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„Empecé a hablar con ese lenguaje, de pronto, para increpar a los supuestos enemigos, que podrían ser mis primos, mis hermanos; empleaba palabras gruesas, insultos que resultaban extemporáneos, no tenía ni idea del valor de aquellas palabras. Una vez me preguntó mi madre: de dónde has sacado esas palabras… de ese libro. Se sorprendió, no se imaginaba que estaba leyendo el Quijote. Yo tendría unos doce años.“
„Hacía ya mucho que no pasaba por aquí don Francisco Gómez de Quevedo Villegas y Santibáñez Cevallos y he pensado que merecía una nueva entrada, así que he hecho por buscarla y, tratándose de Quevedo, la verdad es que no hay que escarbar mucho para toparse con ella. Por supuesto, bien podría ser una leyenda, pero sin duda es una gran historia hecha al pelo de Quevedo.Al parece iba el escritor caminando en compañía de otro cuando vieron que se acercaba de frente a ellos un hombre montando en un asno que se mostraba algo perjudicado por el alcohol. Venía de una romería y el hombre había bebido, lo que le llevaba a bailar de un lado al otro del animal rozando a cada momento la caída.¿Qué os parece este mamarracho? preguntó Quevedo a su acompañante. Que viene como conviene a los que vienen de la romería; le contestaron y entonces el escritor lució su categoría sacándose una coplilla del ingenio al momento:Ese pollino que vienemontado en otro pollinono viene como convieneque viene como con vino.Quédense con la copla porque lamentablemente en más de una ocasión podrán recordar a Quevedo y decirle a alguien eso de que no viene como conviene sino que viene como con vino.“
„El apócrifo aviso de la columna de ‘busco trabajo’-‘tengo auto, puedo viajar’- puede servir como epítome de la nueva problemática de vida, junto con la duda que acosa actualmente a los directores de los laboratorios tecnológicos y científicos: ‘Hemos encontrado la solución, ahora encontremos un problema’. La pregunta ‘Qué puedo hacer?’ ha llegado a dominar la acción, minimizando y desplazando a pregunta ‘como puedo hacer mejor lo que tengo que hacer de todos modos?“
„Yo ya no soy el mismo. Ya no pregunto cómo será mi destino.Le debo a Ezequiel el haberme enseñado que la vida no es más que eso: asomar la cabeza, para ver qué pasa fuera, aunque haya tormenta. Y una Suite de Bach“
„Ayer volví, después de tantos años, al río.El agua, las piedras, los árboles, el viento, son los mismos.Yo ya no soy el mismo.Ya no me pregunto cómo será mis destino.Le debo a Ezequiel el haberme enseñado que la vida no es más que eso: asomar la cabeza, para ver qué pasa afuera, aunque haya tormenta. Y unaSuite de Bach.“
„… Nos quedamos un rato en silencio, envueltos en el perfume de las hierbas. Hasta que le pregunté.-¿Por qué nunca hablamos de Ezequiel?Apoyó las cosas en el piso con mucha calma. Estiró su mano como para acariciarme. Me miró. Bajó la mano. Luego la vista y dijo en un susurro.-Hay cosas de las que es mejor no hablar.“
„Yo no me pregunto quién soy yo, no quiero saberlo. Y es que básicamente me he dado cuenta de que tampoco me importa quién soy, lo que realmente me importa es si mañana mi hija va a poder enseñar mis discos a sus amigas o se los va tener que ocultar.“
„Y tú solo has actuado, yo aún sabiendo que mentías.. me callé, y me preguntas si te amé.. ¿lo ves?, ¿lo ves?“
„Antes, los periodistas eran un grupo muy reducido, se les valoraba. Ahora el mundo de los medios de comunicación ha cambiado radicalmente. La revolución tecnológica ha creado una nueva clase de periodista. En Estados Unidos, les llaman media worker. Los periodistas al estilo clásico son ahora una minoría. La mayoría no sabe ni escribir, en sentido profesional, claro. Este tipo de periodistas no tiene problemas éticos ni profesionales, ya no se hace preguntas. Antes, ser periodista era una manera de vivir, una profesión para toda la vida, una razón para vivir, una identidad. Ahora la mayoría de estos media workers cambian constantemente de trabajo; durante un tiempo hacen de periodistas, luego trabajan en otro oficio, luego en una emisora de radio… No se identifican con su profesión.“
