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Relacionado con: selva
„La selva era el mundo de la mentira, de la trampa, y del falso semblante; allí todo era disfraz, estratagema, juego de apariencias, metamorfosis.“
„… no hay primitivos, no hay salvajes, o en todo caso, si queremos darle ese nombre a civilizaciones distintas de la nuestra, no tenemos ningún derecho a suponerles menos inteligencia que la que nos arrogamos. Estúpidos, crédulos, ignorantes, siempre hubo, y no faltan entre nosotros. Pero una cultura, así sea la de unos indios desnudos en la selva, tiene y tuvo siempre todo el saber que tuvo y tendrá cualquier otra. Creo que el error, alentado por un racismo latente hasta en los biempensantes más escrupulosos, proviene de un error de traducción, o más precisamente de una traducción a medias, que en realidad no es una traducción.“
„La mente es un mono inquieto, saltando de rama en rama en busca de frutos por toda una selva interminable de sucesos condicionados.“
„Los que ayer fueron bosques y selvas de agreste espesura, donde envueltas en dulce misterio al rayar el día flotaban las brumas, y brotaba la fuente serena entre flores y musgos oculta, hoy son áridas lomas que ostentan deformes y negras sus hondas cisuras“
„Tigre, tigre, fuego deslumbrante en las selvas de la noche ¿qué mano inmortal, qué ojo pudo trazar tu terrible simetría?“
„Cerrando los ojos, volviendo la cabeza, escuchando. Oh que viento solitario. México es un país raro. Todo selvas y desiertos y extensiones solitarias y aquí y allí un pueblo pequeño como éste, con unaa pocas luces encendidas que puedes apagar con un castañeo de los dedos.“
„la selva, ese asfixiante, putrefacto, enloquecedor vientre vegetal.“
„Desde que te quiero -a su amigo decía-, no tengo miedo a nada, ni a los toros ni a los ladrones. Me siento valiente hasta al heroísmo, y ni la serpiente boa ni el león de la selva me harían pestañear.“
„Selvas tengo en el corazón; árboles gruesos prietos de ramas; yuyos, retamas, flores de malvón, pájaros en las ramas, todo eso tengo en mi corazón.“
„VERSO DECORATIVOLa niña vio a la luna en el azul estanqueQue en medio de los pinos servía de pecera.(Piernas de cazadora, suelta la cabellera,Y el fino seno blanco celoso de su arranque).De un elástico salto llegó junto a la fuente,Hundió las blancas manos, tomó el disco de oro,Y al cargar junto al cuello el redondo tesoro,La cabellera negra se le tornó luciente.Y huyó bajo las selvas. Su grito de alegríaHasta los dulces nidos de las aves subía,E, iluminando el bosque perfumado, la vieron,Cargada de la luna, pasar los abedules,Y siguiendo en el aire la curva de sus tulesEjércitos de pájaros cantando la siguieron.“
„La selva sigue pegada a la piel aunque uno ya este lejos, la fuerza del río sigue presente cuando hemos sido su juguete por tantos meses; es como si el tiempo que fluye fuera apenas un recuerdo del río, como si las horas presurosas fueran todavía sus orillas“
„Cada región alimenta un pueblo que se le parece. Tantos siglos a la orilla del río volvieron a los hombres diestros para nadar como peces y frenéticos para atacar como caimanes; la familiaridad de los montes los volvió silenciosos como niebla y a la vez solos y muchos como las estrellas del cielo; la vida en el desierto los hizo duros y pacientes como cardos; la vida en la selva les dio el sigilo de las serpientes, la agilidad de los monos en los ramajes; los hizo capaces de ver un mundo de hormiguea de color y sonidos allí donde otros sólo ven monotonía y silencio.“
„Al idioma AlemánMi destino es la lengua castellana,El bronce de Francisco de Quevedo,Pero en la lenta noche caminada,Me exaltan otras músicas más íntimas.Alguna me fue dada por la sangre-Oh voz de Shakespeare y de la Escritura,Otras por el azar, que es dadivoso,Pero a ti, dulce lengua de Alemania,Te he elegido y buscado, solitario.A través de vigilias y gramáticas,De la jungla de las declinaciones,Del diccionario, que no acierta nuncaCon el matiz preciso, fui acercándome.Mis noches están llenas de Virgilio,Dije una vez; también pude haber dichode Hölderlin y de Angelus Silesius.Heine me dio sus altos ruiseñores;Goethe, la suerte de un amor tardío,A la vez indulgente y mercenario;Keller, la rosa que una mano dejaEn la mano de un muerto que la amabaY que nunca sabrá si es blanca o roja.Tú, lengua de Alemania, eres tu obraCapital: el amor entrelazadode las voces compuestas, las vocalesAbiertas, los sonidos que permitenEl estudioso hexámetro del griegoY tu rumor de selvas y de noches.Te tuve alguna vez. Hoy, en la lindeDe los años cansados, te divisoLejana como el álgebra y la luna.“
