente supone que el huracán arrasará la casa sin más. Si el centro meteorológico anuncia que el huracán ha cambiado de curso, este individuo cree que volverá a cambiar para arrasar su casa. Este segundo tipo de individuo sabe que no existe mal alguno en esperar lo mejor, siempre que estés preparado para lo peor.Yo también encendí un cigarrillo.—¿Me estás diciendo que estás preparado para la eventualidad?—Sí. Estoy preparado para el huracán.“
„La realidad es un misterio, doctor Bonsaint, y la textura corriente de las cosas es la tela que usamos para ocultar su resplandor y oscuridad. Pienso que cubrimos los rostros de los cadáveres por la misma razón. Vemos las caras de los muertos como una especie de puerta. Está cerrada para nosotros… pero sabemos que no lo estará siempre. Algún día se abrirá para cada uno de nosotros y la atravesaremos.“
„Antes de abandonarse por completo, Mark se dio cuenta de que estaba pensando, y no por primera vez, lo extraño que eran los adultos. Tomaban laxantes, alcohol o píldoras para dormir, para ahuyentar sus terrores y conseguir conciliar el sueño, y sus temores eran tan mansos, tan domésticos: el trabajo, el dinero, lo que pensará la maestra si Jennie no va a la escuela mejor vestida, si me amará mi mujer, quiénes serán mis amigos. Pálidos miedos comparados con los que experimentan todos los niños en la oscuridad de sus lechos, sin poder confesárselos a nadie en la esperanza de ser comprendido, a no ser a otro niño. No hay terapia de grupo ni psiquiatría ni servicios sociales de la comunidad para el niño que debe hacer frente a eso que todas las noches está en el sótano o debajo de la cama, a eso que acecha, se mueve y amenaza detrás del punto donde la visión se acaba. Y noche tras noche hay que librar la misma batalla solitaria, y la única cura es que al final las facultades imaginativas terminan por anquilosarse, y a eso se le llama ser adulto.“
„Escribir una historia es contársela uno mismo -dijo él-. Cuando reescribes, lo principal es quitar todo lo que no sea la historia.“
„esa sensación de no ser yo mismo, como unas especie de alienígena en un disfraz humano perfecto“
„De un extraño te puedes apartar, pero de ti mismo no.“
„Las cosas concebidas por la mente y hechas con las manos nunca son iguales, ni siquiera cuando se empeñan en parecer idénticas, porque nosotros no somos los mismos de un día a otro, ni si quiera de un momento a otro.“
„A veces, cuando el pasado armoniza consigo mismo, el hombre sabio se aclara la garganta y canta a coro con él.“
„Si quieres pesarte a ti mismo, da de un lado el dinero, la casa, las dignidades y contémplate por dentro; mientras, estás apreciando tu valer por lo que dicen los demás.“
„Por esto los antiguos recomendaron seguir la vida mejor, no la más agradable, de modo que el placer no sea el guía, sino el compañero de la voluntad recta y buena. Pues es la naturaleza quien tiene que guiarnos; la razón la observa y la consulta. Si conservamos con cuidado y sin temor nuestras dotes corporales y nuestras aptitudes naturales, como bienes fugaces y dados para un día, si no sufrimos su servidumbre y no nos dominan las cosas externas; si los placeres fortuitos del cuerpo tienen para nosotros el mismo puesto que en campaña los auxiliares y las tropas ligeras (sirven para servir, no mandar), sólo así son útiles para el alma.“
„Te diré cuál es el verdadero placer y de dónde viene: de la buena conciencia, de las rectas intenciones, de las buenas acciones, del menosprecio de las cosas del azar, del aire plácido y lleno de seguridad, de la vida que siempre pisa el mismo camino.“
„A los que corren en un laberinto, su misma velocidad los confunde.“
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