„A Richard Bach, en su libro Juan Salvador Gaviota, se le pregunta: «¿Cómo sabré cuándo he completado mi misión?». ¿La respuesta?: «Si sigues respirando es que no has terminado».“
„Me gustan más las rosas. Pero florecen en las cuatro estaciones. Me pregunto si las personas a las que les gustan las rosas tienen que morir cuatro veces más.“
„Cada solución da pie a una nueva pregunta…“
„¿Por qué tiene la voluntad influjo sobre la lengua y los dedos y no sobre el corazón y el hígado? esta pregunta nunca nos pondría en un aprieto si fuéramos conscientes de un poder en el primer caso, pero no en el último.“
„Sí, ya me han dicho que se ha hablado bastante de mi asistencia al mitin organizado por Falange Española en Salamanca. Fui a este mitin como voy a todos los que quiero. No asisto a aquellos actos a los que me invita la empresa, sino a los que yo quiero ir. Cuando comenzó el mitin comenzaron a tirarme de la lengua, pero yo, naturalmente, ni interrumpí ni hice caso alguno. A mí no me tira nadie de la lengua: tengo por costumbre contestar a aquello que no se me pregunta y dejar sin respuesta aquello que se me interroga. Por lo demás, ese muchacho -refiriéndose a José Antonio- tiene mucho talento y una cabeza que funciona perfectamente. Llegará hasta donde quiera, porque, además, es un carácter de cuidado… ¡Mucho ojo con estos muchachos del brazo en alto!“
„el hombre no debería cuestionarse sobre el sentido de la vida, sino comprender que la vida le interroga a él. En otras palabras, la vida pregunta por el hombre, cuestiona al hombre, y éste contesta de una única manera: respondiendo de su propia vida y con su propia vida.“
„Tenemos que dejar de hacernos preguntas sobre el significado de la vida y, en vez de ello, pensar en nosotros como en seres a quienes la vida les inquiriera continua e incesantemente.“
„Una vez fui testigo del estrecho nexo entre la pérdida de la fe en el futuro y este peligroso darse por vencido. F., el jefe de mi barracón, compositor y libretista famoso, me confió un día: «Me gustaría contarle algo, doctor. He tenido un extraño sueño. Una voz me invitaba a desear cualquier cosa, bastaba con preguntar lo que quería conocer y mis preguntas serían satisfechas de inmediato. ¿Sabe qué pregunté? Cuándo terminaría la guerra para mí. Ya sabe lo que quiero decir, doctor, ¡para mí! Conocer cuándo seríamos liberados los de este campo y cuándo terminarían nuestros sufrimientos». «¿Y cuándo tuvo usted ese sueño?», le pregunté. «En febrero de 1945», contestó. Por entonces estábamos a principios de marzo. «¿Qué respondió la voz en su sueño?» En voz baja, casi furtivamente, me susurró: «El treinta de marzo.» Cuando F. me contó aquel sueño todavía se encontraba rebosante de esperanza y convencido de la certeza y veracidad del oráculo de la voz. Sin embargo, a medida que se acercaba el día prometido, las noticias que recibíamos sobre la guerra menguaban las esperanzas de ser liberados en la fecha indicada. El veintinueve de marzo, de repente, F. cayó enfermo con una fiebre muy alta. El treinta de marzo, el día en que según su profecía terminaría la guerra y el sufrimiento para él, empezó a delirar y perdió la conciencia. El treinta y uno de marzo falleció. Según todas las apariencias murió de tifus… Los que conocen la estrecha relación entre el estado de ánimo de una persona su valor y su esperanza, o su falta de ambos y el estado de su sistema inmunológico comprenderán cómo la pérdida repentina de la esperanza y el valor pueden desencadenar un desenlace mortal. La causa última de la muerte de mi amigo fue la honda decepción que le produjo no ser liberado en el día señalado. De pronto se debilitó la resistencia de su organismo y sus defensas disminuyeron, dejándole a merced de la infección tifoidea latente. Su esperanza en el futuro y su voluntad de vivir se paralizaron, y su cuerpo sucumbió víctima de la enfermedad. Después de todo, la voz de sus sueños se