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Relacionado con: resistencia
„Siento no depositar esta insignia ante la asamblea nacional, de quien la había recibido; siento retirarme sin haber consolidado las instituciones que ella había creído propias del país y que había jurado defender; pero al menos tengo el consuelo de dejar a Chile independiente de toda dominación extranjera, respetado en el exterior y cubierto de gloria por sus hechos de armas. Doi gracias a la divina providencia que me ha elegido instrumento para tales bienes, y que me ha concedido la fortaleza de ánimo necesaria para resistir el inmenso peso que sobre mi han hecho gravitar las azarosas circunstancias en que he ejercido el mando. Pido muy de veras al cielo proteja del mismo modo a los que deben sucederme. Señores, al presente soy un simple particular. Mientras he estado investido de la primera dignidad de la república, el respeto, sino mi persona, al menos a ese alto empleo, debía haber impuesto silencio a vuestras quejas. Ahora podeis hablar sin conveniencia. Que se presenten mis acusadores. Quiero conocer los males que he causado, las lágrimas que he hecho derramar. Salid y acusadme. Si las desgracias que me hechais en rostro han sido, no el efecto preciso de la época del poder sino del desahogo de malas pasiones, esas desgracias no pueden purgarse sino con mi sangre. Tomad de mi la venganza que queráis, que yo no os opondré resistencia. ¡Aquí esta mi pecho!“
„Nuestra herencia de tambores batientes ha de continuar latiendo en la sangre de estas generaciones.Es lo único, Yarince, que permaneció: la resistencia.“
„Incluso la peor de las situaciones, si en tal nos hallamos, se descompone en elementos simples entre los cuales habrá algunos a los que asirse, como las ramas de un arbusto que creciese en la costa, para oponer resistencia a los remolinos que nos tiran hacia el fondo. Esa grieta, ese islote y esa rama nos mantienen en la superficie de la existencia.“
„El valor es resistencia al miedo, dominio del miedo, no ausencia de miedo.“
„Una vez fui testigo del estrecho nexo entre la pérdida de la fe en el futuro y este peligroso darse por vencido. F., el jefe de mi barracón, compositor y libretista famoso, me confió un día: «Me gustaría contarle algo, doctor. He tenido un extraño sueño. Una voz me invitaba a desear cualquier cosa, bastaba con preguntar lo que quería conocer y mis preguntas serían satisfechas de inmediato. ¿Sabe qué pregunté? Cuándo terminaría la guerra para mí. Ya sabe lo que quiero decir, doctor, ¡para mí! Conocer cuándo seríamos liberados los de este campo y cuándo terminarían nuestros sufrimientos». «¿Y cuándo tuvo usted ese sueño?», le pregunté. «En febrero de 1945», contestó. Por entonces estábamos a principios de marzo. «¿Qué respondió la voz en su sueño?» En voz baja, casi furtivamente, me susurró: «El treinta de marzo.» Cuando F. me contó aquel sueño todavía se encontraba rebosante de esperanza y convencido de la certeza y veracidad del oráculo de la voz. Sin embargo, a medida que se acercaba el día prometido, las noticias que recibíamos sobre la guerra menguaban las esperanzas de ser liberados en la fecha indicada. El veintinueve de marzo, de repente, F. cayó enfermo con una fiebre muy alta. El treinta de marzo, el día en que según su profecía terminaría la guerra y el sufrimiento para él, empezó a delirar y perdió la conciencia. El treinta y uno de marzo falleció. Según todas las apariencias murió de tifus… Los que conocen la estrecha relación entre el estado de ánimo de una persona su valor y su esperanza, o su falta de ambos y el estado de su sistema inmunológico comprenderán cómo la pérdida repentina de la esperanza y el valor pueden desencadenar un desenlace mortal. La causa última de la muerte de mi amigo fue la honda decepción que le produjo no ser liberado en el día señalado. De pronto se debilitó la resistencia de su organismo y sus defensas disminuyeron, dejándole a merced de la infección tifoidea latente. Su esperanza en el futuro y su voluntad de vivir se paralizaron, y su cuerpo sucumbió víctima de la enfermedad. Después de