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Relacionado con: relación
„En relación con el hombre, la ciencia no puede considerarse neutral: es, en efecto, un don que viene de lo Alto.“
„El cuerpo ya no se considera como realidad típicamente personal, signo y lugar de relaciones con los demás, con Dios y con el mundo. Se reduce a pura materialidad: está compuesto por órganos, funciones y energías que hay que usar según criterios de mero goce y eficiencia. Por lo tanto, la sexualidad se despersonaliza y se instrumentaliza: de signo, lugar y lenguaje del amor, es decir, del don de sí mismo y de la acogida del otro según la riqueza de la persona, pasa cada vez más a ocasión e instrumento de afirmación del propio yo y de la satisfacción egoísta de los propios deseos e instintos.“
„En lo que a mí se refería, siempre que mi esposa gastaba dinero no estaba gastando dinero, sino nuestra futura libertad. Por su parte, ella sentía que cada vez que yo la contenía para que no derrochase estaba quitándole el placer de su vida. Menos mal que aprendimos a corregir cada uno nuestros patrones del dinero y, lo que es más importante, a crear un tercer patrón del dinero pensado específicamente para nuestra relación. Todo esto ¿funciona? Permíteme expresarlo de este modo; yo he presenciado tres milagros en mi vida: El nacimiento de mi hija. El nacimiento de mi hijo. Mi esposa y yo ¡sin discutir ya más por el dinero!“
„Las estadísticas demuestran que la causa número uno de todas las rupturas de relaciones es el dinero. La razón más grande que hay detrás de las peleas que tiene la gente por el dinero no es el dinero en sí, sino la disparidad de sus «patrones». No importa el dinero que tengas o dejes de tener: si tu patrón no concuerda con el de la persona con quien estás relacionándote, tendrás un reto mayúsculo. Esto“
„Habiendo colocado un bastón en el límite de la sombra que produce la pirámide y formados dos triángulos por acción de los rayos del sol, mostró que la razón que tenía esta sombra en relación con la otra es la que existe entre el bastón y la pirámide.“
„Su filosofía intelectualizó las relaciones de un nuevo mundo surgido también, como la vida que él observó, del agua. El imperio colonial de Mileto flotaba sobre el mar, igual que la tierra.“
„La envidia consiste en no ver nunca las cosas en sí mismas, sino sólo en sus relaciones. Si deseas gloria, puedes envidiar a Napoleón, pero Napoleón envidiaba a César, César envidiaba a Alejandro y Alejandro, me atrevería a decir, envidiaba a Hércules, que nunca existió.“
„Es suficiente, por ahora, haber establecido la siguiente conclusión: que los tres principios de conexión de ideas son las relaciones de semejanza, contigüidad y causa y efecto.“
„Todos los objetos de la razón e investigación humana pueden, naturalmente, dividirse en dos grupos, a saber: relaciones de ideas y cuestiones de hecho;…“
„Hemos dicho que todos los argumentos acerca de la existencia se fundan en la relación causa-efecto, que nuestro conocimiento de esa relación se deriva totalmente de la experiencia y que todas nuestras conclusiones experimentales se dan a partir del supuesto de que el futuro será como ha sido el pasado.“
„Todos los razonamientos pueden dividirse en dos clases, a saber, el razonamiento demostrativo o aquel que concierne a las relaciones de ideas y el razonamiento moral o aquel que se refiere a las cuestiones de hecho y existenciales.“
„…hemos de conocer tanto la causa como el efecto y la relación entre ellos.“
