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muela
Relacionado con: muela
„Ojo por ojo, muela por culo.“
„Te voy a dar la cara, la nuca, y una muela emplomada.“
„En el campo de batalla, en la cámara de tortura, en un barco que se hunde, los motivos por los que uno lucha pasan a segundo plano porque el cuerpo llena el universo, e incluso cuando no estás paralizado por el miedo o gritando de dolor, la vida es una lucha momentánea contra el hambre, el frío o el sueño, contra un dolor de estómago o de muelas.“
„Escuchar a Lady GaGa hizo que me dolieran las muelas… ¡las muelas!“
„El amor lo vence todo… excepto a la pobreza y al dolor de muelas“
„la desgracia se manda sola. Cualquier noche la encuentras recostada en tu cama o guardando su ropa en tus cajones o amargando la cena antes siquiera de que la preparen, como un dolor de muelas inmune a los dentistas que bien puede durar el resto de tu vida.“
„Ahí está el charco, dijo Rhoda, y no puedo cruzarlo. Oigo el crugir de la gran muela, a una pulgada de la cabeza. Su viento ruge en mi rostro. Todas las formas de vida palpable me han defraudado. Si no alargo la mano y toco algo duro, el viento me llevará a lo largo de los eternos corredores, para siempre ¿Y qué puedo tocar? Que ladrillo que piedra, para así cruzar el enorme vacío y penetrar en la seguridad de mi cuerpo?“
„Pienso luego existo lo dijo un intelectual que subestimaba el dolor de muelas.“
„Dado que Imre era un refugio para la música y el teatro, quizá penséis que yo pasaba mucho tiempo allí, pero nada podría estar más lejos de la verdad. Solo había estado en Imre una vez. Wilem y Simmon me habían llevado a una posada donde tocaba un trío de hábiles músicos: laúd, flauta y tambor. Pedí una jarra de cerveza pequeña que me costó medio penique y me relajé, dispuesto a disfrutar de una velada con mis amigos…Pero no pude. Apenas unos minutos después de que empezara a sonar la música, casi salí corriendo del local. Dudo mucho que podáis entender por qué, pero supongo que si quiero que esto tenga algún sentido, tendré que explicároslo.No soportaba oír música y no formar parte de ella. Era como ver a la mujer que amas acostándose con otro hombre. No. No es eso. Era como…Era como los consumidores de resina que había visto en Tarbean. La resina de denner era ilegal, por supuesto, pero había partes de la ciudad en que eso no importaba. La resina se vendía envuelta en papel encerado, como los pirulís o los tofes. Mascarla te llenaba de euforia. De felicidad. De satisfacción.Pero pasadas unas horas estabas temblando, dominado por una desesperada necesidad de consumir más, y esa ansia empeoraba cuanto más tiempo llevabas consumiéndola. Una vez, en Tarbean, vi a una joven de no más de dieciséis años con los reveladores ojos hundidos y los dientes exageradamente blancos de los adictos perdidos. Le estaba pidiendo un «caramelo» de resina a un marinero, que lo sostenía fuera de su alcance, burlándose de ella. Le decía a la chica que se lo daría si se desnudaba y bailaba para él allí mismo, en medio de la calle.La chica lo hizo, sin importarle quién pudiera estar mirando, sin importarle que fuera casi el Solsticio de Invierno y que en la calle hubiera diez centímetros de nieve. Se quitó la ropa y bailó desenfrenadamente; le temblaban las pálidas extremidades, y sus movimientos eran patéticos y espasmódicos. Entonces, cuando el marinero rio y negó con la cabeza, ella cayó de rodillas en la nieve, suplicando y sollozando, agarrándose desesperadamente a las piernas del marinero, prometiéndole que haría cualquier cosa que le pidiera, cualquier cosa…Así era como me sentía yo cuando oía tocar a unos músicos. No podía soportarlo. La ausencia diaria de mi música era como un dolor de muelas al que me había acostumbrado. Podía vivir con ello. Pero no soportaba ver cómo agitaban delante de mí el objeto de mi deseo.“