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„Acá hay un conjunto de derechos llamados individuales – que son garantías – como, por ejemplo, el derecho a la propiedad. La propiedad permite que un gran terrateniente de la provincia de Buenos Aires le esté pagando 150 pesos a un obrero agrícola, mientras está colocando exportaciones en el exterior en dólares, con el precio de la soja en alza. Eso es lo que permite el derecho. Nadie puede decir que es ilegal. (…) si fuera por la justicia, saltaría la propiedad de los terratenientes porque, evidentemente, que uno explote una masa tan grande de gente y se llene tanto de plata y en forma tan abusiva, no sería socialmente justo.“
„Dicen que el poder corrompe, pero hay que ver siempre quien es el que llega al poder, a tener poder. Quizá no es que lo corrompió el poder. sino que siempre estuvo corrompido. A mi me gusta tener para poder dedicarme a mi mismo, me gustan los 120 australes que gano por fin de semana por que puedo comprarme las revistas que quiero o comer las cosas que me gustan. Claro, dicen que soy el líder de Sumo y pareciera que tengo mi dosis de poder con todas las nenas gritándome, pero no es cierto, mi vida no ha cambiado ni va a cambiar porque gane más plata o parque un montón de idiotas me griten `Luca, Luca` cuando me ven.“
„La segregación no sólo es sociológicamente indefendible, no sólo es políticamente errónea, es moralmente mala y pecaminosa. La segregación es un cáncer en el cuerpo político, que debe ser eliminado antes de que nuestra salud democrática pueda ser realizada. (Sí), la segregación es mala porque no es más que una nueva forma de esclavitud encubierta con ciertas sutilezas de complejidad. La segregación es mala porque es un sistema de adulterio perpetuado por una relaciónl ilícita entre la injusticia y la inmoralidad. Y en Birmingham, Alabama, y en todo el Sur y en todo el país, simplemente estamos diciendo que ya no podremos vender nuestro derecho de nacimiento a la libertad por un plato de lentejas segregada. En un sentido real, acabemos con la segregación ahora, en adelante, y para siempre.“
„Las aguas saltaron en chispas de luz y se cerraron sobre su cuerpo, y sus círculos de plata fueron ensanchándose, ensanchándose, hasta expirar en las orillas.“
„Verde que te quiero verde.Verde viento. Verdes ramas.El barco sobre la mary el caballo en la montaña.Con la sombra en la cinturaella sueña en su baranda,verde carne, pelo verde,con ojos de fria plata.“
„¡Qué vidrios se me clavan en la lengua!Porque yo quise olvidary puse un muro de piedraentre tu casa y la mía.Es verdad. ¿No lo recuerdas?Y cuando te vi de lejosme eché en los ojos arena.Pero montaba a caballoy el caballo iba a tu puerta.Con alfileres de platami sangre se puso negra,y el sueño me fue llenandolas carnes de mala hierba.Que yo no tengo la culpa,que la culpa es de la tierray de ese olor que te salede los pechos y las trenzas.“
„Toda la amargura de la existencia le parecía servida en su plato, y, con el humo del cocido, subían desde el fondo de su alma algo así como otras bocanadas del hastío“
„No es nuevo que los maestros peleen por plata pero no por calidad de educación.“
„Además de la ropa cara, los cigarrillos ingleses, los objetos de plata y de cuero, los analgésicos para el dolor de cabeza, la vida incierta y las mujeres hermosas, a Lorenzo Falcó le gustaban las cosas salpimentadas con detalles. Con solera.“
„A ese tiempo infame lo llaman siglo de Oro. Mas lo cierto es que, quienes lo vivimos y sufrimos, de oro vimos poco; y de plata, la justa. Sacrificio estéril, gloriosas derrotas, corrupción, picaresca, miseria y poca vergüenza, de eso sí que tuvimos a espuertas. Lo que pasa es que luego uno va y mira un cuadro de Diego Velázquez, oye unos versos de Lope o de Calderón, lee un soneto de don Francisco de Quevedo, y se dice que bueno, que tal vez mereció la pena.“
„Tírense los platos, pero no dejen de perdonarse.“
„Al enemigo que huye, la puente de plata.“
„Dichoso el hombre que ha encontrado la sabiduría y el hombre que alcanza la prudencia; 14 más vale su ganancia que la ganancia de plata, su renta es mayor que la del oro.15 Más preciosa es que las perlas, nada de lo que amas se le iguala.16 Largos días a su derecha, y a su izquierda riqueza y gloria.17 Sus caminos son caminos de dulzura y todas sus sendas de bienestar.18 Es árbol de vida para los que a ella están asidos, felices son los que la abrazan.“
„Vivir la vida, eso no tiene precio. Quien no haya pasado nunca frío no apreciará el valor de una hoguera. Quien nunca haya llorado no disfrutará de los momentos de risas. Quien no haya pasado hambre no valorará un plato de estofado caliente. Quien no conozca la muerte no sentirá amor por la vida. Esto es lo que Maga me enseñó.“
„Charly, cuando volvés a Mar del Plata?“
„Yo me pregunto entonces si aún estarías aquí cuando yo no era nadie, y no tenía plata en el bolsillo…“
„El que lava los platos tiene que ser una persona culta, de lo contrario quedan peor que antes.“
„Algunas personas enfocan su vida de modo que viven con entremeses y guarniciones. El plato principal nunca lo conocen.“
„Su antepasado Sebastián d’Anconia había salido de España varios siglos atrás, en una época en que aquél era el país más poderoso del mundo, y aquel hombre era uno de sus personajes más orgullosos. Había tenido que marcharse cuando un alto funcionario de la Inquisición le había sugerido ciertos cambios en su manera de actuar durante una cena en la corte, y Sebastián d’Anconia le había arrojado un vaso de vino a la cara. Había logrado escapar, dejando atrás su fortuna, sus fincas, su palacio de mármol y la mujer a la que amaba, y había partido hacia un nuevo mundo. Su primera propiedad en la Argentina fue una cabaña de madera a los pies de los Andes. El sol resplandecía como un faro sobre el escudo de plata de los d’Anconia, clavado sobre la puerta, mientras Sebastián d’Anconia excavaba la tierra en busca de cobre en su primera mina. Pasó varios años, pico en mano, rompiendo rocas desde el amanecer hasta la puesta del sol, con ayuda de unos cuantos aventureros, desertores del ejército español, convictos fugados e indígenas hambrientos. Quince años después de haber salido de España, Sebastián d’Anconia mandó buscar a la mujer que amaba y que lo estaba esperando. Al llegar, ella encontró el escudo de plata sobre la entrada de un palacio de mármol, en medio de un inmenso jardín, y, más lejos, las montañas estriadas por las rojas vetas del metal. La tomó en sus brazos para cruzar el umbral y a ella le pareció más joven que cuando lo había visto por última vez.“
„La llave que se usa constantemente, reluce como plata: no usándola se enmohece. Lo mismo pasa con el entendimiento.“
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