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„La suprema felicidad de la vida es saber que eres amado por ti mismo o, más exactamente, a pesar de ti mismo”.“
„El pensamiento es más que un derecho, es el aliento mismo del hombre.“
„Inspiración y genio son casi la misma cosa.“
„Dicho sea de paso, el éxito es una cosa bastante fea. Su falso parecido con el mérito engaña a los hombres de tal modo que para la multitud, el triunfo tiene casi el mismo rostro que la superioridad.“
„Querer prohibir a la imaginación que vuelva a una idea, es lo mismo que querer prohibir al mar que vuelva a la playa. Para el marinero este fenómeno se llama marea; para el culpado se llama remordimiento.“
„No temamos nunca a los ladrones ni a los asesinos; éstos no son más que los peligros exteriores, los pequeños peligros. Temámonos a nosotros mismos. Los prejuicios: éstos son los ladrones más temibles; los vicios: éstos los asesinos. Los grandes peligros están dentro de nosotros.“
„Siendo un ex pecador, como se calificaba a sí mismo sonriendo, no tenía ninguna de las asperezas del rigorismo, y profesaba muy alto, sin cuidarse para nada de ciertos fruncimientos de cejas, una doctrina que podría resumirse en estas palabras: «El hombre tiene sobre sí la carne, que es a la vez su carga y su tentación. La lleva, y cede a ella. Debe vigilarla, contenerla, reprimirla; mas si a pesar de sus esfuerzos cae, la falta así cometida es venial. Es una caída; pero caída sobre las rodillas, que puede transformarse y acabar en oración».“
„Atreverse; el progreso se obtiene a este precio.Todas las conquistas sublimes son, más o menos, premios al atrevimiento. Para que la Revolución exista, no basta con que Montesquieu la presienta, ni con que Diderot la predique, ni con que Beaumarchais la anuncie, ni con que Condorcet la calcule, ni con que Arouet la prepare, ni con que Rousseau la premedite; es preciso que Danton se atreva.El grito «¡Audacia!» es un fiat lux. Para la marcha hacia delante del género humano es preciso que encuentre en las cumbres de la sociedad ejemplos permanentes y altivos de valor. La temeridad deslumbra a la historia, y es una gran luz para el hombre. La aurora es audaz cuando se eleva sobre el horizonte. Intentar, desafiar, persistir, perseverar, ser fiel a sí mismo, hacer frente al destino, asombrar a la catástrofe por el poco miedo que nos infunde, ya sea enfrentándose a los poderes injustos o insultando a la victoria ebria, resistir y persistir; he aquí el ejemplo que necesitan los pueblos y la luz que los electriza. El mismo formidable relámpago va de la antorcha de Prometeo al botafuego de Cambronne.“
„Si se quiere ser feliz, señor, no se puede tener sentido del deber; pues, si uno lo tiene, el deber es implacable. Se diría que nos castiga por querer cumplir con él; pero, no, más bien nos recompensa, pues nos precipita en un infierno en el que nos sentimos cerca de Dios. Apenas nos hemos desgarrado las entrañas, nos hallamos en paz con nosotros mismos.“
„No temamos nunca a los ladrones ni a los asesinos. Temamonos a nosotros mismos, porque los grandes peligros se encuentran dentro de nosotros“
„¿Por qué aquella desmesurada carreta ocupaba aquel sitio en la calle? Lo primero para obstruirla, y lo segundo para que se acabara de enmohecer. En el viejo orden social hay también una porción de instituciones que ocupan del mismo modo la vía pública, y que tampoco tienen otras razones para estar en ella.“
„No temamos nunca ni a los ladrones ni a los asesinos: esos son los peligros exteriores, los pequeños peligros. Temámonos a nosotros mismos. Las preocupaciones, esas son los ladrones: los vicios, esos son los asesinos. Los grandes peligros existen dentro de nosotros. ¿Qué importa lo que amenaza a nuestra cabeza o a nuestra bolsa? Pensemos con preferencia en lo que amenaza a nuestra alma.“
„Querer prohibir a la imaginación que vuelva a una idea es lo mismo que prohibir al mar que vuelva a la playa. Al“
„La suprema dicha de la vida, es la convicción de que se es amado; amado por sí mismo, digamos mejor, ama¬do a pesar de sí mismo.“
