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Relacionado con: saber
„Saber mucho da ocasión de dudar más.“
„Es una perfección absoluta, y como divina «la de saber disfrutar lealmente de su ser». Buscamos otras condiciones por no comprender el empleo de las nuestras, y salimos fuera de nosotros, por ignorar lo que pasa dentro. Inútil“
„Cualquiera puede hablar con verdad, pero hablar con orden, prudencia y saber, pocos lo consiguen.“
„Saber de memoria no es saber: es tener lo que se ha dado a guardar a la memoria.“
„Puesto que Dios nos concede tiempo para disponer de nuestro desalojo, preparémonos, hagamos el equipaje, despidámonos a tiempo de la compañía, desembaracémonos de esas violentas ataduras que nos retienen en otro sitio y nos alejan de nosotros mismos. Hay que desatar esos lazos tan fuertes, y a partir de ahora amar esto y aquello, pero no casarse sino consigo mismo. Es decir: que el resto nos pertenezca, pero no unido y adherido de tal manera que no podamos desprendernos de ellos sin desollarnos y arrancarnos a la vez alguna parte nuestra. La cosa más importante del mundo es saber ser para uno mismo.“
„La cosa más grande del mundo es saber ser auto-suficiente.“
„Lo más maravilloso del mundo es saber cómo pertenecer a uno mismo.“
„Nuestra única libertad consiste en elegir entre la amargura o el placer. Al ser la insignificancia nuestro destino, no debemos llevarla como una tara, sino saber disfrutar de ella.“
„¿Cómo alguien que no conoce el futuro podría comprender el sentido del presente? Si no sabemos hacia qué futuro nos lleva el presente, ¿cómo saber si merece nuestra adhesión, nuestra desconfianza o nuestro odio?“
„En griego, «regreso» se dice nostos. Algos significa “sufrimiento”. La nostalgia es, pues, el sufrimiento causado por el deseo incumplido de regresar. La mayoría de los europeos puede emplear para esta noción fundamental una palabra de origen griego (nostalgia) y, además, otras palabras con raíces en la lengua nacional: en español decimos “añoranza”; en portugués, saudade. En cada lengua estas palabras poseen un matiz semántico distinto. Con frecuencia tan sólo significan la tristeza causada por la imposibilidad de regresar a la propia tierra. Morriña del terruño. Morriña del hogar. En inglés sería homesickness, o en alemán Heimweh, o en holandés heimwee. Pero es una reducción espacial de esa gran noción. El islandés, una de las lenguas europeas más antiguas, distingue claramente dos términos: söknudur: nostalgia en su sentido general; y heimfra: morriña del terruño. Los checos, al lado de la palabra “nostalgia” tomada del griego, tienen para la misma noción su propio sustantivo: stesk, y su propio verbo; una de las frases de amor checas más conmovedoras es styska se mi po tobe: “te añoro; ya no puedo soportar el dolor de tu ausencia”. En español, “añoranza” proviene del verbo “añorar”, que proviene a su vez del catalán enyorar, derivado del verbo latino ignorare (ignorar, no saber de algo). A la luz de esta etimología, la nostalgia se nos revela como el dolor de la ignorancia. Estás lejos, y no sé qué es de ti. Mi país queda lejos, y no sé qué ocurre en él. Algunas lenguas tienen alguna dificultad con la añoranza: los franceses sólo pueden expresarla mediante la palabra de origen griego (nostalgie) y no tienen verbo; pueden decir: je m? ennuie de toi (equivalente a «te echo de menos» o “en falta”), pero esta expresión es endeble, fría, en todo caso demasiado leve para un sentimiento tan grave. Los alemanes emplean pocas veces la palabra “nostalgia” en su forma griega y prefieren decir Sehnsucht: deseo de lo que está ausente; pero Sehnsucht puede aludir tanto a lo que fue como a lo que nunca ha sido (una nueva aventura), por lo que no implica necesariamente la idea de un nostos; para incluir en la Sehnsucht la obsesión del regreso, habría que añadir un complemento: Senhsucht nach der Vergangenheit, nach der verlorenen Kindheit, o nach der ersten Liebe (deseo del pasado, de la infancia perdida o del primer amor).“
„El hombre nunca puede saber qué debe querer, porque vive sólo una vida y no tiene modo de compararla con sus vidas precedentes ni de enmendarla en sus vidas posteriores.“
„Pero es precisamente el débil quien tiene que ser fuerte y saber marcharse cuando el fuerte es demasiado débil para ser capaz de hacer daño al débil.“
„«¿Qué es el futuro? ¿Qué es el pasado? ¿Qué somos? ¿Cuál es el fluido mágico que nos rodea y oculta las cosas que más necesitamos saber? Vivimos y morimos en medio de“
„Para gobernar hay que saber aprovecharse de los vicios de los hombres, no de sus virtudes.“
„Ella no podrá saber nunca de qué me estaba salvando con esas palabras.“
„Táctica y estrategia Mi táctica es mirarte aprender como sos quererte como sos mi táctica es hablarte y escucharte construir con palabras un puente indestructible mi táctica es quedarme en tu recuerdo no sé cómo ni sé con qué pretexto pero quedarme en vos mi táctica es ser franco y saber que sos franca y que no nos vendamos simulacros para que entre los dos no haya telón ni abismos mi estrategia es en cambio más profunda y más simple mi estrategia es que un día cualquiera no sé cómo ni sé con qué pretexto por fin me necesites.“
„Siempre quise un altillo. Cuando tenía nueve años, cuando tenía doce…siempre quise un altillo para escaparme. ¿De quien? Nunca lo supe. Francamente quisiera saber si todos están seguros de quien escapan. Nadie lo sabe“
„Comprendo que para una mujer joven puede ser un atractivo saber que uno es un tipo que vivió, que cambió hace mucho la inocencia por la experiencia, que piensa con la cabeza bien colocada sobre los hombros. Es posible que eso sea un atractivo, pero qué breve. Porque la experiencia es buena cuando viene de la mano del vigor; después, cuando el vigor se va, uno pasa a ser una decorosa pieza de museo, cuyo único valor es ser un recuerdo de lo que se fue.“
„Lo más trágico no es ser mediocre pero inconsciente de esa mediocridad; lo más trágico es ser mediocre y saber que se es así y no conformarse con ese destino que, por otra parte (eso es lo peor), es de estricta justicia.“
„No quise hablar con Avellaneda. Primero, porque no quiero asustarla; segundo, porque no sé realmente qué decirle. Antes tengo que saber con precisión qué me está sucediendo. No puede ser que, a mis años, aparezca de pronto esta muchacha, que ni siquiera es definidamente linda, y se convierta en el centro de mi atención. Me siento nervioso como un adolescente, eso es cierto, pero cuando miro mi piel que empieza a aflojarse, cuando veo estas arrugas de mis ojos, estas várices de mis tobillos, cuando siento por las mañanas mi tos vejancona, absolutamente necesaria para que mis bronquios empiecen su jornada, entonces ya no me siento adolescente sino ridículo. Todo el mecanismo de mis sentimientos quedó detenido hace veinte años, cuando murió Isabel. Primero fue dolor, después indiferencia, más tarde libertad, últimamente tedio. Largo, desierto, invariable tedio.“
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