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Relacionado con: quiera
„No quiero ser presidente de una República de asesinos.“
„Si quieres conocerte, observa la conducta de los demás. Si quieres comprender a los demás, mira en tu propio corazón.“
„Vivir quiere decir soñar; ser sabio significa soñar apaciblemente.“
„El que quiera contemplar un torrente lo primero que debe hacer es no ser arrastrado por él.“
„Hacen bien, ¡qué diablos! La física sirve para muchas cosas, mientras que la filosofía no sirve para nada. Ya lo dijo conste, un filósofo, el patrón de los filósofos, Aristóteles. Precisamente por eso soy yo filósofo: porque o sirve para nada serlo. La notoria inutilidad de la filosofía es acaso el síntoma más favorable para que veamos en ella el verdadero conocimiento. Una cosa que sirve es una cosa que sirve para otra, y en esa medida es servil. La filosofía, que es la vida auténtica, la vida poseyéndose a sí misma, no es útil para nada ajeno a ella misma. En ella, el hombre es solo siervo de sí mismo, lo cual quiere decir que solo en ella el hombre es señor de sí mismo. Mas, por supuesto, la cosa no tiene importancia. Queda usted en entera libertad de elegir entre estas dos cosas: o ser filósofo o ser sonámbulo.“
„Quien quiera ver correctamente la época en que vive debe contemplarla desde lejos. ¿A qué distancia? Es muy sencillo: a la distancia que no permite ya distinguir la nariz de Cleopatra.“
„El alma vulgar, sabiéndose vulgar, tiene el denuedo de afirmar el derecho a la vulgaridad y lo impone donde quiera.“
„El que no pueda lo que quiera, que quiera lo que pueda.“
„Quien quiera enseñarnos una verdad que no nos lo diga; simplemente que aluda a ella con leve gesto, gesto que inicie en el aire una ideal trayectoria, deslizándonos por la cual llegaremos nosotros mismos a los pies de la nueva verdad.“
„Cuando se ve una cosa bella, se quiere poseer. Es una inclinación natural que las leyes han previsto.“
„Y la mujer, abrazada cariñosamente al infeliz, le decía: Quiero ignorar y sufrir contigo.“
„Me encanta su compañía y me gusta saber que están ahí en casa en el caso de que algo suceda. Estar en casa es agradable y es que la forma en la quiero estar.“
„Supongo que esto es un adios y buena suerte. No puedo ser lo que tu quieras que sea.“
„En verdad, me gustaría estar muerta.Ella estaba llorando cuando me dejó,y me dijo muchas cosas, y dijo esto:»Cuánto hemos sufrido, Safo.En verdad, no quiero dejarte «.“
„Ten, pues, buen ánimo, hija mía, y no te preocupes por mí, sea lo que sea que me pase en este mundo. Nada puede pasarme que Dios no quiera. Y todo lo que él quiere, por muy malo que nos parezca, es en realidad lo mejor.“
„Modelo de cooperación: María como Madre no quiere condecoraciones ni honras, sino prestar servicios.“
„En cualquier caso, el capitalismo del libre mercado y la Revolución Industrial, mostraron un fuerte ascenso de las energías productivas, un fuerte ascenso que constituyó una revolución en contra del sistema mercantilista del siglo diecisiete y dieciocho. De hecho, el sistema mercantilista es a lo que hemos vuelto ahora. Hay muy poca diferencia entre el capitalismo de estado monopolístico, o capitalismo de estado corporativo, o como se le quiera llamar, en los Estados Unidos y Europa [Occidental] hoy, y el sistema mercantilista de la era de la pre–Revolución Industrial. Sólo hay dos diferencias. Una, es que la principal actividad de entonces fue el comercio, y la de ahora es la industria. Pero el esencial modus operandi de los dos sistemas es exactamente el mismo: monopolio privilegiado, una completa unión en lo que se ha llamado “acuerdo del estado y la industria”. Un sistema generalizado de militarismo y contratos de guerras, un camino hacia la guerra y el imperialismo. Es el mismo tinglado que caracterizó los siglos diecisiete y dieciocho. La verdadera diferencia clave es que en esa época no existía un gigantesco sistema de representación proporcional (P. R. Apparatus). No tenían una flota de intelectuales que pregonaban a todos lados las maravillas del sistema: como promover el bien común y el bienestar general, es decir, el Progresismo En Acción. Ellos decían: “Es nuestro propósito abusar del publico, ¡y lo estamos haciendo!”“
