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„Si tuvieras a un muchacho para despreciar a su madre, que la mantuviera en su casa, y pasara su vida acariciándolo, y esclavizándose para complacer sus locuras y caprichos.“
„No enviaría una pobre muchacha al mundo, ignorante de las trampas que le rodeaban; Ni la vigilaría, hasta que, despojada de autoestima y confianza en sí misma, perdiera el poder o la voluntad de vigilarse.“
„los pobres muchachos eran tan felices que sólo pensaban en sí mismos, y no tenían ojos más que para aquel hermoso cielo que los bendecía.“
„Luisa, es peligroso pasar días enteros con la cabeza abatida sobre el pecho, las manos inertes, la mirada vaga; es peligroso buscar las avenidas sombrías y no participar de las diversiones que regocijan los corazones de las las jóvenes; es peligroso, Luisa, escribir con a punta del pie; como sueles hacer, sobre la arena, letras que, por más que te apresures a borrarlas; siempre aparecen por debajo del talón, principalmente cuando esas letras se asemejan más a una L que a una B; es peligroso, en fin, forjarse allá en la mente mil extrañas ilusiones, fruto de la soledad y de los dolores de cabeza; esas ilusiones socavan las mejillas de una pobre muchacha al mismo tiempo que su cerebro, y no es cosa rara ver en esas ocasiones a una persona de amable y risueño trato volverse taciturna y fastidiosa, y a la de más talento convertida en una imbécil.“
„Ya me va bien —me dije,haciéndole mimos a Hamid—, al final, lo quecuenta son estas muchachas tan competentes que nose han encontrado ni una de las dificultades con lasque yo he tenido que vérmelas. Tienen unosmodales, unas voces, unas exigencias, unaspretensiones, una conciencia de sí mismas que yoni siquiera hoy me atrevo a permitirme. Otros,otras no tienen esa suerte. En los países con ciertobienestar ha predominado una medianía que ocultalos horrores del resto del mundo. Cuando de esoshorrores se desprende una violencia que llegahasta el interior de nuestras ciudades y nuestrascostumbres nos sobresaltamos, nos alarmamos“
„la clásica historia del chico que se fue de su casa para estudiar con un reputado maestro. Cuando conoció al viejo sabio, le preguntó: «¿Cuánto tardaré en ser tan sabio como tú?» La respuesta no se hizo esperar: «Cinco años.» «Eso es mucho tiempo», replicó el muchacho. «¿Y si trabajo el doble?» «Entonces tardarás diez», contestó el maestro, a lo que el muchacho protestó: «Eso es demasiado tiempo. ¿Y si estudio también por las noches?» «Quince años», dijo el sabio. «No lo comprendo», replicó el chico. «Cada vez que prometo dedicar más energías, tú me dices que tardaré más en lograr mi objetivo. ¿Por qué?» «La respuesta es muy sencilla. Si tienes un ojo puesto en el destino que esperas alcanzar, sólo te queda otro para que te guíe en el viaje.»“
„Y el largo vuelo de regreso a casa, los alumnos en el campus, los jóvenes de mirada vidriosa, destruidos por las drogas y las ideas, que ni siquiera se fijaban en las muchachas altas y bronceadas cuyos pechos se transparentaban bajo las finas camisetas de algodón y hablaban de marihuana, sexo, revolución, los derechos de las mujeres en el mayor laboratorio social del mundo.“
„Así es. Todas las muchachas lindas son una trampa y los hombres esperan que lo sean.“
„No podemos vivir en lo abstracto. Por eso vino Jesucristo, en formas tan bellas, para que pudiéramos adorar a Dios. Vino para hacerse ejemplar, camino, para que viéramos, para que oyéramos y tocáramos la verdad. Amo a Dios: luz, forma, todas las ideas. ¡Oh, único, muchacha de las muchachas, árbol de los árboles, mar de los mares! ¡Oh Tú, el ejemplar, Tú, el que no eres sino bueno! ¡Ven y sácame, porque corro desolado!“
„»Cuando era un muchacho, me apasionaban los mapas. Podía pasar horas mirando Sudamérica, África o Australia inmerso en los placeres de la exploración. En aquella época quedaban muchos lugares desconocidos en la tierra, y cuando veía en un mapa alguno que pareciera particularmente atractivo (aunque todos lo parecen), ponía el dedo sobre él y decía: “Cuando sea mayor iré allí”.“
„Simplemente fui un muchacho hedonista.“
„Había descubierto, sin darse cuenta, una de las leyes fundamentales de la conducta humana, a saber: que para hacer que alguien, hombre o muchacho, desee alguna cosa, sólo es necesario hacerla difícil de conseguir.“
„Ya tengo un objetivo, una finalidad en esta vida —se decía—, y es conquistar a esta muchacha o que ella me conquiste. Y es lo mismo. En amor lo mismo da vencer que ser vencido.“