todo, la voz de sus sueños se hizo realidad. La observación de este caso, y sus consecuencias psicológicas, concuerda con un hecho que el médico del campo me hizo notar: la tasa de mortandad semanal durante las Navidades de 1944 y el Año Nuevo de 1945 superó en mucho las estadísticas habituales del campo. En su opinión, la explicación de este aumento de mortalidad no había que buscarla en el empeoramiento de las condiciones de trabajo, ni en una disminución de la ración alimenticia, ni en un cambio climatológico, ni en el brote de nuevas epidemias. A su entender, se trataba sencillamente de la ingenua esperanza que abrigaron la mayoría de los presos de ser liberados por las fiestas navideñas. Según se acercaba esa fecha, y al no recibir ninguna noticia alentadora, los prisioneros perdieron su valor y les venció el desaliento. Muchos de ellos murieron al debilitarse su capacidad de resistencia. Ya advertimos“
„Una vez fui testigo del estrecho nexo entre la pérdida de la fe en el futuro y este peligroso darse por vencido. F., el jefe de mi barracón, compositor y libretista famoso, me confió un día: «Me gustaría contarle algo, doctor. He tenido un extraño sueño. Una voz me invitaba a desear cualquier cosa, bastaba con preguntar lo que quería conocer y mis preguntas serían satisfechas de inmediato. ¿Sabe qué pregunté? Cuándo terminaría la guerra para mí. Ya sabe lo que quiero decir, doctor, ¡para mí! Conocer cuándo seríamos liberados los de este campo y cuándo terminarían nuestros sufrimientos». «¿Y cuándo tuvo usted ese sueño?», le pregunté. «En febrero de 1945», contestó. Por entonces estábamos a principios de marzo. «¿Qué respondió la voz en su sueño?» En voz baja, casi furtivamente, me susurró: «El treinta de marzo.» Cuando F. me contó aquel sueño todavía se encontraba rebosante de esperanza y convencido de la certeza y veracidad del oráculo de la voz. Sin embargo, a medida que se acercaba el día prometido, las noticias que recibíamos sobre la guerra menguaban las esperanzas de ser liberados en la fecha indicada. El veintinueve de marzo, de repente, F. cayó enfermo con una fiebre muy alta. El treinta de marzo, el día en que según su profecía terminaría la guerra y el sufrimiento para él, empezó a delirar y perdió la conciencia. El treinta y uno de marzo falleció. Según todas las apariencias murió de tifus… Los que conocen la estrecha relación entre el estado de ánimo de una persona su valor y su esperanza, o su falta de ambos y el estado de su sistema inmunológico comprenderán cómo la pérdida repentina de la esperanza y el valor pueden desencadenar un desenlace mortal. La causa última de la muerte de mi amigo fue la honda decepción que le produjo no ser liberado en el día señalado. De pronto se debilitó la resistencia de su organismo y sus defensas disminuyeron, dejándole a merced de la infección tifoidea latente. Su esperanza en el futuro y su voluntad de vivir se paralizaron, y su cuerpo sucumbió víctima de la enfermedad. Después de todo, la voz de sus sueños se hizo realidad.“
„Tensión social hay porque no hay guita, esa es la cuestión number one. El otro día estuve acá en la Plaza, en la Marcha de la Resistencia. Estuve con Hebe de Bonafini. Pero era ridícula esa marcha, vos veías a las madres, sombrías, austeras, tristes y después había todo esos boludos del MAS y de no sé que carajo con los bombos, fumando porros, tomando vino, o sea que estaban de joda. Me hicieron una entrevista para el diario de las Madres. A mí lo de las Madres me parece bien. Al final ese Astiz todavía anda suelto y encima lo quieren ascender. ¡Ese tipo tiene que estar en la cárcel de por vida!“