„Una vez fui testigo del estrecho nexo entre la pérdida de la fe en el futuro y este peligroso darse por vencido. F., el jefe de mi barracón, compositor y libretista famoso, me confió un día: «Me gustaría contarle algo, doctor. He tenido un extraño sueño. Una voz me invitaba a desear cualquier cosa, bastaba con preguntar lo que quería conocer y mis preguntas serían satisfechas de inmediato. ¿Sabe qué pregunté? Cuándo terminaría la guerra para mí. Ya sabe lo que quiero decir, doctor, ¡para mí! Conocer cuándo seríamos liberados los de este campo y cuándo terminarían nuestros sufrimientos». «¿Y cuándo tuvo usted ese sueño?», le pregunté. «En febrero de 1945», contestó. Por entonces estábamos a principios de marzo. «¿Qué respondió la voz en su sueño?» En voz baja, casi furtivamente, me susurró: «El treinta de marzo.» Cuando F. me contó aquel sueño todavía se encontraba rebosante de esperanza y convencido de la certeza y veracidad del oráculo de la voz. Sin embargo, a medida que se acercaba el día prometido, las noticias que recibíamos sobre la guerra menguaban las esperanzas de ser liberados en la fecha indicada. El veintinueve de marzo, de repente, F. cayó enfermo con una fiebre muy alta. El treinta de marzo, el día en que según su profecía terminaría la guerra y el sufrimiento para él, empezó a delirar y perdió la conciencia. El treinta y uno de marzo falleció. Según todas las apariencias murió de tifus… Los que conocen la estrecha relación entre el estado de ánimo de una persona su valor y su esperanza, o su falta de ambos y el estado de su sistema inmunológico comprenderán cómo la pérdida repentina de la esperanza y el valor pueden desencadenar un desenlace mortal. La causa última de la muerte de mi amigo fue la honda decepción que le produjo no ser liberado en el día señalado. De pronto se debilitó la resistencia de su organismo y sus defensas disminuyeron, dejándole a merced de la infección tifoidea latente. Su esperanza en el futuro y su voluntad de vivir se paralizaron, y su cuerpo sucumbió víctima de la enfermedad. Después de todo, la voz de sus sueños se hizo realidad. La observación de este caso, y sus consecuencias psicológicas, concuerda con un hecho que el médico del campo me hizo notar: la tasa de mortandad semanal durante las Navidades de 1944 y el Año Nuevo de 1945 superó en mucho las estadísticas habituales del campo. En su opinión, la explicación de este aumento de mortalidad no había que buscarla en el empeoramiento de las condiciones de trabajo, ni en una disminución de la ración alimenticia, ni en un cambio climatológico, ni en el brote de nuevas epidemias. A su entender, se trataba sencillamente de la ingenua esperanza que abrigaron la mayoría de los presos de ser liberados por las fiestas navideñas. Según se acercaba esa fecha, y al no recibir ninguna noticia alentadora, los prisioneros perdieron su valor y les venció el desaliento. Muchos de ellos murieron al debilitarse su capacidad de resistencia. Ya advertimos“
„Quienes conocen la estrecha relación entre el estado de ánimo de una persona —su valor y su esperanza, o la falta de ambos— y la capacidad de su sistema inmunológico comprenderán que la pérdida repentina de esperanza puede desencadenar un desenlace mortal. La“
„Una vez fui testigo del estrecho nexo entre la pérdida de la fe en el futuro y este peligroso darse por vencido. F., el jefe de mi barracón, compositor y libretista famoso, me confió un día: «Me gustaría contarle algo, doctor. He tenido un extraño sueño. Una voz me invitaba a desear cualquier cosa, bastaba con preguntar lo que quería conocer y mis preguntas serían satisfechas de inmediato. ¿Sabe qué pregunté? Cuándo terminaría la guerra para mí. Ya sabe lo que quiero decir, doctor, ¡para mí! Conocer cuándo seríamos liberados los de este campo y cuándo terminarían nuestros sufrimientos». «¿Y cuándo tuvo usted ese sueño?», le pregunté. «En febrero de 1945», contestó. Por entonces estábamos a principios de marzo. «¿Qué respondió la voz en su sueño?» En voz baja, casi furtivamente, me susurró: «El treinta de marzo.» Cuando F. me contó aquel sueño todavía se encontraba rebosante de esperanza y convencido de la certeza y veracidad del oráculo de la voz. Sin embargo, a medida que se acercaba el día prometido, las noticias que recibíamos