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Relacionado con: tristeza
„No existe amor en paz. Siempre viene acompañado de agonías, éxtasis, alegrías intensas y tristezas profundas.“
„Estoy acostumbrado a mi vida. Antes de que llegaras, pensaba en todo el tiempo que había perdido en el mismo lugar mientras mis amigos cambiaban, se iban a la quiebra o progresaban. Esto me provocaba una inmensa tristeza. Ahora yo sé que no era exactamente así: la tienda tiene el tamaño exacto que yo siempre quise que tuviera. No quiero cambiar porque no sé cómo hacerlo. Ya estoy muy acostumbrado a mí mismo.“
„nuestras glorias y nuestras tristezas deja de ser importantes, aquello que conquistamos o perdemos queda abajo, desde lo alto de la montaña, tu ves como el mundo es grande y los horizontes anchos…“
„Evita a toda costa a aquellos que sólo están a tu lado en los momentos de tristeza con palabras de consuelo. Porque ésos, en realidad, se están diciendo a sí mismos: «Yo soy más fuerte. Soy más sabio. Yo no habría dado ese paso.» Quédate junto a aquellos que están a tu lado en las horas de alegría. Porque en esas almas no hay celos ni envidia, solamente felicidad por verte feliz. Evita“
„Uno no elige su vida: es la vida la que lo elige. Y si lo que te ha reservado son alegrías o tristezas, es algo que está más allá de tu comprensión. Acéptalo y sigue adelante.“
„Uno no elige su vida: es la vida la que lo elige. Y si lo que te ha reservado son alegrías o tristezas, es algo que está más allá de tu comprensión. Acéptalo y sigue adelante. No elegimos nuestra vida, pero decidimos qué hacer con las alegrías y las tristezas que recibimos.“
„El amor es siempre nuevo. No importa que amemos una, dos, diez veces en la vida: siempre estamos ante una situación que no conocemos. El amor puede llevarnos al infierno o al paraíso, pero siempre nos lleva a algún sitio. Es necesario aceptarlo, pues es el alimento de nuestra existencia. Si nos nega-mos, moriremos de hambre viendo las ramas del árbol de la vida cargadas, sin coraje para estirar la mano y coger los frutos. Es necesario buscar el amor donde esté, aunque eso signifique horas, días, semanas de decepción y tristeza. Porque en el momento en que salimos en busca del amor, el amor también sale a nuestro encuentro. Y nos salva.“
„Mi tristeza se ha convertido en rutina, ya nadie se da cuenta.“
„No experimentaba ningún alivio. Sólo temor, culpabilidad y una extraña y dolorosa tristeza demasiado profunda para las lágrimas.“
„Una mano pequeña y fría me acarició la mejilla.—No pasa nada —dijo Auri en voz baja—. Ven aquí.Empecé a llorar en silencio, y ella deshizo con cuidado el apretado nudo de mi cuerpo hasta que mi cabeza reposó en su regazo. Empezó a murmurar, apartándome el cabello de la frente; yo notaba el frío de sus manos contra la ardiente piel de mi cara.—Ya lo sé —dijo con tristeza—. A veces es muy duro, ¿verdad?Me acarició el cabello con ternura, y mi llanto se intensificó. No recordaba la última vez que alguien me había tocado con cariño.—Ya lo sé —repitió—. Tienes una piedra en el corazón, y hay días en que pesa tanto que no se puede hacer nada. Pero no deberías pasarlo solo. Deberías haberme avisado. Yo lo entiendo.Contraje todo el cuerpo y de pronto volví a notar aquel sabor a ciruela.—La echo de menos —dije sin darme cuenta. Antes de que pudiera agregar algo más, apreté los dientes y sacudí la cabeza con furia, como un caballo que intenta liberarse de las riendas.—Puedes decirlo —dijo Auri con ternura.Volví a sacudir la cabeza, noté sabor a ciruela, y de pronto las palabras empezaron a brotar de mis labios.—Decía que aprendí a cantar antes que a hablar. Decía que cuando yo era un crío ella tarareaba mientras me tenía en brazos. No me cantaba una canción; solo era una tercera descendente. Un sonido tranquilizador. Y un día me estaba paseando alrededor del campamento y oyó que yo le devolvía el eco. Dos octavas más arriba. Una tercera aguda y diminuta. Decía que aquella fue mi primera canción.—Nos la cantábamos el uno al otro. Durante años. —Se me hizo un nudo en la garganta y apreté los dientes.—Puedes decirlo —dijo Auri en voz baja—. No pasa nada si lo dices.—Nunca volveré a verla —conseguí decir. Y me puse a llorar a lágrima viva.—No pasa nada —dijo Auri—. Estoy aquí. Estás a salvo.“
„Oh, yo no diría que el amor satisface siempre —Su voz sonaba más débil, mucho más humana— A veces te llena de tristeza.“