„Me quedaré en la lucha hasta que se gane la victoria y hasta que cada chico negro y cada chica negra puedan caminar por las calles de Montgomery y de los Estados Unidos con dignidad y honor sabiendo que es un hijo del Dios Todopoderoso y sabiendo que tiene dignidad y respeto propio. No llegará en los próximos cinco años; no lo sé. Espero que llegue mañana por la mañana a las nueve. Pero el realismo me impulsa a admitir que todavía habrá días de resistencia por delante, días difíciles y oscuros. No sé cuáles son los sufrimientos que tendremos que pasar. Estoy seguro de que habrá más bombas. Algunos de nosotros tendremos que ir a la cárcel un poco más. Y no estoy tan seguro ahora de que algunos de nosotros no tengamos que pagar el precio de la muerte física, pero estoy convencido de que si la muerte física es el precio que algunos deben pagar para liberar a sus hijos de una vida permanente en la muerte psicológica, entonces nada podría ser más cristiano. Y así vamos a salir con una nueva y audaz determinación para hacer de esta vieja era una nueva era.“
„No queremos ricos, no queremos sacerdotes ni gobernantes; no queremos bribones que exploten las fuerzas de los trabajadores; no queremos bandidos que sostengan con ley a esos bribones, ni malvados que en nombre de cualquier religión hagan del pobre un cordero que se deje devorar de los lobos sin resistencia y sin protesta. Porque cualquiera que esté una pulgada arriba de nosotros es enemigo.“
„Las castas no son rígidas, sino que están en lucha y en contacto unas con otras; y asistimos con frecuencia a resistencias y desapariciones de castas.“
„Es de presumir que las mujeres tienen en más su cuerpo que su alma, puesto que la mayoría entregan su corazón sin resistencia y se resisten a entregar su cuerpo.“
„Seguimos siendo libres en la medida en que efectivamente lo somos porque ciertos prejuicios tradicionales, a pesar de estar en rápido proceso de disolución, han impedido que la lógica subyacente a los cambios que se han producido dejara sentir su influencia en otros campos más amplios. (…) La definitiva victoria del totalitarismo no sería sino el triunfo final de las ideas que ya dominan la esfera intelectual sobre una resistencia meramente tradicionalista.“
„Donde hay poder, hay resistencia…“
„Ni la casta que gobierna, ni los grupos que controlan los aparatos del estado, ni los que toman las decisiones económicas más importantes administran el conjunto de la red de poder que funciona en una sociedad (y que la hace funcionar).Así como la red de las relaciones de poder concluye por construir un espeso tejido que atraviesa los aparatos y las instituciones sin localizarse exactamente en ellos, así también la formación del enjambre de los puntos de resistencia surca las estratificaciones sociales y las unidades individuales. Y es sin duda la codificación estratégica de esos puntos de resistencia lo que torna posible una revolución.“
„La característica esencial de la Civilización Occidental que la distingue de las petrificadas y detenidas civilizaciones del Este ha sido y es su preocupación por la libertad con respecto al Estado. La historia de Occidente, desde la era de las polis griegas hasta la resistencia actual al socialismo, es esencialmente la historia de la lucha por la libertad contra los privilegios de los burócratas.“
„Nuestra «galleguidad» proviene de la fortaleza de espíritu, y aunque carezcamos de voluntad ofensiva somos inexpugnables en la resistencia.“
„El adversario al que se veía obligada a combatir no le parecía ya digno de la lucha ni de la victoria; no era una superior inteligencia la que desafiaba, sino la ineptitud; una gris extensión algodonosa, blanda y sin forma, que no ofrecía resistencia a nada ni a nadie…“
„Lo mejor es no oponer resistencia, sino dejarse ir. No te pases la vida intentando arreglar las cosas. Cuando huyes de algo solo consigues que permanezca más tiempo contigo. Cuando luchas contra algo, ese algo se vuelve más fuerte.Dice:—No hagas lo que quieres. Haz lo que no quieres. Haz lo que te han enseñado a no querer.Es lo contrario de perseguir la felicidad.Brandy me dice:—Haz las cosas que te dan más miedo.“
„Nos ha caído encima un maldito héroe. No saben pensar, no saben luchar y los muy cabrones no sirven para nada que no sean los famosos actos de resistencia desesperada y que le manden una medalla a su madre.“
„A pesar de mi resistencia, progreso, lo cual es una traición de los sentidos. Igual que en el colegio, donde por mucho que te empeñes en evitarlo, el final, aprendes.“
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