„Pongámonos de acuerdo en qué es la igualdad, pues si la libertad es la cima, la igualdad es la base. La igualdad, ciudadanos, no es que toda la vegetación esté enrasada, una sociedad de hierbas largas y de robles bajos; un vecindario de envidias que se castren entre sí; es, en el ámbito civil, que todas las aptitudes tengan las mismas oportunidades; en el ámbito político, es que todos los votos valgan lo mismo; en el ámbito religioso, es que todas las conciencias tengan los mismos derechos. La Igualdad tiene un órgano: la instrucción gratuita y obligatoria. El derecho al alfabeto, por ahí es por donde hay que empezar. La escuela primaria obligatoria para todos; la escuela secundaria brindada a todos, ésa es la ley. De la escuela idéntica sale la sociedad igual. ¡La enseñanza, sí! ¡Luz! ¡Luz! Todo viene de la luz y todo va a la luz. Ciudadanos, el siglo XIX es grande, pero el siglo XX será feliz. Y ya no pasará nada que tenga que ver con la historia vieja; no tendremos ya que temer, como ahora, una conquista, una invasión, una usurpación, una rivalidad a mano armada de naciones, una interrupción de la civilización que dependa de un matrimonio de reyes, de un nacimiento en el seno de las tiranías hereditarias, de un reparto de pueblos obra de un congreso, de un desmembramiento porque se hunda una dinastía, de un combate entre dos religiones que choquen de frente como dos carneros del reino de la oscuridad, en el puente de lo infinito; no tendremos ya que temer la hambruna, ni la explotación, ni la prostitución fruto de la desesperación ni el desvalimiento, ni la miseria fruto del paro, ni el patíbulo, ni la espada, ni las batallas, ni todos los robos de salteador del azar en el bosque de los acontecimientos. Casi podríamos decir que ya no habrá acontecimientos. Los hombres serán felices. El género humano cumplirá su ley como cumple la suya el globo terrestre; se restablecerá la armonía entre el alma y el astro; el alma gravitará en torno a la verdad igual que el astro en torno a la luz.“
„La dicha suprema de la vida es la convicción de que somos amados, amados por nosotros mismos; mejor dicho amados a pesar de nosotros;“
„(…) Vivimos en una sociedad sombría. Lograr el éxito, ésta es la enseñanza que, gota a gota, cae de la corrupción a plomo sobre nosotros.Digamos, sin embargo, que eso que se llama éxito es algo bastante feo. Su falso parecido con el mérito engaña a los hombres. Para la muchedumbre, el triunfo tiene casi el mismo aspecto que la supremacía. El éxito, este artificio del talento, tiene una víctima a quien engañar: la historia. Juvenal y Tácito son los únicos que protestan. En nuestros días, ha entrado como sirviente en casa del éxito una filosofía casi oficial, que lleva la librea de su amo y le rinde homenaje en la antecámara. Hay que tener éxito: ésa es la teoría. La prosperidad supone capacidad. Ganen la lotería y ya serán capaces. El que triunfa es objeto de veneración. Todo consiste en nacer de pie. Tengan suerte, lo demás ya llegará; sean felices, y los considerarán grandes. Fuera de cinco o seis excepciones importantes, que constituyen la luz de un siglo, la admiración contemporánea no es más que miopía. Lo dorado es considerado oro. No importa ser un cualquiera, si se llega el primero. El vulgo es un viejo Narciso que se adora a sí mismo y que celebra todo lo vulgar. Esa facultad enorme, por la cual el hombre se convierte en Moisés, Esquilo, Dante, Migue Ángel o Napoleón, la multitud la concede por unanimidad y por aclamación a quien logra su objetivo, sea quien fuere. Que un notario se transforme en diputado; que un falso Corneille haga el Tiridate; que un eunuco llegue a poseer un harén; que un militar adocenado gane por casualidad la batalla decisiva de una época; que un boticario invente las suelas de cartón para el ejército del Sambre-et-Meuse y obtenga, con aquel cartón vendido como cuero, una renta de cuatrocientos mil francos; que un buhonero contraiga matrimonio con la usura, y tenga de ella por hijos siete y ocho millones, de los cuales él es el padre y ella, la madre; que un predicador llegue a obispo por la gracia de ser gangoso; que un intendente de buena casa, al dejar el servicio, sea tan rico que lo nombren ministro de Hacienda; no importa: los hombres llaman a eso Genio, tal como Belleza a la figura de Mousqueton, y Majestad al talante de Claudio, confundiendo así con las constelaciones del abismo las huellas estrelladas que dejan en el lodo blando las patas de los gansos.“
„La llave que se usa constantemente, reluce como plata: no usándola se enmohece. Lo mismo pasa con el entendimiento.“
„Cuando reflexiono, cosa que hago frecuentemente, sobre la felicidad de que he disfrutado, a veces me digo a mí mismo que si se me ofreciera de nuevo exactamente la misma vida, la volvería a vivir de principio a fin. Todo lo que pediría, sería el privilegio de un autor que corrigiera en una segunda edición algunos errores de la primera.“
„Aquél que se ama a sí mismo no tiene rival ninguno.“
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