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rencor
Relacionado con: rencor
„En algún momento, tienes que olvidarte de los rencores, porque solo hieren.“
„Los dichos injuriosos parece que nacen de sobrado rencor y sobrada malicia.“
„El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso, ni jactancioso, ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad, sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.“
„DESPEDIDA DE UN PAISAJENo le reprocho a la primaveraque llegue de nuevo.No me quejo de que cumplacomo todos los añoscon sus obligaciones.Comprendo que mi tristezano frenara la hierba.Si los tallos vacilanserá sólo por el viento.No me causa dolorque los sotos de alisosrecuperen su murmullo.Me doy por enteradade que, como si vivieras,la orilla de cierto lagoes tan bella como era.No le guardo rencora la vista por la vistade una bahía deslumbrante.Puedo incluso imaginarmeque otros, no nosotros,están sentados ahora mismosobre el abedul derribado.Respeto su derechoa reír, a susurrary a quedarse felices en silencio.Supongo inclusoque los une el amory que él la abraza a ellacon brazos llenos de vida.Algo nuevo, como un trino,comienza a gorgotear entre los juncos.De veras los deseoque lo oigan.No exijo ningún cambiode las olas a la orilla,ligeras o perezosas,pero no obedientes.Nada le pidoa las aguas junto al bosque,a veces esmeralda,a veces zafiro,a veces negras.Una cosa no acepto.Volver a ese lugar.Renuncio al privilegiode la presencia.“
„Mi impresión es que el siglo XX fue el siglo de la esperanza, donde había revoluciones por hacer, había cambios por intentar, victorias por conseguir, luchas por librar, pero esa esperanza fue derrotada. La segunda mitad del siglo XX y el principio del siglo XXI, ha sido la derrota de las grandes ideas que podrían haber trazado un horizonte más digno para la sociedad. Hemos perdido la batalla, somos siervos de un sistema que nos controla y nos asfixia, por eso me temo que ahora cuando hablan de movimiento, revolución, de sublevaciones, el asunto es que ya no es posible hacer una sublevación ideológica. No hay ninguna ideología que mueva a los oprimidos, a los pobres, a los parias de la tierra. La revolución de ahora solo puede ser la de la desesperación, la del rencor, la del ajustar cuentas. De darse una será mucho más brutal, porque no aspira a cambiar la sociedad, sino que aspira a vengarse.“
„La sucia España de toda la vida, enferma de sí misma; la del rencor y la envidia cobarde; la del por qué él y yo no; la que desprecia cuanto ignora y odia cuanto envidia; la que retorna pidiendo cerillas y haces de leña, exigiendo cunetas y paredones donde ajustar cuentas; la que sólo se calma cuando le meten dinero en el bolsillo o ve pasar el cadáver del vecino de quien codicia la casa, el coche, la mujer, la hacienda. Al observar el comedero de cerdos en que, con la complicidad ciudadana, nuestra infame clase política ha convertido treinta años de democracia bien establecida, se comprenden muchos momentos terribles de nuestra historia.(…)Si retrocediéramos en el tiempo y nos dieran un Máuser, un despacho de Gobernación, una toga de juez en juicio sumarísimo, llenaríamos de nuevo los cementerios.(…)El problema somos nosotros: la vieja, triste y ruin España.“
„… conocía de sobra… los motivos simples por los que un hombre con las dosis adecuadas de fanatismo, rencor o ánimo de lucro mercenario podía matar indiscriminadamente.“
