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Relacionado con: pantano
„No olvides que el estado natural del hombre es una postura erguida, una mente intransigente y un paso vivaz capaz de recorrer caminos ilimitados. No permitas que se extinga tu fuego, chispa a chispa, cada una de ellas irremplazable, en los pantanos sin esperanza de lo aproximado, lo casi, lo no aún, lo nunca jamás. No permitas que perezca el héroe que llevas en tu alma, en solitaria frustración por la vida que merecías pero que nunca pudiste alcanzar.“
„El agua que no corre hace un pantano; la mente que no trabaja hace un tonto.“
„El Distrito Federal es una ciudad que tiene origen de quimera, sacada del agua, levantada sobre el agua. Los mexicanos viven sobre lo inestable, trampa, marisma y pantano a la vez. Aquí lo real y lo irreal se confunden.“
„Dios me creó para que yo lo imitara de noche. Él es el Sol, yo soy la Luna. Mi luz flota sobre todo lo que es fútil o ha terminado, fuego fatuo, márgenes de río, pantanos y sombras.“
„Tenemos el agua al cuello con tanto puto pantano, las bellotas radioactivas, nos quedamos sin marranos… Extremaydura tus mujeres nos la ponen.“
„Ella tuvo que hacer un esfuerzo sobrenatural para no morirse cuando una potencia ciclónica asombrosamente regulada la levantó por la cintura y la despojó de su intimidad con tres zarpazos, y la descuartizó como a un pajarito. Alcanzó a dar gracias a Dios por haber nacido, antes de perder la conciencia en el placer inconcebible de aquel dolor insoportable, chapaleando en el pantano humeante de la hamaca que absorbió como un papel secante la explosión de su sangre. Tres“
„Una tarde, cuando todos dormían la siesta, no resisitó más y fue a su dormitorio. Lo encontró en calzoncillos, despierto, tendido en la hamaca que había colgadio de de los horcones con cables de amarrar barcos. La impresionó tanto su enorme desnudez tarabiscoteada que sintió el impulso de retroceder. «Pedone», se excuso. «No sabía que estaba aquí.» pero apago la voz para no despertar a nadie. «Ven acá», dijo él. Rebeca obedeció. Se detuvo junto a la hamaca, sudando hielo, sintiendo que se le fromaban nudos en las tripas, mientras José Arcadio le acariciaba los tobillos con la yema de los dedos, y luego las pantorrillas y luego los muslos, murmurando: «Ay, hermanita; ay, hermanita» Ella tuvo que hacer un esfuerzo sobrenatural para no morirse cuando una potencia ciclónica asombrosamente regulada la levantó por la cintura y la despojo de su intimidad con tres zarpazos, y la descuartizó como a un pajarito. Alcanzó a dar gracias a Dios por haber nacido, antes de perder la conciencia en el placer inconcebible de aquel dolor insportable, chapaleando en el pantano humeante de la hamaca que absorbió como un papel secante la explosión de su sangre.“
„Se puede partir de cualquier cosa, una caja de fósforos,un golpe de viento en el tejado, el estudio número 3 deScriabin, un grito allá abajo en la calle, esa foto delNewsweek, el cuento del gato con botas,el riesgo está en eso, en que se puede partir de cualquiercosa pero después hay que llegar, no se sabe bien a quépero llegar,llegar no se sabe bien a qué, y el riesgo está en que enuna hora final descubras que caminaste volaste corristereptaste quisiste esperaste luchaste y entonces, entretus manos tendidas en el esfuerzo último, un premio literarioo una mujer biliosa o un hombre lleno de departamentos yde caspaen vez del pez, en vez del pájaro, en vez de una respuestacon fragancia de helechos mojados, pelo crespo de unniño, hocico de cachorro o simplemente un sentimientode reunión, de amigos en torno al fuego, de un tango quesin énfasis resume la suma de los actos, la pobre hermosasaga de ser hombre.No hay discurso del método, hermano, todos los mapasmienten salvo el del corazón, pero dónde está el norte eneste corazón vuelto a los rumbos de la vida, dónde el oeste,dónde el sur. Dónde está el sur en este corazón golpeado porla muerte, debatiéndose entre perros de uniforme yhorarios de oficina, entre amores de interregno y duelosdespedidos por tarjeta,dónde está la autopista que lleve a un Katmandú sincáñamo, a un Shangri-La sin pactos de renuncia, dóndeestá el sur libre de hienas, el viento de la costa sincenizas de uranio,de nada te valdrá mirar en torno, no hay dónde ahíafuera, apenas esos dóndes que te inventan con plexiglásy Guía Azul. El dónde es un pez secreto, el dónde es esoque en plena noche te sume en la maraña turbia de laspesadillas donde (donde del dónde) acaso un amigo muertoo una mujer perdida al otro lado de canales y de nieblaste inducen lentamente a la peor de las abominaciones, a latraición o a la renuncia, y cuando brotas de ese pantanoviscoso con un grito que te tira de este lado, el dóndeestaba ahí, había estado ahí en su contrapartida absolutapara mostrarte el camino, para orientar esa mano queahora solamente buscará un vaso de agua y un calmante,porque el dónde está aquí y el sur es esto, el mapa conlas rutas en ese temblor de náusea que te sube hasta lagarganta, mapa del corazón tan pocas veces escuchado,punto de partida que es llegada.Y en la vigilia está también el sur del corazón, agobiadode teléfonos y primeras planas, encharcado en lo cotidiano.Quisieras irte, quisieras correr, sabes que se puedepartir de cualquier cosa, de una caja de fósforos, de ungolpe de viento en el tejado, del estudio número 3 deScriabin, para llegar no sabes bien a qué pero llegar.“