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Relacionado con: sabio
„A ese sabio no le sorprendía sobremanera que seres tan miserables, simples juguetes de las fuerzas naturales, se encontrasen tan a menudo envueltos en situaciones tan absurdas como terribles; pero para desgracia suya, solía creer que los revolucionarios eran todavía más necios que el resto de los hombres, y eso era ya puro prejuicio ideológico. Por lo demás, no era nada pesimista, y no consideraba que la vida fuese tan nefasta. Admiraba, entre otras cosas que la naturaleza tiene, la mecánica celeste y el amor físico, acomodándose perfectamente al insidioso trabajo cotidiano mientras llegaba ese día que nos liberaría del deseo y del miedo que impera en todo ser viviente.“
„Me hiciste creer que me había equivocado cuando sabías que tenía razón Ahora tengo que tratar de luchar para pasar el día“
„El tiempo es el más sabio consejero.“
„Oh, tú, el más sabio y bello de los ángeles,Dios traicionado por el destino y de alabanzas privado,¡oh, Satán, apiádate de mi enorme miseria!Oh, Príncipe del exilio, a quien se ha agraviado,y que, vencido, siempre más poderoso vuelves a levantarte,¡oh, Satán, apiádate de mi enorme miseria!Tú que todo lo sabes, gran Rey de las cosas subterráneas,tú, familiar sanador de las angustias humanas,¡oh, Satán, apiádate de mi enorme miseria!Tú que, hasta a los leprosos y los parias malditos,enseñas mediante el amor el sabor del Paraíso,¡oh, Satán, apiádate de mi enorme miseria!Oh tú que de la Muerte, esa amante vieja y poderosa,engendras la Esperanza, esa adorable loca,¡oh, Satán, apiádate de mi enorme miseria!Tú que das al condenado esa mirada en torno al cadalsoque, arrogante y serena, a todo un pueblo condena,¡oh, Satán, apiádate de mi enorme miseria!Tú que sabes en qué rincón de las tierras ansiosasel celosos Dios ocultó sus piedras preciosas,¡oh, Satán, apiádate de mi enorme miseria!Tú cuya clara mirada conoce los profundos arsenalesen donde duerme amortajado el pueblo de los metales,¡oh, Satán, apiádate de mi enorme miseria!Tú cuya extendida mano oculta los precipiciosal sonámbulo que vaga al borde de los edificios,¡oh, Satán, apiádate de mi enorme miseria!Tú que, mágicamente, haces flexibles los viejos huesosdel borracho rezagado al que los caballos atropellaron,¡oh, Satán, apiádate de mi enorme miseria!Tú que, para consolar al frágil que sufre,nos enseñas a mezclar el salitre y el azufre,¡oh, Satán, apiádate de mi enorme miseria!Tú que pones tu marca, oh cómplice sutil,en la frente del Creso despiadado y vil,¡oh, Satán, apiádate de mi enorme miseria!Tú que pones en el corazón de las muchachasel culto a las heridas y el amor a los harapos,¡oh, Satán, apiádate de mi enorme miseria!Báculo del desterrado, lámpara del inventor,confesor del ahorcado y del conspirador,¡oh, Satán, apiádate de mi enorme miseria!Padre adoptivo de aquellos a quienes, en su negra cólera,Dios padre del Paraíso terrenal expulsó,¡oh, Satán, apiádate de mi enorme miseria!¡Gloria y alabanza a ti, Satán, en las alturasdel Cielo, donde reinas, y en las profundidadesdel Infierno, donde, vencido, en silencio sueñas!¡Haz que mi alma un día, bajo el árbol de la Ciencia,cerca de ti descanse, en la hora en que sobre tu frentecomo un Templo nuevo sus ramas se extiendan!“
