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Relacionado con: tres
„Te quiero a las diez de la mañana, y a las once, y a las doce del día. Te quiero con toda mi alma y con todo mi cuerpo, a veces, en las tardes de lluvia. Pero a las dos de la tarde, o a las tres, cuando me pongo a pensar en nosotros dos, y tú piensas en la comida o en el trabajo diario, o en las diversiones que no tienes, me pongo a odiarte sordamente, con la mitad del odio que guardo para mí.Luego vuelvo a quererte, cuando nos acostamos y siento que estás hecha para mí, que de algún modo me lo dicen tu rodilla y tu vientre, que mis manos me convencen de ello, y que no hay otro lugar en donde yo me venga, a donde yo vaya, mejor que tu cuerpo. Tú vienes toda entera a mi encuentro, y los dos desaparecemos un instante, nos metemos en la boca de Dios, hasta que yo te digo que tengo hambre o sueño.Todos los días te quiero y te odio irremediablemente. Y hay días también, hay horas, en que no te conozco, en que me eres ajena como la mujer de otro. Me preocupan los hombres, me preocupo yo, me distraen mis penas. Es probable que no piense en ti durante mucho tiempo.Ya ves. ¿Quién podría quererte menos que yo, amor mío?“
„Tu demonio personal te tentó de tres formas clásicas: con una amenaza, con una promesa y atacando tu lado frágil. Te felicito: resististe bravamente.“
„Yo soy tres, dependiendo de la persona que me busca.La Niña Ingenua que mira al hombre con admiracion y finge estar impresionada con sus historias de poder y gloria.La Mujer Fatal, que ataca a aquellos que se sienten mas inseguros, pero que al reaccionar asi, tomando el control de la situacion, hacen que se sientan mas comodos, porque ellos no tienen que preocuparse por nada mas.Y finalmente, la Madre Comprensiva, que cuida de los que necesita consejo y escucha con aire de quien lo comprende todo, historias que le entran por un oido y le salen por el otro.“
„Y llegará el día en el que los momentos difíciles serán sólo historias que contarán, orgullosos, a aquellos que quieran escuchar. Y todos los oirán con respeto y aprenderán tres cosas importantes:A tener paciencia para esperar el momento justo de actuar.Sabiduría para no dejar escapar la siguiente oportunidad.Y orgullo de sus cicatrices.“
„Un niño siempre puede enseñar tres cosas a un adulto: a ponerse contento sin motivo, a estar siempre ocupado con algo y a saber exigir con todas sus fuerzas aquéllo que desea.“
„Si algo hacía de él un ser aparte, era su reserva, un calmo autodominio que nadie le había inculcado; aparentemente, Mark había nacido así. Cuando su perrito Chopper fue atropellado por un coche, Mark insistió en ir con su madre al veterinario. Cuando éste le dijo: «Tendremos que dormir a tu perro, hijo mío. ¿Comprendes por qué?» Mark contestó: «No le van a hacer dormir. Lo van a matar con gas, ¿no es eso?» El veterinario asintió. Mark le dijo que estaba bien, que lo hiciera, pero primero besó a Chopper. Le había dolido, pero no había llorado, ni las lagrimas habían aflorado. Su madre sí había llorado, pero tres días después, Chopper era para ella parte de un nebuloso pasado, cosa que nunca sería para Mark. Ése era el valor de no llorar. Llorar era como desparramarlo todo por el suelo.“
„En la experiencia humana se presentan las cosas en tres grados: bueno, malo y espantoso. Y, a medida que avanzas hacia lo espantoso en una progresiva oscuridad resulta más y más difícil hacer subdivisiones“
„Soy tres mujeres. Soy la que era; soy la que no tenía derecho a ser pero era; soy la mujer a la que has salvado. Te doy las gracias, pistolero.“
„En tres tiempos se divide la vida: en presente, pasado y futuro. De éstos, el presente es brevísimo; el futuro, dudoso; el pasado, cierto.“
„Los tres grandes majaderos de la historia hemos sido Jesucristo, Don Quijote… y yo.“
„¿Qué significa que tengo una muerte predeterminada? (Nick)—¿Tartamudeé? (Grim)—No.—¿Te parezco una enciclopedia?Nick frunció el ceño.—No.—Entonces, deberías entender lo que dije, ya que no hablo en clave. Cada criatura mortal nace con una fecha de caducidad. Algunos inmortales, también. Fijado por el gran relojero. Pero la estupidez excesiva y tendencias idiotas pueden acortarla. Cabrearme es una forma realmente buena de reducir la tuya a tres segundos desde ahora. (Grim)“
„Siempre hay tres partes de un recuerdo, la tuya, la de los demás, y la verdad, que está en algún sitio en medio de las otras dos.“
„Tenemos tres tipos de familia: aquéllos de los que nacemos, aquéllos que nacen de nosotros y aquéllos que llevamos en el corazón.“
„[…] Lorren irrumpió en el vestíbulo. Su semblante, normalmente plácido, reflejaba dureza y ferocidad. Me entró un sudor frío y pensé en lo que Teccam escribió en su Teofanía: «Todos los hombres sabios temen tres cosas: la tormenta en el mar, la noche sin luna y la ira de un hombre apacible».“
