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„Ese mismo año, un grupo de astrónomos encabezado por Cornell H. Mayer recibió ondas deradio procedentes de Venus y quedó atónito al ver que la intensidad de esas ondas equivalía a la quecabía esperar de un objeto mucho más caliente de lo que se creía que era Venus. De ser eso cierto, nopodría haber océano planetario en Venus; de hecho, no podía haber agua líquida de ninguna clase (y asíse echó a perder mi pobre novela, que sólo hacía dos años que había sido publicada).“
„«El entendimiento humano no es una luz pura, exenta de sofisticación. Influencias procedentes de la voluntad y la concupiscencia lo enturbian. De este modo se hace de las ciencias lo que se quiere. Lo que se desea creer, esto lo creemos fácilmente.»Y, así desechamos: lo difícil, porque al investigarlo perdemos la paciencia; lo humilde y sobrio, porque no se aviene con nuestras esperanzas de grandeza; las ocultas fuerzas que mueven la naturaleza, porque somos supersticiosos; la luz de la experiencia, porque somos arrogantes y orgullosos y no queremos dar la impresión de que nuestro espíritu se ocupe en cosas viles y mutables; las opiniones nuevas y extraordinarias, porque somos afectos a las que están de moda.»En resumen: nuestras propensiones afectivas impregnan y envenenan al entendimiento de incontables modos y, a menudo, de una manera imperceptible»“
„Pues bien, mi trabajo: arriesgo mi vida y mi razón destruida a medias. -bueno- pero tú no estás entre los marchands de hombres que yo sepa; y puedes tomar partido, me parece, procedente realmente con humanidad pero, ¿Qué quieres?“
„Por consiguiente, no solo tenemos que vigilar a los poetas y obligarles o a representar en sus obras modelos de buen carácter o a no divulgarlas entre nosotros, sino que también hay que ejercer inspección sobre los demás artistas e impedirles que copien la maldad, intemperancia, vileza o fealdad en sus imitaciones de seres vivos o en las edificaciones o en cualquier otro objeto de su arte; y al que no sea capaz de ello no se le dejará producir entre nosotros, para que no crezcan nuestros guardianes rodeados de imágenes del vicio, alimentándose, por así decirlo, de este modo con una mala hierba que recogieran y pacieran día tras día, en pequeñas cantidades, pero tomadas estas de muchos lugares distintos, con lo cual introducirían, sin darse plena cuenta de ello, una enorme fuente de corrupción en sus almas. Hay que buscar, en cambio, a aquellos artistas cuyas dotes naturales les guían al encuentro de todo lo bello y agraciado; de este modo, los jóvenes vivirán como en un lugar sano donde no desperdiciarán ni un solo de los efluvios de la belleza que, procedentes de todas partes, lleguen a sus ojos y oídos, como si les aportara de lugares saludables un aura vivificadora que les indujera desde su niñez a imitar, obrar y amar de acuerdo con la idea de belleza. ¿No es así?“
„El tiempo de la vida humana es un punto: la sustancia, fluente; la sensación, oscurecida; toda la constitución del cuerpo, corruptible; en resumen, todas las cosas propias del cuerpo son a manera de un río; las del alma, sueño y vaho; la vida, una lucha, un destierro; la fama de la posteridad, olvido. Qué hay, pues, que nos pueda llevar a salvamento? Una sola y única cosa: la filosofía. Y ésta consiste en conservar el dios interior sin ultraje ni daño, para que triunfe de placeres y de dolores, para que no obre al acaso, y se mantenga lejos de toda falsedad y disimulo, al margen de que se haga o no se haga esto o aquello; además, para que acepte la parte que le tocare en los varios sucesos accidentales e integrales de su parte, como procedentes de aquel origen de quien procede él mismo; y, en particular, para que aguarde la muerte en actitud plácida, no viendo en ella otra cosa más que la disolución de los elementos de que consta todo ser viviente. Si no hay nada temible para los mismos elementos en esta transformación incesante de uno en otro, por qué temer la transformación y disolución de todas las otras cosas? Esto es conforme con la naturaleza: y nada es malo cuanto de ella se acomoda.“
„¿Qué hay, pues, que nos pueda llevar a salvamento? Una sola y única cosa: la filosofía. Y ésta consiste en conservar el dios interior sin ultraje ni daño, para que triunfe de placeres y dolores, para que no obre al acaso, y se mantenga lejos de toda falsedad y disimulo, al margen de que se haga o no se haga esto o aquello; además, para que acepte la parte que le tocare en los varios sucesos accidentales e integrantes de su parte, como procedentes de aquel origen de quien procede él mismo; y, en particular, para que aguarde la muerte en actitud plácida, no viendo en ella otra cosa más que la disolución de los elementos de que consta todo ser viviente. Si no hay nada temible para los mismos elementos en esta transformación incesante de uno en otro, ¿por qué temer la transformación y disolución de todas las otras cosas? Esto es conforme con la naturaleza: y nada es malo de cuanto a ella se acomoda.“