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setenta
Relacionado con: setenta
„… aquí hay alguna trapisonda… alguna cosa escondida…. y yo sin querer casi caigo en el tratamiento éste de mierda… que son doce sesiones, setenta australes…“
„Yo no nací dichoso. De niño, mi himno favorito era: «Cansado del mundo y con el peso de mis pecados». A los cinco años yo pensaba que si había de vivir setenta no había pasado aún más que la catorceava parte de mi vida vital, y me parecía casi insoportable la enorme cantidad de aburrimiento que me aguardaba. En la adolescencia la vida me era odiosa, y estaba continuamente al borde del suicidio, del cual me libré gracias al deseo de saber más matemáticas. Hoy, por el contrario, gusto de la vida, y casi estoy por decir que cada año que pasa la encuentro más gustosa. Esto es debido, en parte, a haber descubierto cuáles eran las cosas que deseaba más y haber adquirido gradualmente muchas de ellas. En parte es debido también a haberme desprendido, felizmente, de ciertos deseos (la adquisición del conocimiento indudable acerca de algo) como esencialmente inasequibles. Pero en la mayor parte se debe a la preocupación, cada día menor, de mí mismo.“
„A los quince años mi corazón estaba en el aprendizaje; A los treinta me mantuve firme; A los cuarenta no tuve más dudas; A los cincuenta conocí la voluntad del cielo; A los sesenta mi oído era obediente; A los setenta podía seguir el deseo de mi corazón sin sobrepasar los límites de lo que era correcto.“
„Lo que pasa desde hace cuarenta años es que estamos perdiendo la memoria o manipulándola de una manera infame. Y estamos pagando el precio; si un país es una catedral y la gente son las piedras, la historia es la argamasa. Sin argamasa no hay piedras que valgan. Cuando se habla de «recuperación de la memoria histórica» sólo se recuperan los últimos setenta y cinco años. Y yo me refiero a tres mil años. Y ése es un pequeño matiz. Sin ningún complejo: esto es Grecia, más Roma, más la latinidad medieval, más el Renacimiento, más el Barroco, más América con naves españolas en ida y vuelta, más la Ilustración, más la Europa de las ideas, las libertades, la Revolución Francesa y todo eso. Esto es un resultado de tal cadena. En el momento en el cual se escamotean los eslabones, en el momento en el cual se ocultan los momentos de ese largo proceso, se está eliminando todo aquello que da unidad y que es vertebrador.“
„He abierto El Libro para quedarme absorto setenta veces siete.“
„Que el cielo le preservé, incluso hasta la edad de un Fontenelle, e igualmente favorecido por las musas, sin las cuales una vida larga no es ninguna bendición para un estudioso. Por desgracia, la naturaleza no parece haber decretado esto para mí, ya que, al cumplir los setenta años, aunque no estoy enfermo, empiezo a notar la carga del vejez y la dificultad de los labores intelectuales.“
„Por eso sus obras policiacas (setenta y nueve novelas, diecinueve piezas de teatro) son mundos circulares perfectamente explicables, juegos matemáticos para alivio no sólo de la cabeza sino del corazón, universos previsibles en donde el bien y el mal ocupan lugares prefijados.“
„A los veinte años un hombre es un pavo real, a los treinta un león, a los cuarenta un camello, a los cincuenta una serpiente, a los sesenta un perro, a los setenta un mono, a los ochenta nada.“
„A trescientas setenta leguas de las islas del Cabo Verde, hacia la parte del poniente.“
„E ese é o derradeiro xuramento que hei poder dicir», pensou, » en canto poña pé en solo inglés. E nunca lle hei poder partir a cabeza a un home, nin dicirlle que minte coa boca pequena, nin sacar a espada e espetarlla no corpo, nin sentar cos meus iguais, levar unha coroa, saír en procesión ou sentenciar un home a morte, nin dirixir un exército, nin exhibirme en Whitehall a cabalo dun corcel de guerra, ou levar setenta e dúas medallas distintas no peito. O único que hei poder facer, en canto poña pé en solo inglés, é servir o té e preguntarlle aos meus señores como o prefiren. Quérelle azucre? Quérelle crema?“
„El coronel Aureliano Buendía promovió treinta y dos levantamientos armados y los perdiótodos. Tuvo diecisiete hijos varones de diecisiete mujeres distintas, que fueron exterminados unotras otro en una sola noche, antes de que el mayor cumpliera treinta y cinco años. Escapó acatorce atentados, a setenta y tres emboscadas y a un pelotón de fusilamiento. Sobrevivió a unacarga de estricnina en el café que habría bastado para matar un caballo. Rechazó la Orden delMérito que le otorgó el presidente de la república. Llegó a ser comandante general de las fuerzasrevolucionarias, con jurisdicción y mando de una frontera a la otra, y el hombre más temido porel gobierno, pero nunca permitió que le tomaran una fotografía. Declinó la pensión vitalicia que leofrecieron después de la guerra y vivió hasta la vejez de los pescaditos de oro que fabricaba ensu taller de Macondo. Aunque peleó siempre al frente de sus hombres, la única herida que recibióse la produjo él mismo después de firmar la capitulación de Neerlandia que puso término a casiveinte años de guerras civiles. Se disparó un tiro de pistola en el pecho y el proyectil le salió porla espalda sin lastimar ningún centro vital. Lo único que quedó de todo eso fue una calle con sunombre en Macondo.“
„¡Ay, Patria Mía!». (esto debido a que Argentina en 1820 se caotizaba en una feroz guerra civil que duraría setenta años, perdiéndose la Provincia Oriental y la Provincia de Tarija).“
„Por lo menos setenta años tengo, como dije, y bien vividos, pero mi alma y mi corazón, atrapados todavía en los resquicios de la juventud, se preguntan qué diablos le sucedió al cuerpo.“
„Lucía lamentó haber terminado sus amores con Julián, pero nunca se arrepintió. Deseaba estabilidad, mientras que él, a sus setenta años, todavía estaba en la etapa de saltar de una relación a otra, como un picaflor. A pesar de los consejos de su hija, que proclamaba las ventajas del amor libre, para ella la intimidad era imposible con alguien distraído con otras mujeres. «¿Qué es lo que quieres, mamá? ¿Casarte?», se había burlado Daniela cuando supo que había cortado con Julián. No, pero quería hacer el amor amando, por el placer del cuerpo y la tranquilidad del espíritu. Quería hacer el amor con alguien que sintiera como ella. Quería ser aceptada sin nada que ocultar o fingir, conocer al otro profundamente y aceptarlo de la misma manera. Quería alguien con quien pasar la mañana del domingo en la cama leyendo los periódicos, a quien tomarle la mano en el cine, con quien reírse de tonterías y discutir ideas. Había superado el entusiasmo por las aventuras fugaces. Se había acostumbrado a su espacio, su silencio y su soledad; había concluido que le costaría mucho compartir su cama, su baño y su ropero y que ningún hombre podía satisfacer todas sus necesidades. En la juventud creía que, sin el amor de pareja, estaba incompleta, que le faltaba algo esencial. En la madurez agradecía la rica cornucopia de su existencia.“