„La mujer, entre tanto, retorciéndoseigual que una serpiente en las brasas,y amasándose los pechos por encimade las ballenas del corsédejaba deslizar de su boca de fresaestas palabras impregnadas de almizcle:—«Tengo los labios húmedos y conozco la cienciade perder en una cama la antigua conciencia.Seco todas las lágrimas en mis pechos triunfantesy hago que los viejos se rían con risas infantiles.¡Para quien me ve desnuda y sin velos, sustituyoa la luna, al sol, al cielo y a las estrellas!Cuando aprisiono a un hombre en mis temidos brazos,o cuando abandono mi busto a los mordiscos,tímida y libertina, frágil y robusta,soy, mi querido sabio, tan experta en deleitesque sobre ese colchón que se desmaya de emoción,¡los ángeles importantes se condenarían por mí!»Cuando me hubo chupado toda la médula de los huesos,y me volví hacia ella con languidezpara darle un beso de amor, ¡no vi másque un odre de flancos viscosos, rebosante de pus!En mi helado terror, cerré los ojos,y cuando volví a abrirlos a la viva claridad,a mi lado, en lugar del fuerte maniquíque parecía haber hecho provisión de sangreentrechocaban en confusión unos restos de esqueleto,que producían un grito como el de una veletao el de un cartel que, en la punta de una vara de hierro,el viento balancea en las noches de invierno.“
„Mackenna no entendía palabra de artillería; aseguro sin ponderar que un sargento sabía más que él, porque podría distinguir la cureña del cañon. […] No quiero pasar en silencio las disposiciones de Mackenna, [re]conozcamos de todos modos su pobre cabeza y no creamos en lo futuro que son grandes hombres todos los que hablan inglés.“
„La palabra «Nosotros» es como cal derramada sobre los hombres, que los solidifica y endurece hasta hacerlos de piedra, y que aplasta todo bajo ella, y aquello que es blanco y aquello que es negro se pierden igualmente en su gris. Es la palabra mediante la cual los depravados roban la virtud de los buenos, mediante la cual los débiles roban el vigor de los fuertes, mediante la cual los necios roban la sabiduría de los sabios.“
„«¿no sentiste nunca la impresión de que de niño te habían prometido algo, y luego te miras y piensas: «Entonces no sabía que me sucedería todo eso», y te das cuenta de que todo es extraño, y ridículo, y un poco triste a la vez?»“
„Se puede encontrar dolor nuevo cada vez que descubres lo que ya sabías de antemano.“
„Durante un instante la mamaíta había visto la montaña sin pensar en explotaciones madederas, pistas de esquí ni avalanchas, vida natural controlada, geología de placas tectónicas, microclimas, efecto sombra de lluvia ni lugares yin-yang. Había visto la montaña sin el marco del lenguaje. Sin la cárcel de las asociaciones. La había visto sin mirar a través de la lente de todo lo que sabía acerca de las montañas.“
„Terminar este duelo, amalgamar la idea pura con la realidad humana, hacer penetrar pacíficamente el derecho en el hecho y e hecho en el derecho, es el trabajo de los sabios.“
„El corazón del loco está en la boca; pero la boca del sabio está en el corazón.“
„Hay hombres que se creen sabios cuando su locura dormita.“
„La indiferencia hace sabios, y la insensibilidad, monstruos.“
„El sabio puede cambiar de opinión. El necio, nunca.“
„Esta mujer que me había penetrado perfectamente y sabía más de mi vida que todos los sabios, se dedicaba a ser niña, al pequeño juego de la vida del momento.“
„Sabía que nunca más podría volver a ser niño.“
„La prudencia de los sabios y la experiencia de las edades acaso pueden ser preservadas a la posteridad mercad a las citas.“
„La sabiduría de los sabios y la experiencia de los siglos pueden conservarse en citas.“
„Por otro lado… el mundo no se movía por los héroes o los villanos ni aún por los policías. Más valiera que se moviera por símbolos. Todo lo que él sabía era que no se podía esperar una oportunidad para el premio gordo, como la paz mundial y la felicidad, pero siempre tendría que ser posible un pequeño acto que hiciera el mundo, de una forma pequeña, un lugar mejor“
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