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Relacionado con: sistema
„Descubrir un sistema para evitar la guerra es una necesidad vital para nuestra civilización, pero ningún sidtema tiene posibilidades de funcionar mientras los hombres sean tan desdichados que el exterminio mutuo les parezca menos terrible que afrontar continuamente la luz del día.“
„El mundo necesita mentes y corazones abiertos, y estos no pueden derivarse de rígidos sistemas ya sean viejos o nuevos.“
„Cualquier sistema moral que tenga una base teológica se convierte en unos de los instrumentos a través de los cuales los poderosos conservan la autoridad y dañan el vigor intelectual de los jóvenes.“
„Hesíodo, cuyos escritos juntamente con los de Homero contenían el «sistema canónico de los cielos», supone que dioses y hombres han surgido por igual de fuerzas desconocidas de la naturaleza.“
„Es verdad que si los hombres intentan discutir sobre cuestiones que están totalmente allende el alcance de la capacidad humana, como las concernientes al origen de los mundos o la organización de un sistema intelectual o de una región de espíritus, pueden durante largo tiempo azotar el aire con sus estériles contiendas y no llegar jamás a una conclusión definitiva.“
„Cuando das un paso más allá del sistema del mundo, lo único que haces es excitar un humor inquisitivo que no es posible satisfacer jamás.“
„Tan lejos se estaba, en aquellos tiempos, de considerar impío a quien concibiera el origen del mundo sin la intervención divina, que Tales, Anaxímenes, Heráclito y otros, que abrazaron este sistema cosmogónico, no suscitaron objecciones, al par que Anaxágoras, sin duda el primer monoteísta entre los filósofos, fue quizás el primero a quien se acusó alguna vez de ateísmo.“
„Una vez fui testigo del estrecho nexo entre la pérdida de la fe en el futuro y este peligroso darse por vencido. F., el jefe de mi barracón, compositor y libretista famoso, me confió un día: «Me gustaría contarle algo, doctor. He tenido un extraño sueño. Una voz me invitaba a desear cualquier cosa, bastaba con preguntar lo que quería conocer y mis preguntas serían satisfechas de inmediato. ¿Sabe qué pregunté? Cuándo terminaría la guerra para mí. Ya sabe lo que quiero decir, doctor, ¡para mí! Conocer cuándo seríamos liberados los de este campo y cuándo terminarían nuestros sufrimientos». «¿Y cuándo tuvo usted ese sueño?», le pregunté. «En febrero de 1945», contestó. Por entonces estábamos a principios de marzo. «¿Qué respondió la voz en su sueño?» En voz baja, casi furtivamente, me susurró: «El treinta de marzo.» Cuando F. me contó aquel sueño todavía se encontraba rebosante de esperanza y convencido de la certeza y veracidad del oráculo de la voz. Sin embargo, a medida que se acercaba el día prometido, las noticias que recibíamos sobre la guerra menguaban las esperanzas de ser liberados en la fecha indicada. El veintinueve de marzo, de repente, F. cayó enfermo con una fiebre muy alta. El treinta de marzo, el día en que según su profecía terminaría la guerra y el sufrimiento para él, empezó a delirar y perdió la conciencia. El treinta y uno de marzo falleció. Según todas las apariencias murió de tifus… Los que conocen la estrecha relación entre el estado de ánimo de una persona su valor y su esperanza, o su falta de ambos y el estado de su sistema inmunológico comprenderán cómo la pérdida repentina de la esperanza y el valor pueden desencadenar un desenlace mortal. La causa última de la muerte de mi amigo fue la honda decepción que le produjo no ser liberado en el día señalado. De pronto se debilitó la resistencia de su organismo y sus defensas disminuyeron, dejándole a merced de la infección tifoidea latente. Su esperanza en el futuro y su voluntad de vivir se paralizaron, y su cuerpo sucumbió víctima de la enfermedad. Después de todo, la voz de sus sueños se hizo realidad. La observación de este caso, y sus consecuencias psicológicas, concuerda con un hecho que el médico del campo me hizo notar: la tasa de mortandad semanal durante las Navidades de 1944 y el Año Nuevo de 1945 superó en mucho las estadísticas habituales del campo. En su opinión, la explicación de este aumento de mortalidad no había que buscarla en el empeoramiento de las condiciones de trabajo, ni en una disminución de la ración alimenticia, ni en un cambio climatológico, ni en el brote de nuevas epidemias. A su entender, se trataba sencillamente de la ingenua esperanza que abrigaron la mayoría de los presos de ser liberados por las fiestas navideñas. Según se acercaba esa fecha, y al no recibir ninguna noticia alentadora, los prisioneros perdieron su valor y les venció el desaliento. Muchos de ellos murieron al debilitarse su capacidad de resistencia. Ya advertimos“
„Quienes conocen la estrecha relación entre el estado de ánimo de una persona —su valor y su esperanza, o la falta de ambos— y la capacidad de su sistema inmunológico comprenderán que la pérdida repentina de esperanza puede desencadenar un desenlace mortal. La“