„Veréis, mi espectacular llegada a la Universidad había causado un revuelo considerable. Había entrado en el Arcano en tres días en lugar de en tres bimestres, que era lo habitual. Era el miembro más joven, con casi dos años de diferencia. Había desafiado abiertamente a un maestro delante de toda la clase y me había salvado de la expulsión. Me habían azotado y no había llorado ni sangrado.Por si eso fuera poco, había conseguido enfurecer al maestro Elodin hasta el punto de que él me había empujado desde el tejado de las Gavias. Dejé que esa historia circulara sin corregirla, pues era preferible a la bochornosa verdad.Todo eso era suficiente para generar un constante flujo de rumores sobre mí, y decidí aprovecharme de ello. La reputación es como una especie de armadura, o un arma que puedes blandir en caso de necesidad. Decidí que, ya que iba a ser arcanista, ¿por qué no ser un arcanista famoso?Así que solté unas cuantas informaciones: me habían admitido sin carta de recomendación. Los maestros me habían dado tres talentos en lugar de cobrarme la matrícula. Había sobrevivido varios años en las calles de Tarbean, viviendo de mi ingenio.Incluso lancé unos cuantos rumores que eran auténticas sandeces, mentiras descaradas que la gente repetía pese a que resultaba evidente que no eran ciertas. Tenía sangre de demonio en las venas. Veía en la oscuridad. Solo dormía una hora todas las noches. Cuando había luna llena, hablaba en sueños, en un idioma extraño que nadie entendía.Basil, mi antiguo compañero de litera de las Dependencias, me ayudó a propagar esos rumores. Yo me inventaba la historia, él se la contaba a unos cuantos, y juntos veíamos cómo se extendían como el fuego por un campo. Era un pasatiempo muy entretenido.“
„Perdona lo de la nota. Es que no me ha parecido que fueras a volver. —Se encogió de hombros—. Toma. —Me puso una iota de cobre en la mano.Decidí que el tipo no era tan mala persona. Le devolví la sonrisa y, por un instante, casi me sentí culpable por lo que había escrito en el recibo.También me sentí culpable por las tres plumas que le había robado, pero el malestar solo me duró unos segundos. Y como no había ninguna forma conveniente de devolvérselas, antes de marcharme le robé un tintero.“
„Todo hombre sabio teme tres cosas: una tormenta en el mar, las noches sin luna y la ira un hombre amable“
„Y recuerda, hay tres cosas que todo hombre sabio debe temer: la tormenta en el mar, las noches sin luna y la ira de un hombre amable.“
„Levántate. Tengo tres cosas para ti. Es lo justo.Me puse en pie y Auri me tendió una cosa envuelta en un trozo de tela. Era una vela gruesa que olía a lavanda.—¿Qué hay dentro? —pregunté.—Sueños felices. Los he puesto ahí para ti.Di vueltas a la vela en mis manos, y una sospecha empezó a formarse en mi mente.—¿La has hecho tú misma?Auri asintió con la cabeza y sonrió feliz.—Sí. Soy tremendamente lista.Me guardé la vela con cuidado en uno de los bolsillos de la capa.—Gracias, Auri.—Ahora —dijo ella poniéndose seria— cierra los ojos y agáchate para que pueda darte tu segundo regalo.Cerré los ojos, desconcertado, y me doblé por la cintura preguntándome si también me habría hecho un sombrero.Noté las manos de Auri a ambos lados de mi cara, y entonces me dio un beso suave y delicado en la frente.Abrí los ojos, sorprendido. Pero Auri ya se había apartado varios pasos, y, nerviosa, se cogía las manos detrás de la espalda. No se me ocurrió nada que decir.Auri dio un paso adelante.—Eres especial para mí —dijo con seriedad y con gesto grave—. Quiero que sepas que siempre cuidaré de ti. —Estiró un brazo, vacilante, y me secó las mejillas—. No, nada de eso esta noche.»Este es tu tercer regalo. Si te van mal las cosas, puedes quedarte conmigo en la Subrealidad. Es un sitio agradable, y allí estarás a salvo.—Gracias, Auri —dije en cuanto pude—. Tú también eres especial para mí.—Claro —dijo ella con naturalidad—. Soy adorable como la luna.“
„Volvía a ser de noche. En la posada Roca de Guía reinaba el silencio, un silencio triple.El primer silencio era una calma hueca y resonante, constituida por las cosas que faltaban. Si hubiera habido caballos en los establos, estos habrían piafado y mascado y lo habrían hecho pedazos. Si hubiera habido gente en la posada, aunque solo fuera un puñado de huéspedes que pasaran allí la noche, su agitada respiración y sus ronquidos habrían derretido el silencio como una cálida brisa primaveral. Si hubiera habido música… pero no, claro que no había música. De hecho, no había ninguna de esas cosas, y por eso persistía el silencio.En la posada Roca de Guía, un hombre yacía acurrucado en su mullida y aromática cama. Esperaba el sueño con los ojos abiertos en la oscuridad, inmóvil. Eso añadía un pequeño y asustado silencio al otro silencio, hueco y mayor. Componían una especie de aleación, una segunda voz.El tercer silencio no era fácil reconocerlo. Si pasabas una hora escuchando, quizá empezaras a notarlo en las gruesas paredes de piedra de la vacía taberna y en el metal, gris y mate, de la espada que colgaba detrás de la barra. Estaba en la débil luz de la vela que alumbraba una habitación del piso de arriba con sombras danzarinas. Estaba en el desorden de unas hojas arrugadas que se habían quedado encima de un escritorio. Y estaba en las manos del hombre allí sentado, ignorando deliberadamente las hojas que había escrito y que había tirado mucho tiempo atrás.El hombre tenía el pelo rojo como el fuego. Sus ojos eran oscuros y distantes, y se movía con la sutil certeza de quienes saben muchas cosas.La posada Roca de Guía era suya, y también era suyo el tercer silencio. Así debía ser, pues ese era el mayor de los tres silencios, y envolvía a los otros dos. Era profundo y ancho como el final del otoño. Era grande y pesado como una gran roca alisada por la erosión de las aguas de un río. Era un sonido paciente e impasible como el de las flores cortadas; el silencio de un hombre que espera la muerte.“
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