hizo realidad. La observación de este caso, y sus consecuencias psicológicas, concuerda con un hecho que el médico del campo me hizo notar: la tasa de mortandad semanal durante las Navidades de 1944 y el Año Nuevo de 1945 superó en mucho las estadísticas habituales del campo. En su opinión, la explicación de este aumento de mortalidad no había que buscarla en el empeoramiento de las condiciones de trabajo, ni en una disminución de la ración alimenticia, ni en un cambio climatológico, ni en el brote de nuevas epidemias. A su entender, se trataba sencillamente de la ingenua esperanza que abrigaron la mayoría de los presos de ser liberados por las fiestas navideñas. Según se acercaba esa fecha, y al no recibir ninguna noticia alentadora, los prisioneros perdieron su valor y les venció el desaliento. Muchos de ellos murieron al debilitarse su capacidad de resistencia. Ya advertimos“
„Dudo que haya algún médico que pueda responder a esta pregunta con nociones generales, pues el sentido de la vida difiere de un hombre a otro, de un día a otro y de una hora a otra.“
„Una vez fui testigo del estrecho nexo entre la pérdida de la fe en el futuro y este peligroso darse por vencido. F., el jefe de mi barracón, compositor y libretista famoso, me confió un día: «Me gustaría contarle algo, doctor. He tenido un extraño sueño. Una voz me invitaba a desear cualquier cosa, bastaba con preguntar lo que quería conocer y mis preguntas serían satisfechas de inmediato. ¿Sabe qué pregunté? Cuándo terminaría la guerra para mí. Ya sabe lo que quiero decir, doctor, ¡para mí! Conocer cuándo seríamos liberados los de este campo y cuándo terminarían nuestros sufrimientos». «¿Y cuándo tuvo usted ese sueño?», le pregunté. «En febrero de 1945», contestó. Por entonces estábamos a principios de marzo. «¿Qué respondió la voz en su sueño?» En voz baja, casi furtivamente, me susurró: «El treinta de marzo.» Cuando F. me contó aquel sueño todavía se encontraba rebosante de esperanza y convencido de la certeza y veracidad del oráculo de la voz. Sin embargo, a medida que se acercaba el día prometido, las noticias que recibíamos sobre la guerra menguaban las esperanzas de ser liberados en la fecha indicada. El veintinueve de marzo, de repente, F. cayó enfermo con una fiebre muy alta. El treinta de marzo, el día en que según su profecía terminaría la guerra y el sufrimiento para él, empezó a delirar y perdió la conciencia. El treinta y uno de marzo falleció. Según todas las apariencias murió de tifus… Los que conocen la estrecha relación entre el estado de ánimo de una persona su valor y su esperanza, o su falta de ambos y el estado de su sistema inmunológico comprenderán cómo la pérdida repentina de la esperanza y el valor pueden desencadenar un desenlace mortal. La causa última de la muerte de mi amigo fue la honda decepción que le produjo no ser liberado en el día señalado. De pronto se debilitó la resistencia de su organismo y sus defensas disminuyeron, dejándole a merced de la infección tifoidea latente. Su esperanza en el futuro y su voluntad de vivir se paralizaron, y su cuerpo sucumbió víctima de la enfermedad. Después de todo, la voz de sus sueños se hizo realidad.“
„LA PREGUNTA POR EL SENTIDO DE LA VIDA Lo que de verdad necesitamos es un cambio radical en nuestra actitud frente a la vida. Debemos aprender por nosotros mismos, y también enseñar a los hombres desesperados que en realidad no importa que no esperemos nada de la vida, sino que la vida espere algo de nosotros. Dejemos de interrogarnos sobre el sentido de la vida y, en cambio, pensemos en lo que la existencia nos reclama continua e incesantemente. Y respondamos no con palabras, ni con meditaciones, sino con el valor y la conducta recta y adecuada. En última instancia, vivir significa asumir la responsabilidad de encontrar la respuesta correcta a las cuestiones que la existencia nos plantea, cumplir con las obligaciones que la vida nos asigna a cada uno en cada instante particular.“
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