„Una vez fui testigo del estrecho nexo entre la pérdida de la fe en el futuro y este peligroso darse por vencido. F., el jefe de mi barracón, compositor y libretista famoso, me confió un día: «Me gustaría contarle algo, doctor. He tenido un extraño sueño. Una voz me invitaba a desear cualquier cosa, bastaba con preguntar lo que quería conocer y mis preguntas serían satisfechas de inmediato. ¿Sabe qué pregunté? Cuándo terminaría la guerra para mí. Ya sabe lo que quiero decir, doctor, ¡para mí! Conocer cuándo seríamos liberados los de este campo y cuándo terminarían nuestros sufrimientos». «¿Y cuándo tuvo usted ese sueño?», le pregunté. «En febrero de 1945», contestó. Por entonces estábamos a principios de marzo. «¿Qué respondió la voz en su sueño?» En voz baja, casi furtivamente, me susurró: «El treinta de marzo.» Cuando F. me contó aquel sueño todavía se encontraba rebosante de esperanza y convencido de la certeza y veracidad del oráculo de la voz. Sin embargo, a medida que se acercaba el día prometido, las noticias que recibíamos sobre la guerra menguaban las esperanzas de ser liberados en la fecha indicada. El veintinueve de marzo, de repente, F. cayó enfermo con una fiebre muy alta. El treinta de marzo, el día en que según su profecía terminaría la guerra y el sufrimiento para él, empezó a delirar y perdió la conciencia. El treinta y uno de marzo falleció. Según todas las apariencias murió de tifus… Los que conocen la estrecha relación entre el estado de ánimo de una persona su valor y su esperanza, o su falta de ambos y el estado de su sistema inmunológico comprenderán cómo la pérdida repentina de la esperanza y el valor pueden desencadenar un desenlace mortal. La causa última de la muerte de mi amigo fue la honda decepción que le produjo no ser liberado en el día señalado. De pronto se debilitó la resistencia de su organismo y sus defensas disminuyeron, dejándole a merced de la infección tifoidea latente. Su esperanza en el futuro y su voluntad de vivir se paralizaron, y su cuerpo sucumbió víctima de la enfermedad. Después de todo, la voz de sus sueños se hizo realidad.“
„La segregación no sólo es sociológicamente indefendible, no sólo es políticamente errónea, es moralmente mala y pecaminosa. La segregación es un cáncer en el cuerpo político, que debe ser eliminado antes de que nuestra salud democrática pueda ser realizada. (Sí), la segregación es mala porque no es más que una nueva forma de esclavitud encubierta con ciertas sutilezas de complejidad. La segregación es mala porque es un sistema de adulterio perpetuado por una relaciónl ilícita entre la injusticia y la inmoralidad. Y en Birmingham, Alabama, y en todo el Sur y en todo el país, simplemente estamos diciendo que ya no podremos vender nuestro derecho de nacimiento a la libertad por un plato de lentejas segregada. En un sentido real, acabemos con la segregación ahora, en adelante, y para siempre.“
„Los Sufis consideran mecánicos y degenerados a los sistemas que tratan a todos de la misma forma.“
„… muchos sistemas acaban convirtiendo la humildad imaginada en una forma de vanidad, de modo que acaban igualmente en vanidad.“
„El Sufismo, de hecho, no es un sistema místico, ni una religión, pero un cuerpo de sabiduría.“
„El principal problema es que la mayoría de los comentaristas están acostumbrados a considerar a las escuelas espirituales como “sistemas”, más o menos similares, y que dependen del dogma y el ritual: en especial de la repetición y la aplicación de presiones continuas y uniformes sobre sus seguidores.El camino sufi, excepto en formas degeneradas que no deben clasificarse como súficas, difiere totalmente de eso.“
„Tu peor enemigo, pensó, era tu propio sistema nervioso.“
„Los tres habían convertido las enseñanzas del Viejo Mayor en un sistema completo de pensamiento al que dieron el nombre de “animalismo”.“
„Saber y no saber, hallarse consciente de lo que es realmente verdad mientras se dicen mentiras cuidadosamente elaboradas, sostener simultáneamente dos opiniones sabiendo que son contradictorias y creer sin embargo en ambas, emplear la lógica contra la lógica, repudiar la moralidad mientras se recurre a ella, creer que la democracia es imposible y que el Partido es el guardián de la democracia; olvidar cuanto fuera necesario olvidar y, no obstante, recurrir a ello, volverlo a traer a la memoria y luego olvidarlo de nuevo; y sobre todo aplicar el mismo proceso al procedimiento mismo. Esta es la más refinada sutileza del sistema: inducir conscientemente a la inconsciencia, y luego hacerse inconsciente para no reconocer que se había generado un acto de autosugestión. Incluso comprender que la palabra doblepensar, implica el uso de la doblepensar.“
„Pero una vez que has tocado el amor verdadero —una vez que has tocado la verdad— dejas de necesitar un sistema como la religión para que te lleve hasta allí.“
„Pero el hecho más impresionante es que la gravedad es muy sencilla. Es fácil enunciar por completo sus principios y no se ha dejado ninguna ambigüedad para que alguien pueda cambiar los conceptos sobre la ley. Es simple, por lo que es hermosa. Es simple en su modelo. No me refiero a que sea simple en su acción -los movimientos de los distintos planetas y las perturbaciones de uno sobre el otro pueden ser bastante complicadas de resolver, y seguir cómo se mueven todas esas estrellas en un cúmulo globular está más allá de nuestra capacidad. Es complicado en sus acciones, pero el modelo básico o el sistema que lo explica es sencillo. Esto es común a todas nuestras leyes; todas ellas resultan simples, si bien son complejas en sus acciones reales.“
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