„Danny huía del ruido ensordecedor, a través de retorcidos y laberínticos corredores, mientras sus pies desnudos susurraban sobre la suavidad de una selva azul y negra. Cada vez que, a sus espaldas, oía el estruendo del mazo del roqué al estrellarse contra la pared quería gritar. Pero no debía. Un grito lo delataría y entonces… REDRUM.“
„En el fondo no somos homo sapiens, pues nuestro núcleo es la locura, y la directiva primordial, el asesinato. Lo que Darwin fue demasiado educado para expresar, amigos míos, es que no llegamos a dominar el mundo porque seamos los más inteligentes ni los más malvados, sino porque siempre hemos sido los cabrones más chiflados y asesinos de toda la selva.“
„Qué fiebre, no consigo parar de vivir. En esta densa selva de palabras que he envuelto frondosamente lo que siento y pienso y vivo y que transforma todo lo que soy en algo mío que sin embargo está completamente fuera de mí.“
„Escucha superficialmente lo que digo y de la falta de sentido nacerá un sentido, como en mí nace inexplicablemente una vida alta y leve. La densa selva de palabras envuelve sólidamente lo que siento y vivo, y transforma todo lo que soy en algo mío que está fuera de mí. La naturaleza es envolvente; me cubre y es sexualmente viva, sólo estoy: viva. También estoy truculentamente viva, y lamo mi hocico como el tigre después de haber devorado el veneno.“
„Mátenme al alba. Con cuchillos [ilegible] y con cuchillas oxidadas. Estaré en cuclillas esperando. Salva tu amor. No lo salves. Desafección y mierda violenta que aprendió a expresarse en nuestros días mediante fórmulas atroces como «hacer el amor» y «asumir la responsabilidad» y «negar el pasado» y «el hombre es lo que se hace». No hay más que la memoria, maravilla sin igual, horror sin semejanza. Hace mucho que me entregué a las sombras. Y no me contenta mi destino sombrío, mi destino asombrado. Me han asolado, me han agostado. Libérame de ti pues te amo y no estás. No me hables. No te apostes en mis rincones preferidos. Estás aquí. Me deliras. Me cortas las cintas de colores que me aliaban a las niñas que fui. Me abandonas loca furiosa, comiendo sombras furiosamente, girando convulsa con las manos espantadas, revolcándome en tu huida hasta los atroces orgasmos y gritos de bestia asesinada. Pero te amo. A ti te asumo, ante ti sin pasado ni relojes ni sonidos. Sucia y susurrante, leve, ingrávida, llena de sangre y de sustancias sexuales, húmeda, mojada, reventando de calor, de sangre que pide. Me dañas la columna vertebral, tantos días despeñada sobre tu cuerpo imaginado. Me dañas la cabeza que di contra las paredes porque no sabía qué hacer salvo esto: que debía golpearme y castigarme ya que tú no venías. Con tu sonrisa de paraíso exactamente situado en el tiempo y en el espacio. Con tus ojos que sonríen antes que tus labios. En tus ojos encuentro mi persona súbitamente reconstruida. En tus ojos se acumulan mis fragmentos que se unen apenas me miras. En tus ojos vivo una vida de aire puro, de respiración fiel. En tus ojos no necesito del conocimiento, no necesito del lenguaje. En tus ojos me siento y sonrío y hay una niña azul en el jardín de un castillo. Ahora que no estás me atrae la caída, la mierda, lo abyecto, lo denigrante. Salgo a la calle y siento la suciedad, la ruina. Entro en los bares más siniestros y tomo un vino como sangre coagulada, como menstruación, y me rodean brujas negras, perros sarnosos, viejos mutilados y jóvenes putos de ambos sexos. Yo bebo y me miro en el espejo lleno de mierda de moscas. Después no me veo más. Después hablo en no sé cuál idioma. Hablo con estos desechos que no me echan, ellos me aceptan, me incorporan, me reconocen. Recito poemas. Discuto cuestiones inverosímiles. Acaricio a los perros y me chupo las manos. Sonrío a los mutilados. Me dejo tocar, palpar, manos en mi cuerpo adolescente que tanto te gustaba por ser ceñido y firme y suave. («La lisura de tu vientre, tus caderas de efebo solar, tu cintura hecha a la medida de mis manos cerrándose, tus pechos de niña salvaje que los deja desnudos aun cuando llueve, tu sexo y tus gritos rítmicos, que deshacían la ciudad y me llevaban a una selva musical en donde todo confabulaba para que los cuerpos se reconozcan y se amen con sonidos de leves tambores incesantes. Esas noches en que hacíamos el amor debajo de las grandes palabras que perdían su sentido, porque no había más que nuestros cuerpos rítmicos y esenciales… Y ahora llueve y tengo náuseas y vomito casi todo el día y siempre que hay un olor espantoso en la calle, un olor a paquete olvidado, a muerto olvidado. Y tengo miedo. Eso quería decir: que no estás y tengo miedo.»)“