„Sin embargo, parece que la oposición entre naturaleza y cultura no es el mejor marco dentro del cual inscribir los dilemas actuales de la encrucijada sexo/género. La verdadera discusión es hasta qué punto los diversos tipos de inclinaciones/preferencias/identidades sexuales son flexibles, alterables y dependientes de la elección del sujeto. Pero las oposiciones entre naturaleza y cultura y entre “es un tema de elección” y “los seres humanos no pueden evitarlo ni hacer nada al respecto”, ya no se superponen como lo hicieron durante la mayor parte de la historia moderna y hasta no hace mucho tiempo. En el discurso popular, cultura significa cada vez más esa parte heredada de la identidad que no puede ni debe ser molestada (sin riesgo para quien se meta con ella), mientras que los rasgos y atributos tradicionalmente clasificados como “naturales” (hereditarios, genéticamente transmitidos) suelen ser considerados como dóciles a la manipulación humana y, por lo tanto, de libre elección, una elección de la cual, como sucede con toda elección, la persona se deberá sentir responsable y así lo será ante los ojos de los demás. En consecuencia, no importa tanto si las preferencias sexuales (articuladas como “identidad sexual”) son “atributos naturales” o “constructos culturales”. Lo que importa es saber si depende del homo sexualis determinar (descubrir o inventar) cuál (o cuáles) de esa multitud de identidades sexuales posibles le resulta mejor, o si, como el homo sapiens frente a su “comunidad de nacimiento”, él o ella están constreñidos a aceptar ese destino y vivir sus vidas de manera tal de poder convertir a ese destino inalterable en una vocación personal.“