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Relacionado con: muchacho
„Me vi entonces a mí mismo a través de sus ojos; apenas un muchacho transparente que creía haber ganado el mundo en una hora y que todavía no sabía que podía perderlo en un minuto.“
„… normalmente se permite a los muchachos vivir en la ignorancia del verdadero rostro del mundo hasta bien entrada la juventud, pero temo que vosotros no tendréis ese dudoso privilegio.“
„Incluso ella comprendía que no bastaba con aquello, que cada minuto que Penélope y Julián pasaban juntos les unía más. Hace tiempo que el aya había aprendido a reconocer en sus miradas el desafío y la arrogancia del deseo: una voluntad ciega de ser descubiertos, de que su secreto fuera un escándalo a voces y ya no tuvieran que ocultarse en rincones y desvanes para amarse a tientas. A veces, cuando Jacinta acudía a arropar a Penélope, la muchacha se deshacía en lagrimas y le confesaba sus deseos de huir con Julián, de tomar el primer tren y escapar a donde nadie les conociese.“
„Muchacha pequeños pies, no corras más, tu tiempo es hoy“
„Y no hables más muchacha, corazón de tiza, cuando todos duerman te robaré un color“
„25—Muchacho, ¿por qué tienes esta mirada enloquecida?—Debí de beber algún zumo de adormidera para que los ojos se me llenaran de esta locura.—¡Avergüénzate, pues!—Hay prudentes y hay locos, previsores y despreocupados. Hay ojos que sonríen y ojos que lloran, y mis ojos están llenos de locura.—Muchacho, ¿por qué estás tan quieto a la sombra de este árbol?—Mi corazón pesa en mis pies y descanso a la sombra de este árbol.—¡Avergüénzate, pues!—Unos andan por el camino, otros pasean, algunos son libres, otros están encadenados, y mi corazón pesa en mis pies.“
„presente es un extraño y confuso futuro donde chicos con tricotas y muchachas de pelo suelto beben sus cafés crème y se acarician con una lenta gracia de gatos o de plantas.“
„De muchacho, en el café, cuántas veces la ilusión de la identidad con los camaradas nos hizo felices. Identidad con hombres y mujeres de los que conocíamos apenas una manera de ser, una forma de entregarse, un perfil.“
„Se creen sabios porque han juntado un montón de libros y se lo han comido. Me da risa, porque en realidad son buenos muchachos y viven convencidos de que lo que estudian y lo que hacen son cosas muy difíciles y profundas. En el circo es igual, y entre nosotros es igual. La gente se figura que algunas cosas son el colmo de la dificultad, y por eso aplauden a los trapecistas.“
„Entonces, mira, a veces una muchacha parte en bicicleta,la ves de espaldas alejándose por un camino (¿la Gran Vía,King´s Road, la Avenue de Wagran, un senderoentre álamos, un paso entre colinas?), hermosa y joven laves de espaldas yéndose, más pequeña ya, resbalando en latercera dimensión y yéndose,y te preguntas si llegará, si salió para llegar, si salióporque quería llegar, y tienes miedo como siempre hastenido miedo por ti mismo, la ves irse tan frágil yblanca en una bicicleta de humo, te gustaría estar con ella,alcanzarla en algún recodo y apoyar una mano en el/manubrioy decir que también tú has salido, que también tú quieresllegar al sur,y sentirte por fin acompañado porque la estás acompañando,larga será la etapa pero allí en lo alto el aire es limpioy no hay papeles y latas en el suelo, hacia el fondo delvalle se dibujará por la mañana el ojo celeste de un lago.Sí, también eso lo sueñas despierto en tu oficina o enla cárcel, mientras te aplauden en un escenario o unacátedra, bruscamente ves el rumbo posible, ves la chicayéndose en su bicicleta o el marinero con su bolsa alhombro, entonces es cierto, entonces hay gente que seva, que parte para llegar, y es como un azote de palomasque te pasa por la cara, por qué no tú, hay tantasbicicletas, tantas bolsas de viaje, las puertas de laciudad están abiertas todavía,y escondes la cabeza en la almohada, acaso lloras.Porque, son cosas que se saben, la ruta del sur llevaa la muerte,allá, como la vio un poeta, vestida de almirante esperao vestida de sátrapa o de bruja, la muerte coronel ogeneral esperasin apuro, gentil, porque nadie se apura en los aeródromos,no hay cadalsos ni