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Relacionado con: río
„La selva sigue pegada a la piel aunque uno ya este lejos, la fuerza del río sigue presente cuando hemos sido su juguete por tantos meses; es como si el tiempo que fluye fuera apenas un recuerdo del río, como si las horas presurosas fueran todavía sus orillas“
„Cada región alimenta un pueblo que se le parece. Tantos siglos a la orilla del río volvieron a los hombres diestros para nadar como peces y frenéticos para atacar como caimanes; la familiaridad de los montes los volvió silenciosos como niebla y a la vez solos y muchos como las estrellas del cielo; la vida en el desierto los hizo duros y pacientes como cardos; la vida en la selva les dio el sigilo de las serpientes, la agilidad de los monos en los ramajes; los hizo capaces de ver un mundo de hormiguea de color y sonidos allí donde otros sólo ven monotonía y silencio.“
„Ya sé llorar una vez por cada vez que río“
„Borra, borra en tu memoria, vuelve a la tabula rasa de la infancia, llénate de futuro, despójate de pasado y ten presente que: el río no corre en reversa.Entre fantasmas, Fernando Vallejo“
„La palabra se inventó para mentir, en ella no cabe la verdad. El hombre es un mentiroso nato y la realidad no se puede apresar con palabras, así como un río no se puede apresar con las manos. El río fluye y se va, y nosotros con él.“
„El río invisible.“
„El trabajo de los escritores, digo yo, tiene mucho de común con el de aquellos pescadores árticos. El escritor tiene que buscar el río y, si lo encuentra helado, necesita perforar el hielo. Debe derrochar paciencia, soportar la temperatura y la crítica adversa, desafiar el rídiculo, buscar la corriente profunda, lanzar el anzuelo justo, y después de tantos y tantos trabajos, sacar un pescadito pequeñito. Pero debe volver a pescar, contra el frío, contra el hielo, contra el agua, contra el crítico, hasta recoger cada vez una pesca mayor.“
„Si me preguntáis en dónde he estadodebo decir «Sucede.»Debo de hablar del suelo que oscurecen las piedras,del río que durando se destruye:no sé sino las cosas que los pájaros pierden,el mar dejado atrás, o mi hermana llorando.¿Por qué tantas regiones, por qué un díase junta con un día? ¿Por qué una negra nochese acumula en la boca? ¿Por qué muertos?“
„y juntossomos completos como un solo río,como una sola arena.“
„Si hallas en un camino a un niño robando manzanas y a un viejo sordo con un acordeón, recuerda que yo soy el niño, las manzanas y el anciano. No me hagas daño persiguiendo al niño, no le pegues al viejo vagabundo, no eches al río las manzanas.“
„¿Cuantos maricas hay por acá como Whitey Ford? ¡Si les gusta Whitey Ford, quiero que saquen los pitos de sus culos y que los ondéen al viento! Ese hijo de puta se rió de mí en un disco, así que yo me río de él.“
„El río fluye de una edad a otra y las historias de la gente transcurren en la orilla.“
„Mujer de sal y rocíotu corazón sigue en celoy tu voz está de duelocomo la tierra y el río.“
„Alguna vez lo he visto por la calle, caminando despacio o mirando simplemente el río de la gente que pasa y que quizá le inspire alguna reflexión. Creo que jamás logrará sonreír. Su mirada podría ser la de un loco o la de un sabio o la de un simulador o la de alguien que ha sufrido mucho. Pero lo cierto es que, cada vez que lo veo, a mí me deja una sensación de incomodidad como si yo fuera en parte culpable de su estado, de su miseria, y lo peor de todo como si él supiera que yo soy culpable.“
„En el pasado fluye el río, la lluvia balbucea. El ayer es una envoltura de sucesos, de nunca más y todavía. Cuántos puentes habremos cruzado entre el descanso y el cansancio, entre el misterio y la revelación. Dicen que en el pasado crecen las semillas del futuro, pero en qué jardín, en qué cantero, si el futuro es cada vez más corto, más mezquino, más gravamen de rocas imbatibles. Lo pasado, pisado, dicen los pesimistas. Después suspiran y a veces expiran.“
„Existe un río cuyas aguas dan la inmortalidad; en alguna región habrá otro río cuyas aguas la borren. El número no es infinito; un viajero inmortal que recorra el mundo acabará, algún día, por haber bebido de todos.“
„Funes discernía continuamente los tranquilos avances de la corrupción, de las caries, de la fatiga. Notaba los progresos de la muerte, de la humedad. Era el solitario y lúcido espectador de un mundo multiforme, instantáneo y casi intolerablemente preciso. Babilonia, Londres y Nueva York han abrumado con feroz esplendor la imaginación de los hombres; nadie, en sus torres populosas o en sus avenidas urgentes, ha sentido el calor y la presión de una realidad tan infatigable como la que día y noche convergía sobre el infeliz Ireneo, en su pobre arrabal sudamericano. Le era muy difícil dormir. Dormir es distraerse del mundo; Funes, de espaldas en el catre, en la sombra, se figuraba cada grieta y cada moldura de las casas precisas que lo rodeaban. (Repito que el menos importante de sus recuerdos era más minucioso y más vivo que nuestra percepción de un goce físico o de un tormento físico.) Hacia el Este, en un trecho no amanzanado, había casas nuevas, desconocidas. Funes las imaginaba negras, compactas, hechas de tiniebla homogénea; en esa dirección volvía la cara para dormir. También solía imaginarse en el fondo del río, mecido y anulado por la corriente.“
„And yet, and yet … Negar la sucesión temporal, negar el yo, negar el universo astronómico, son desesperaciones aparentes y consuelos secretos. Nuestro destino no es espantoso por irreal: es espantoso porque es irreversible y de hierro. El tiempo es la sustancia de que estoy hecho. El tiempo es un río que me arrebata, pero yo soy el río; es un tigre que me destroza, pero yo soy el tigre; es un fuego que me consume, pero yo soy el fuego. El mundo desgraciadamente es real; yo, desgraciadamente, soy Borges.“
„(…) se me atravesó la idea complaciente de que la vida no fuera algo que transcurre como el río revuelto de Heráclito, sino una ocasión única de voltearse en la parrilla y seguir asándose del otro costado por noventa años más.“
„Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de 20 casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo».“
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