„no se camina hacia la virtud cambiando placeres por placeres, tristezas por tristezas, temores por temores, y haciendo lo mismo que los que cambian una moneda en menudo. La sabiduría es la única moneda de buena ley, y por ella es preciso cambiar todas las demás cosas. Con ella se compra todo y se tiene todo: fortaleza, templanza, justicia; en una palabra, la virtud no es verdadera sino con la sabiduría, independientemente de los placeres, de las tristezas, de los temores y de todas las demás pasiones. Mientras“
„La música da alma al universo, alas a la mente, vuelos a la imaginación, consuelo a la tristeza, y vida y alegría a todas las cosas.“
„La tristeza es la tierra fértil donde crece la inspiración“
„Blanca, en cambio, se había acostumbrado a vivir sola. Terminó por encontrar pazen sus quehaceres de la gran casa, en su taller de cerámica y en sus Nacimientos deanimales inventados, donde lo único que correspondía a las leyes de la biología era laSagrada Familia perdida en una multitud de monstruos. El único hombre de su vida eraPedro Tercero, pues tenía vocación para un solo amor. La fuerza de eseinconmovible sentimiento la salvó de la mediocridad y de la tristeza de su destino.Permanecía fiel aun en los momentos en que él se perdía detrás de algunas ninfas depelo lacio y huesos largos, sin amarlo menos por ello. Al principio creía morir cada vezque se alejaba, pero pronto se dio cuenta de que sus ausencias duraban lo que unsuspiro y que invariablemente regresaba más enamorado y más dulce. Blanca preferíaesos encuentros furtivos con su amante en hoteles de cita, a la rutina de una vida encomún, al cansancio de un matrimonio y a la pesadumbre de envejecer juntoscompartiendo las penurias de fin de mes, el mal olor en la boca al despertar, el tediode los domingos y los achaques de la edad. Era una romántica incurable. Alguna veztuvo la tentación de tomar su maleta de payaso y lo que quedaba de las joyas delcalcetín, e irse con su hija a vivir con él, pero siempre se acobardaba. Tal vez temíaque ese grandioso amor, que había resistido tantas pruebas, no pudiera sobrevivir a lamás terrible de todas: la convivencia. Alba estaba creciendo muy rápido y comprendíaque no le iba a durar mucho el buen pretexto de velar por su hija para postergar lasexigencias de su amante, pero prefería siempre dejar la decisión para más adelante.En realidad, tanto como temía la rutina, la horrorizaba el estilo de vida de PedroTercero, su modesta casita de tablas y calaminas en una población obrera, entrecientos de otras tan pobres como la suya, con piso de tierra apisonada, sin agua y conun solo bombillo colgando del techo. Por ella, él salió de la población y se mudó a undepartamento en el centro, ascendiendo así, sin proponérselo, a una clase media a lacual nunca tuvo aspiración de pertenecer. Pero tampoco eso fue suficiente para Blanca.El departamento le pareció sórdido, oscuro, estrecho y el edificio promiscuo. Decía queno podía permitir que Alba creciera allí, jugando con otros niños en la calle y en lasescaleras, educándose en una escuela pública. Así se le pasó la juventud y entró en lamadurez, resignada a que los únicos momentos de placer eran cuando salíadisimuladamente con su mejor ropa, su perfume y las enaguas de mujerzuela que aPedro Tercero cautivaban y que ella escondía, arrebolada de vergüenza, en lo mássecreto de su ropero, pensando en las explicaciones que tendría que dar si alguien lasdescubría. Esa mujer práctica y terrenal para todos los aspectos de la existencia,sublimó su pasión de infancia, viviéndola trágicamente. La alimentó de fantasías, la idealizó, la defendió con fiereza, la depuró de las verdades prosaicas y pudo convertirlaen un amor de novela.“
„Después de la muerte de mi hija Paula, pasé tres años tratando de exorcizar la tristeza con ritos inútiles. Fueron tres siglos con la sensación de que el mundo había perdido los colores y un gris universal se extendía sobre las cosas inexorablemente.“
„Llorando de tristeza por todo lo perdido y riendo de alivio por todo lo ganado.“
„La tristeza y el aburrimiento le resultaban más soportables que el esfuerzo de una existencia normal.“
„La tristeza se había cristalizado en indiferencia.“
„No era un dolor de músculos entumecidos, sino de tristezas acumuladas y de abandono“
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