piras, nadie redobla los tamborespara anunciar la pena, nadie venda los ojos de los reosni hay sacerdotes que le den a besar el crucifijo a lamujer atada a la estaca, eso no es ni siquiera Ruán y noes Sing-Sing, no es la Santé,allá la muerte espera disfrazada de nadie, allá nadiees culpable de la muerte, y la violenciaes una vacua acusación de subversivos contra la disciplinay la tranquilidad del reino,allá es tierra de paz, de conferencias internacionales,copas de fútbol, ni siquiera los niños revelarán queel rey marcha desnudo en los desfiles, los diarioshablarán de la muerte cuando la sepan lejos, cuando sepueda hablar de quienes mueren a diez mil kilómetros,entonces sí hablarán, los télex y las fotos hablarán sinmordaza, mostrarán cómo el mundo es una morgue/malolientemientras el trigo y el ganado, mientras la paz del sur,mientras la civilización cristiana.Cosas que acaso sabe la muchacha perdiéndose a lo lejos,ya inasible silueta en el crepúsculo, y quisieras estary preguntarle, estar con ella, estar seguro de que sabe,pero cómo alcanzarla cuando el horizonte es una solalínea roja ante la noche, cuando en cada encrucijadahay múltiples opciones engañosas y ni siquiera unaesfinge para hacerte las preguntas rituales.¿Habrá llegado al sur?¿La alcanzarás un día?Nosotros, ¿llegaremos?(Se puede partir de cualquier cosa, una caja de fósforos, una lista de desaparecidos, un viento en el tejado – )¿Llegaremos un día?Ella partió en su bicicleta, la viste a la distancia,no volvió la cabeza, no se apartó del rumbo. Acaso entróen el sur, lo vio sucio y golpeado en cuarteles y callespero sur, esperanza de sur,sur esperanza. ¿Estará sola ahora, estará hablandocon gente como ella, mirarán a lo lejos por si otrasbicicletas apuntaran filosas?( – un grito allá abajo en la calle, esa foto del Newsweek – )¿Llegaremos un día?“
„Hubiera sido tan fácil organizar un esquema coherente, un orden de pensamiento y de vida, una armonía. Bastaba la hipocresía de siempre, elevar el pasado a valor de experiencia, sacar partido de las arrugas de la cara, del aire vivido que hay en las sonrisas o los silencios de más de cuarenta años. Después uno se ponía un traje azul, se peinaba las sienes plateadas y entraba en las exposiciones de pintura, en la Sade y en el Richmond, reconciliado con el mundo. Un escepticismo discreto, un aire de estar de vuelta, un ingreso cadencioso en la madurez, en el matrimonio, en el sermón paterno a la hora del asado o de la libreta de clasificaciones insatisfactoria. Te lo digo porque yo he vivido mucho. Yo que he viajado. Cuando yo era muchacho. Son todas iguales, te lo digo yo. Te hablo por experiencia, m’hijo. Vos todavía no conocés la vida.“
„De repente me pregunto por qué tengo que contar esto, pero si uno empezara apreguntarse por qué hace todo lo que hace, si uno se preguntara solamentepor qué acepta una invitación a cenar (ahora pasa una paloma, y me pareceque un gorrión) o por qué cuando alguien nos ha contado un buen cuento, enseguida empieza como una cosquilla en el estómago y no se está tranquilohasta entrar en la oficina de al lado y contar a su vez el cuento; reciénentonces uno está bien, está contento y puede volverse a su trabajo. Que yosepa nadie ha explicado esto, de manera que lo mejor es dejarse de pudores ycontar, porque al fin y al cabo nadie se averguenza de respirar o de ponerselos zapatos; son cosas, que se hacen, y cuando pasa algo raro, cuando dentrodel zapato encontramos una araña o al respirar se siente como un vidrioroto, entonces hay que contar lo que pasa, contarlo a los muchachos de laoficina o al médico. Ay, doctor, cada vez que respiro… Siempre contarlo,siempre quitarse esa cosquilla molesta del estómago.“
„Todos vamos a vendernos, Tarumba. Ay, Tarumba, tú ya conoces el deseo. Te jala, te arrastra, te deshace. Zumbas como un panal. Te quiebras mil y mil veces. Dejas de ver mujer cuatro días porque te gusta desear, te gusta quemarte y revivirte, te gusta pasarles la lengua de tus ojos a todas. Tú, Tarumba, naciste en la saliva, quién sabe en qué goma caliente naciste. Te castigaron con darte sólo dos manos. Salado Tarumba, tienes la piel como una boca y no te cansas. No vas a sacar nada. Aunque llores, aunque te quedes quieto como un buen muchacho.“