„Si, pues, el Estado es la vasta maquinaria de la delincuencia y de la agresión institucionalizadas, la «organización de los medios políticos» con el objetivo de enriquecerse, esto quiere decir que nos hallamos ante una organización criminal y que, por consiguiente, su categoría moral es radicalmente distinta de la de cualquiera de los legítimos dueños de propiedades. (…) Significa, por poner un ejemplo, que nadie tiene la obligación moral de obedecerle. En cuanto que es una organización criminal, cuyas rentas e ingresos proceden de impuestos delictivos, el Estado no puede poseer ningún justo derecho de propiedad. De donde se concluye que no puede ser ni inmoral ni injusto negarse a pagar los impuestos del Estado, ni adueñarse de sus propiedades (porque son propiedades en manos de agresores), ni rechazar órdenes, ni quebrantar contratos hechos con él (ya que no puede ser injusto romper pactos con criminales). En el terreno de la moral, y desde el punto de vista de una auténtica filosofía política, ‘robar’ al Estado significa arrancar la propiedad a unas manos criminales. (…). También es, a fortiori, moralmente lícito engañar al Estado. (…) Lo dicho no significa, por supuesto, que aconsejemos ni menos que exijamos la desobediencia civil, ni incitamos a la rebelión fiscal ni a robar y mentir al Estado. Estas actitudes son poco recomendables, sobre todo si se tiene en cuenta que el aparato estatal dispone de una ‘force majeure’. Lo que pretendemos decir es que estas acciones son justas y moralmente lícitas. Las relaciones con el Estado deben guiarse por consideraciones de simple prudencia y pragmatismo, que implican que los individuos deben tratar con el Estado como un enemigo que es, por el momento, más poderoso.“
„La Lujuria y la Muerte son dos amables muchachas,pródigas en besos y ricas en salud,cuyo vientre siempre virgen y cubierto de harapospese al cultivo eterno, jamás fructificó.Al poeta siniestro, enemigo de las familias,favorito del infierno, cortesano de rentas escasas,tumbas y burdeles muestran bajo sus enramadasun lecho que nunca frecuentó el remordimiento.Y la caja de muerto y la alcoba fecundas en blasfemiaspor turno nos ofrecen, como dos buenas hermanas,terribles placeres y espantosas dulzuras.Lujuria de brazos inmundos, ¿cuándo quieres enterrarme?Y tú, Muerte, su rival en atractivos, ¿cuándo vendrása injertar en sus mirtos infectos tus oscuros cipreses?“
„»En verdad, querida, me molestáis sin tasa y compasión; diríase, al oíros suspirar, que padecéis más que las espigadoras sexagenarias y las viejas pordioseras que van recogiendo mendrugos de pan a las puertas de las tabernas.»Si vuestros suspiros expresaran siquiera remordimiento, algún honor os harían; pero no traducen sino la saciedad del bienestar y el agobio del descanso. Y, además, no cesáis de verteros en palabras inútiles: ¡Quiéreme! ¡Lo necesito «tanto»! ¡Consuélame por aquí, acaríciame por «allá»! Mirad: voy a intentar curaros; quizá por dos sueldos encontremos el modo, en mitad de una fiesta y sin alejarnos mucho.»Contemplemos bien, os lo ruego, esta sólida jaula de hierro tras de la cual se agita, aullando como un condenado, sacudiendo los barrotes como un orangután exasperado por el destierro, imitando a la perfección ya los brincos circulares del tigre, ya los estúpidos balanceos del oso blanco, ese monstruo hirsuto cuya forma imita asaz vagamente la vuestra.»Ese monstruo es un animal de aquéllos a quienes se suelen llamar “¡ángel mío!”, es decir, una mujer. El monstruo aquél, el que grita a voz en cuello, con un garrote en la mano, es su marido. Ha encadenado a su mujer legítima como a un animal, y la va enseñando por las barriadas, los días de feria, con licencia de los magistrados; no faltaba más.¡Fijaos bien! Veis con qué veracidad —¡acaso no simulada!— destroza conejos vivos y volátiles chillones, que su cornac le arroja. “Vaya —dice éste—, no hay que comérselo todo en un día”; y tras las prudentes palabras le arranca cruelmente la presa, dejando un instante prendida la madeja de los desperdicios a los dientes de la bestia feroz, quiero decir de la mujer.“
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