sobre la guerra menguaban las esperanzas de ser liberados en la fecha indicada. El veintinueve de marzo, de repente, F. cayó enfermo con una fiebre muy alta. El treinta de marzo, el día en que según su profecía terminaría la guerra y el sufrimiento para él, empezó a delirar y perdió la conciencia. El treinta y uno de marzo falleció. Según todas las apariencias murió de tifus… Los que conocen la estrecha relación entre el estado de ánimo de una persona su valor y su esperanza, o su falta de ambos y el estado de su sistema inmunológico comprenderán cómo la pérdida repentina de la esperanza y el valor pueden desencadenar un desenlace mortal. La causa última de la muerte de mi amigo fue la honda decepción que le produjo no ser liberado en el día señalado. De pronto se debilitó la resistencia de su organismo y sus defensas disminuyeron, dejándole a merced de la infección tifoidea latente. Su esperanza en el futuro y su voluntad de vivir se paralizaron, y su cuerpo sucumbió víctima de la enfermedad. Después de todo, la voz de sus sueños se hizo realidad.“
„Hemos perdido la guerra; no una batalla, sino la guerra (…). ¿Quién ha perdido la guerra? Es evidente: los que venimos de las cinco Internacionales que ha habido (…). Hemos perdido la guerra. Todo aquello que soñamos sobre una sociedad sin clases, la participación, la democracia… se lo ha llevado el viento de la Globalización. Todos los días está siendo totalmente arrasado. Hemos perdido la guerra los que venimos de la filosofía de la Ilustración, los que hemos hecho de la razón la herramienta fundamental para el conocimiento y para las relaciones. Hemos perdido la guerra todos aquellos que hemos invocado a la lógica y buscado que el ser humano ocupe la centralidad del desarrollo de la actividad humana Humanismo]. Es decir, hemos perdido la guerra los que hemos intentado desarrollar lo que intentó el Renacimiento.“
„«Siempre sentí una relación con Dios desde el silencio; en las Escrituras encontraba respuesta a todo».“
„Una razón más básica por la cuál estamos mandados a amar se expresa de manera explícita en las palabras de Jesús: «Amad a vuestros enemigos…. para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos.» Estamos llamados a esta difícil tarea con el fin de contar con una relación única con Dios. Somos posibles hijos de Dios. A través del amor eso se convierte en [una realidad] potencial. Debemos amar a nuestros enemigos, porque sólo amando podemos conocer a Dios y experimentar la belleza de Su santidad.“
„No puedo olvidar que el Premio Nobel de la Paz no fue sólo algo que tiene lugar, sino que es una comisión – una comisión para trabajar más duro de lo que nunca antes había trabajado para la hermandad del hombre. Es un llamado que me lleva más allá de lealtades nacionales. Pero incluso si no estuviera presente, aun así tendrá que vivir con el sentido de mi compromiso con el ministerio de Jesucristo. Para mí, la relación de este ministerio para la realización de la paz es tan obvia que a veces me sorprendo de los que me preguntan por qué estoy hablando en contra de la guerra. ¿Podrá ser que ellos no sepan que las Buenas Nuevas estan destinadas a todos los hombres; para comunistas y capitalistas, para sus hijos y los nuestros, para blancos y negros, para revolucionarios y conservadores?. ¿Han olvidado que mi ministerio es en obediencia a Aquél que amó a sus enemigos tan completamente que murió por ellos? ¿Qué, entonces, puedo decirle a Vietcong, a Castro, o Mao, como un fiel ministro de Jesucristo? ¿Puedo amenazarlos con la muerte, o no debo mas bien compartir con ellos mi vida?“
„Si el samaritano hubiese considerado al herido en primer lugar como a un judío, no se habría parado, ya que judíos y samaritanos no tenían relaciones. lo vio, en primer lugar, como un ser humano, que era judío solamente por accidente.“
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