„Tengo la certeza, querida tía, de que nunca he estado muy enamorada, pues si realmente hubiera experimentado esa pasión pura y elevada, ahora detestaría hasta el nombre de semejante individuo y le desearía toda suerte de males. Pero no sólo abrigo sentimientos cordiales hacia él, sino que miro con imparcialidad a Miss King, y no la odio sino que, por el contrario, la considero buena muchacha. No puede haber amor en todo eso. Mi desvelo ha sido real; y aunque si estuviera frenéticamente enamorada de él resultaría ahora más interesante para todos sus conocidos, no puedo decir que lamento mi relativa insignificancia. A veces la importancia se paga demasiado cara, Kitty y Lidia son más sensibles que yo en lo que a asuntos del corazón se refiere; son jóvenes y todavía no están hechas a la mortificante convicción de que los hombres atractivos han de tener algún recurso para vivir, como todos los demás.“
„El guarda que estaba registrando al Alquimista encontró un pequeño frasco de cristal lleno de líquido y un huevo de vidrio amarillento, poco mayor que un huevo de gallina.—¿Qué es todo esto? —inquirió.—Es la Piedra Filosofal y el Elixir de la Larga Vida. Es la Gran Obra de los Alquimistas. Quien tome este elixir jamás caerá enfermo, y una partícula de esta piedra transforma cualquier metal en oro.Los guardas rieron a más no poder, y el Alquimista rió con ellos. Les había hecho mucha gracia la respuesta, y los dejaron partir sin mayores contratiempos con todas sus pertenencias.—¿Está usted loco? —preguntó el muchacho al Alquimista cuando ya se habían distanciado bastante—. ¿Por qué les dijo eso?—Para enseñarte una simple ley del mundo —repuso el Alquimista—. Cuando tenemos los grandes tesoros delante de nosotros, nunca los reconocemos. ¿Y sabes por qué? Porque los hombres no creen en tesoros.“
„el muchacho se encontró con el viejo a mediodía. Traía seis ovejas consigo.“
„Siempre lo miraría, buscando saber cuál era la estrella que él debía de estar siguiendo en busca del tesoro. Tendría que mandar sus besos con el viento, en la esperanza de que tocase el rostro del muchacho y le contase que estaba viva, (…)“
„El muchacho comenzó a envidiar la libertad del viento, y percibió que podría ser como él. Nada se lo impedía, excepto él mismo.“
„El Alquimista cogió un libro que alguien de la caravana había traído. El volumen estaba sin las tapas, pero logró identificar su autor: Oscar Wilde. Mientras lo hojeaba, encontró una historia sobre Narciso.El Alquimista conocía la leyenda de Narciso, un hermoso muchacho que todos lod días iba a contemplar su propia belleza en el lago. Estaba tan fascinado por sí mismo, que un día cayó dentro del lago y murió ahogado. En el lugar donde cayó nació una flor a la que llamaron narciso.Pero no era así como Oscar Wilde ponía fin a la historia.Él decía que cuando Narciso murió, vinieron las Oréiadas-diosas del bosque- y vieron el lago transformado, de un lago de agua dulce, en un cántaro de lágrimas saladas.- Por qué lloráis?- preguntaron las Oréiadas.- Lloro por Narciso,- respondió el lago.- Oh, no nos extraña que lloréis por Narciso- prosiguieron diciendo ellas-. Al gin y al cabo, a pesar de que todas nosotras le perseguíamos siempre a través del bosque, vos erais el único que tenía la oportunidad de contemplar de cerca su belleza.- Entonces, ¿era bello Narciso?- preguntó el lago.- ¿Quién sino vos podría saberlo?- respondieron, sorprendidas, las Oréiadas-. Después de todo, era sobre vuestra orilla donde él se inclinaba todos los días.El lago quedóse inmóvil unos instantes. Finalmento dijo:- Lloro por Narciso, pero nunca me habñia dado cuenta de que Narciso fuese bello.- Lloro por Narciso porque cada vez que él se recostaba sobre mi orilla yo podía ver, en el fondo de sus ojos, mi propia belleza reflejada.Qué historia tan hermosa- dijo el Alquimista.“
„Mi corazón tiene miedo de sufrir -dijo el muchacho al Alquimista, una noche en que miraban al cielo sin luna.-Explícale que el miedo a sufrir es peor que el propio sufrimiento.“
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