„Sí, ya me han dicho que se ha hablado bastante de mi asistencia al mitin organizado por Falange Española en Salamanca. Fui a este mitin como voy a todos los que quiero. No asisto a aquellos actos a los que me invita la empresa, sino a los que yo quiero ir. Cuando comenzó el mitin comenzaron a tirarme de la lengua, pero yo, naturalmente, ni interrumpí ni hice caso alguno. A mí no me tira nadie de la lengua: tengo por costumbre contestar a aquello que no se me pregunta y dejar sin respuesta aquello que se me interroga. Por lo demás, ese muchacho -refiriéndose a José Antonio- tiene mucho talento y una cabeza que funciona perfectamente. Llegará hasta donde quiera, porque, además, es un carácter de cuidado… ¡Mucho ojo con estos muchachos del brazo en alto!“
„muchachas en la flor de la edad con bocas violentamente pintadas, muchachos que perseguían a las jóvenes, y mujeres de cuerpos obesos y bamboleantes, vivas pruebas de lo que serían las muchachas cuando tuvieran diez años más“
„La imaginación de los muchachos es un corcel, y la curiosidad, la espuela que lo aguijonea y lo arrastra a través de los proyectos más imposibles.“
„Cómo soportaba él los ojos de la muchacha y revolvía los suyos contra la cabeza juvenil, escapando de allí para escarbar en la tormenta de la noche, para adherir a su mirada la intensidad del cielo y derramarla, imponerla en aquel rostro de niña que lo observaba inmóvil y sin expresión, dejando perder sin quererlo, sin saber, sin poder evitarlo, entregando a su cara seria y fatigada de hombre la dulzura y la humildad adolescente de las mejillas pecosas y del cuello, desde el paisaje ennegrecido del jardín, atrás de la ventana.“
„Si aquella noche el rostro de Inés se me mostró en las facciones de Bob, si en algún momento el fraternal parecido pudo aprovechar la trampa de un gesto para darme a Inés por Bob, fue aquella, entonces, la última vez que vi a la muchacha. Es cierto que volví a estar con ella dos noches después en la entrevista habitual, y un mediodía en un encuentro impuesto por mi desesperación, inútil, sabiendo de antemano que todo recurso de palabra y presencia sería inútil, que todos mis machacantes ruegos morirían de manera asombrosa, como si no hubieran sido nunca, disueltos en el enorme aire azul de la plaza, bajo el follaje de verde apacible en mitad de la buena estación.Las pequeñas y rápidas partes del rostro de Inés que me había mostrado aquella noche Bob, aunque dirigidas contra mí, unidas a la agresión, participaban del entusiasmo y el candor de la muchacha. Pero cómo hablar a Inés, cómo tocarla, convencerla a través de la repentina mujer apática de las dos últimas entrevistas. Cómo reconocerla o siquiera evocarla mirando a la mujer de largo cuerpo rígido en el sillón de su casa y en el banco de la plaza, de una igual rigidez resuelta y mantenida en las dos distintas horas y los dos parajes; la mujer de cuello tenso, los ojos hacia delante, la boca muerta, las manos plantadas en el regazo. Yo la miraba y era “no”, sabía que era “no” todo el aire que la estaba rodeando.“
„Por eso no levanto mi voz, viejo Walt Whítman,contra el niño que escribenombre de niña en su almohada,ni contra el muchacho que se viste de noviaen la oscuridad del ropero,ni contra los solitarios de los casinosque beben con asco el agua de la prostitución,ni contra los hombres de mirada verdeque aman al hombre y queman sus labios en silencio.Pero sí contra vosotros, maricas de las ciudades,de carne tumefacta y pensamiento inmundo,madres de lodo, arpías, enemigos sin sueñodel Amor que reparte coronas de alegría.“
„NOVIA. ¡Porque yo me fui con el otro, me fui! (Con angustia.) Tú también te hubieras ido. Yo era una mujer quemada, llena de llagas por dentro y por fuera, y tu hijo era un poquito de agua de la que yo esperaba hijos, tierra, salud; pero el otro era un río oscuro, lleno de ramas, que acercaba a mí el rumor de sus juncos y su cantar entre dientes. Y yo corría con tu hijo que era como un niñito de agua, frío, y el otro me mandaba cientos de pájaros que me impedían el andar y que dejaban escarcha sobre mis heridas de pobre mujer marchita, de muchacha acariciada por el fuego. Yo no quería, ¡óyelo bien!, yo no quería. ¡Tu hijo era mi fin y yo no lo he engañado, pero el brazo del otro me arrastró como un golpe de mar, como la cabezada de un mulo, y me hubiera arrastrado siempre, siempre, siempre, aun que hubiera sido vieja y todos los hijos de tu hijo me hubiesen agarrado de los cabellos.“
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