„Ahora tengo sueño, digo yo, como si fuera el eco del doctor Pasavento. Y tengo la impresión de que, con mi posición de escribiente, iluminado por la luz de una imaginaria luna menguante, recuerdo las humildes posiciones de aquellos personajes de Walser de los que Walter Benjamin decía que parecían provenir de la noche más oscura, personajes que venían del sueño de una noche veneciana y que lo que lloraban era prosa. “Pues el sollozo”, decía Benjamin, “es la melodía del parloteo de Walser”. Son personajes que no han renunciado a su componente infantil, seguramente porque nunca fueron niños. Les horroriza la idea de que, por cualquier circunstancia ajena a sus deseos, puedan llegar a tener éxito en la vida. ¿Y por qué les horroriza tanto? Desde luego no por sentimientos como el desprecio o el rencor, sino, como dice Benjamin, en sus líneas dedicadas a Walser, por motivos del todo epicúreos. Quieren vivir con ellos mismos. No necesitan a nadie. Son seres a los que su propia naturaleza aleja de la sociedad y que, en contra de lo que pueda pensarse, no necesitan ninguna ayuda, pues si quieren seguir siendo de verdad sólo pueden alimentarse de sí mismos. Proceden, o aparentan proceder, de las praderas de Appenzell y su vida empieza donde acaban los cuentos. “Y si no han muerto, entonces es que hoy viven todavía”, dice Walser de los personajes de esos cuentos. Y nos muestra a continuación cómo viven y a qué se dedican, nos explica qué es lo suyo. Hay días en que lo suyo es ser como coches fúnebres que van a todas partes menos al cementerio. Y otros en los que lo suyo son textos, ensayos errantes, microgramas, furtivas conversaciones con un botón, ilusorios papelillos, pequeña prosa, tentativas de escribir para ausentarse, cigarrillos efímeros y cosas por el estilo.“
„Que quien no guarda amor luego no guarda rencor“
„Sabía que mi reclamo había pasado de moda pero al rencor le gusta ser anacrónico“
„Tan malo como el tabaco para los pulmones es el rencor para el alma;“
„A veces, cuando la Fortuna frunce el ceño con más rencor, prepara sus más deslumbrantes regalos.“
„He aquí algo sobre el honor de los poetas. Yo tenía diecisiete años y unos deseos irrefrenables de ser escritor. Me preparé. Pero no me quedé quieto mientras me preparaba, pues comprendí que si así lo hacía no triunfaría jamás. Disciplina y un cierto encanto dúctil, ésas son las claves para llegar a donde uno se proponga. Disciplina: escribir cada mañana no menos de seis horas. Escribir cada mañana y corregir por las tardes y leer como un poseso por las noches. Encanto, o encanto dúctil: visitar a los escritores en sus residencias o abordarlos en las presentaciones de libros y decirles a cada uno justo aquello que quiere oír. Aquello que quiere oír desesperadamente. Y tener paciencia, pues no siempre funciona. Hay cabrones que te dan una palmadita en la espalda y luego si te he visto no me acuerdo. Hay cabrones duros y crueles y mezquinos. Pero no todos son así. Es necesario tener paciencia y buscar. Los mejores son los homosexuales, pero, ojo, es necesario saber en qué momento detenerse, es necesario saber con precisión qué es lo que no uno quiere, de lo contrario puedes acabar enculado de balde por cualquier viejo maricón de izquierda. Con las mujeres ocurre tres cuartas partes de lo mismo: las escritoras españolas que pueden echarte un cable suelen ser mayores y feas y el sacrificio a veces no vale la pena. Los mejores son los heterosexuales ya entrados en la cincuentena o en el umbral de la ancianidad. En cualquier caso: es ineludible acercarse a ellos. Es ineludible cultivar un huerto a la sombra de sus rencores y resentimientos. Por supuesto, hay que empollar sus obras completas. Hay que citarlos dos o tres veces en cada conversación. ¡Hay que citarlos sin descanso! Un consejo: no criticar nunca a los amigos del maestro. Los amigos del maestro son sagrados y una observación a destiempo puede torcer el rumbo del destino. Un consejo: es preceptivo abominar y despacharse a gusto contra los novelistas extranjeros, sobre todo si son norteamericanos, franceses o ingleses. Los escritores españoles odian a sus contemporáneos de otras lenguas y publicar una reseña negativa de uno de ellos será siempre bien recibida. Y callar y estar al acecho. Y delimitar las áreas de trabajo. Por la mañana escribir, por la tarde