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Relacionado con: ojo
„Está oscuro. Oigo el bosque, el silencio: los conozco bien. Pero ningún sonido vivo; ni siquiera a él. Era como si la oscuridad lo sacara de su integridad convirtiéndose en una dispersión inconexa de elementos: mucosidades y pataleos, olor a carne tibia y pelo apestando a amoniaco; una ilusión de un conjunto coordinado de piel con manchas y huesos poderosos dentro de la cual, disperso y secreto y familiar, hay un ser diferente de mi ser. Le veo disolverse ―las patas, un ojo muy abierto, manchas alegres como llamas frías― y flotar en la oscuridad en solución que se desvanece; todo uno y sin embargo ninguno; todos los dos pero ninguno. Veo con el oído que se enrosca hacia él, le acaricia, le da su forma definitiva: cernejas, lomo, brazuelo y cabeza. Olor y sonido. No estoy asustado.“
„Me sentía muy tranquila y muy vacía, como debe de sentirse el ojo de un tornado que se mueve con ruido sordo en medio del estrépito circundante.“
„Tenía que estar pasándomelo en grande, tenía que estar ilusionada como las otras chicas, pero no conseguía reaccionar. Me sentía quieta y vacía como el ojo de un tornado, moviéndome sin ninguna fuerza.[…]También recuerdo a Buddy Willard diciendo, con una seguridad siniestra, que una vez que me casara me sentiría diferente, que no iba a querer seguir escribiendo poemas. Entonces pensé que quizá fuera verdad, que cuando uno se casaba y tenía hijos era como un lavado de cerebro, y que después una iba por el mundo sedada como un esclavo en un estado totalitario.“
„Los amantes… conocen una realidad oculta. Se trata de un conocimiento no intelectual: el que contempla y conoce no es el ojo del intelecto,… sino el del corazón.“
„el mundo cambiasi dos, vertiginosos y enlazados,caen sobre la yerba: el cielo baja,los árboles ascienden, el espaciosólo es luz y silencio, sólo espacioabierto para el águila del ojo,pasa la blanca tribu de las nubes,rompe amarras el cuerpo, zarpa el alma,perdemos nuestros nombres y flotamosa la deriva entre el azul y el verde,tiempo total donde no pasa nadasino su propio transcurrir dichoso(…)—¿la vida, cuándo fue de veras nuestra?,¿cuándo somos de veras lo que somos?,bien mirado no somos, nunca somosa solas sino vértigo y vacío,muecas en el espejo, horror y vómito,nunca la vida es nuestra, es de los otros,la vida no es de nadie, todos somosla vida —pan de sol para los otros,los otros todos que nosotros somos—,soy otro cuando soy, los actos míosson más míos si son también de todos,para que pueda ser he de ser otro,salir de mí, buscarme entre los otros,los otros que no son si yo no existo,los otros que me dan plena existencia,no soy, no hay yo, siempre somos nosotros,la vida es otra, siempre allá, más lejos,fuera de ti, de mí, siempre horizonte,vida que nos desvive y enajena,que nos inventa un rostro y lo desgasta,hambre de ser, oh muerte, pan de todos.“
„El ojo era el principal órgano con que yo aprendía del mundo.“
„El órgano con el que he comprendido el mundo ha sido el ojo.“
„Aunque pueda parecer que escribo para el ojo de un lector, lo aparento, hallo simplemente que esta manera de escribir es más fácil. No es sino pura forma, pura forma vacía, para la que nunca tendré un lector.“
„He aquí algo sobre el honor de los poetas. Yo tenía diecisiete años y unos deseos irrefrenables de ser escritor. Me preparé. Pero no me quedé quieto mientras me preparaba, pues comprendí que si así lo hacía no triunfaría jamás. Disciplina y un cierto encanto dúctil, ésas son las claves para llegar a donde uno se proponga. Disciplina: escribir cada mañana no menos de seis horas. Escribir cada mañana y corregir por las tardes y leer como un poseso por las noches. Encanto, o encanto dúctil: visitar a los escritores en sus residencias o abordarlos en las presentaciones de libros y decirles a cada uno justo aquello que quiere oír. Aquello que quiere oír desesperadamente. Y tener paciencia, pues no siempre funciona. Hay cabrones que te dan una palmadita en la espalda y luego si te he visto no me acuerdo. Hay cabrones duros y crueles y mezquinos. Pero no todos son así. Es necesario tener paciencia y buscar. Los mejores son los homosexuales, pero, ojo, es necesario saber en qué momento detenerse, es necesario saber con precisión qué es lo que no uno quiere, de lo contrario puedes acabar enculado de balde por cualquier viejo maricón de izquierda. Con las mujeres ocurre tres cuartas partes de lo mismo: las escritoras españolas que pueden echarte un cable suelen ser mayores y feas y el sacrificio a veces no vale la pena. Los mejores son los heterosexuales ya entrados en la cincuentena o en el umbral de la ancianidad. En cualquier caso: es ineludible acercarse a ellos. Es ineludible cultivar un huerto a la sombra de sus rencores y resentimientos. Por supuesto, hay que empollar sus obras completas. Hay que citarlos dos o tres veces en cada conversación. ¡Hay que citarlos sin descanso! Un consejo: no criticar nunca a los amigos del maestro. Los amigos del maestro son sagrados y una observación a destiempo puede torcer el rumbo del destino. Un consejo: es preceptivo abominar y despacharse a gusto contra los novelistas extranjeros, sobre todo si son norteamericanos, franceses o ingleses. Los escritores españoles odian a sus contemporáneos de otras lenguas y publicar una reseña negativa de uno de ellos será siempre bien recibida. Y callar y estar al acecho. Y delimitar las áreas de trabajo. Por la mañana escribir, por la tarde corregir, por las noches leer y en las horas muertas ejercer la diplomacia, el disimulo, el encanto dúctil. A los diecisiete años quería ser escritor. A los veinte publiqué mi primer libro. Ahora tengo veinticuatro y en ocasiones, cuando miro hacia atrás, algo semejante al vértigo se instala en mi cerebro. He recorrido un largo camino, he publicado cuatro libros y vivo holgadamente de la literatura (aunque si he de ser sincero, nunca necesité mucho para vivir, sólo una mesa, un ordenador y libros). Tengo una colaboración semanal con un periódico de derechas de Madrid. Ahora pontifico y suelto tacos y le enmiendo la plana (pero sin pasarme) a algunos políticos. Los jóvenes que quieren hacer una carrera como escritor ven en mí un ejemplo a seguir. Algunos dicen que soy la versión mejorada de Aurelio Baca. No lo sé. (A los dos nos duele España, aunque creo que por el momento a él le duele más que a mí). Puede que lo digan sinceramente, pero puede que lo digan para que me confíe y afloje. Si es por esto último no les voy a dar el gusto: sigo trabajando con el mismo tesón que antes, sigo produciendo, sigo cuidando con mimo mis amistades. Aún no he cumplido los treinta y el futuro se abre como una rosa, una rosa perfecta, perfumada, única. Lo que empieza como comedia acaba como marcha triunfal, ¿no?“
„La cuarta dimensión, decía, contiene a las tres dimensiones y les adjudica, de paso, su valor real, es dicer anula la dictadura de las tres dimensiones, y anula, por lo tanto, el mundo tridimensional que conocemos y en el que vivimos. La cuarta dimensión, decía, es la riqueza absoluta de los sentidos y del Espíritu (com mayúscula), es el ojo (com mayúscula), es decir el Ojo, que se abre y anula los ojos, que comparados con el Ojo son apenas unos pobres orificios de fango, fijos en la contemplación o en la equación nacimiento-aprendizaje-trabajo-muerte, mientras el Ojo se remonta por el río de la filosofía, por el río dela existencia, por el río (rápido) del destino.La cuarta dimensión, decía, sólo era expresable mediante la música. Bach, Mozart, Beethoven.“
„Allí, el personaje dice ay o empalidece. Como si estuviera dentro de un caleidoscopio y viera el ojo que lo mira. Colores que se ordenan en una geometría ajena a todo lo que tú estás dispuesto a aceptar como bueno.“
„Sólo un recelo chiquito y fastidioso, como el grano de tierra que en un ojo se nos mete y nos hace sufrir tanto, me estorba para la felicidad absoluta. Y es la sospecha de que todavía no me quieres bastante, que no has llegado al supremo límite del querer, ¿qué digo límite, si no lo hay?, al principio del último cielo, pues yo no puedo hartarme de pedir más, más, siempre más; y no quiero, no quiero sino cosas infinitas, entérate… todo infinito, infinitísimo, o nada… ¿Cuántos abrazos crees que te voy a dar cuando llegues? Ve contando. Pues tantos como segundos tarde una hormiga en dar la vuelta al globo terráqueo. No; más, muchos más. Tantos como segundos tarde la hormiga en partir en dos, con sus patas, la esferita terrestre, dándole vueltas siempre por una misma línea… Con que saca esa cuenta, tonto.“
„Cierro el ojo del dolar y abro los míos.“
„El hombre ha de ser prudente para librarse del ojo cauteloso entre los flojos, moderado entre valientes.“
„El oculista dijo: ojo por ojo y el dentista contestó: diente por diente.“
„Consulta el ojo de tu enemigo porque es el primero que ve tus defectos.“
„Veo el ojo que me mira, no se que esperáis de mi. Yo que muero cada día que tú te olvidas de mi.“
„Mentira, el recuerdo del colegio despertaba aún esa inevitable sensación sombría y huraña bajo la cual su espíritu se contraía como una mimosa al contacto de la piel humana. Sólo que el malestar era cada vez más efímero, un pasajero granito de arena en el ojo, ya estaba bien de nuevo.“
„La prisa lleva maravilla y lleva error, pero viajamos sobre rueda encabritada. He despertado en el ojo del ciclón, cuento millones de agujeros en el alma“
„El calidoscopio ha dado una pequeña vuelta, y otras leyes rigen este mundo en el que sólo persiste un elemento común: mi ojo que mira, que mira.“
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