corregir, por las noches leer y en las horas muertas ejercer la diplomacia, el disimulo, el encanto dúctil. A los diecisiete años quería ser escritor. A los veinte publiqué mi primer libro. Ahora tengo veinticuatro y en ocasiones, cuando miro hacia atrás, algo semejante al vértigo se instala en mi cerebro. He recorrido un largo camino, he publicado cuatro libros y vivo holgadamente de la literatura (aunque si he de ser sincero, nunca necesité mucho para vivir, sólo una mesa, un ordenador y libros). Tengo una colaboración semanal con un periódico de derechas de Madrid. Ahora pontifico y suelto tacos y le enmiendo la plana (pero sin pasarme) a algunos políticos. Los jóvenes que quieren hacer una carrera como escritor ven en mí un ejemplo a seguir. Algunos dicen que soy la versión mejorada de Aurelio Baca. No lo sé. (A los dos nos duele España, aunque creo que por el momento a él le duele más que a mí). Puede que lo digan sinceramente, pero puede que lo digan para que me confíe y afloje. Si es por esto último no les voy a dar el gusto: sigo trabajando con el mismo tesón que antes, sigo produciendo, sigo cuidando con mimo mis amistades. Aún no he cumplido los treinta y el futuro se abre como una rosa, una rosa perfecta, perfumada, única. Lo que empieza como comedia acaba como marcha triunfal, ¿no?“
„Ignoran que la multitud no odia, odian las minorías, porque conquistar derechos provoca alegría, mientras perder privilegios provoca rencor.“
„No les guardo rencor, estoy acostumbrado a la incomprensión de la gente. ¡Hasta siempre, señores!“
„Ha olvidado los hechos minúsculos, idénticos, que constituían su vida, esos días que siguieron al descubrimiento de que tampoco podía confiar en su madre, pero no ha olvidado el desánimo, la amargura, el rencor, el miedo que reinaban en su corazón y que ocupaban sus noches.“
„el mismo rencor cansado que olvida todos los agravios: por pereza de recordar.“
„Señor vicepresidente, señora directora de Comfama, amigos escritores: Que cada quien hable por sí mismo, en nombre propio, y diga lo que tenga que decir que el hombre nace solo y se muere solo y para eso estamos en Colombia donde por lo menos, en medio de este desastre, somos libres de irnos y volver cuando queramos, y de decir y escribir y opinar lo que queramos, así después nos maten. ¡Y qué importa! Una libertad de semejante magnitud no tiene precio. En uso de esa libertad espléndida que me confiere Colombia, que a nadie calla, me dirijo a ustedes esta noche aprovechando que todavía estoy vivo. ¡Y que se callen los muertos! Con eso de que cualquier vida humana aquí no vale más que unos cuantos pesos, los que cuesta un sicario… ¡Y adivinen quién lo contrató! Ésa es la ventaja de vivir en Colombia, de morir en Colombia, que uno se va tranquilo sin saber de dónde vino la bala, si de la derecha o de la izquierda, y así, ignorante el difuntico del causante de su muerte, sin resentimientos ni rencores, se queda por los siglos de los siglos en la infinita eternidad de Dios.“
„La codicia ha contaminado las almas de los hombres, ha levantado en el mundo barricadas de envidia, de rencor, nos ha llevado a la miseria y a la matanza. Hemos crecido demasiado deprisa, y ¿de qué ha servido?, la tecnología que proporciona abundancia nos ha dejado mendigencia, nuestra ciencia nos ha hecho cínicos, nuestra inteligencia duros y vacíos, hemos empezado a pensar pero hemos dejado de sentir, nos hemos convertido en esclavos del destino“
„En las oficinas no hay amigos; hay tipos que se ven todos los días, que rabian juntos o separados, que hacen chistes y se los festejan, que se intercambian sus quejas y se transmiten sus rencores, que murmuran del Directorio en general y adulan a cada director en particular. Esto se llama convivencia, pero sólo por espejismo la convivencia puede llegar a parecerse a la amistad.“
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