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Relacionado con: veces
„Si alguna vez quisiste cambiar el mundo, esta es tu oportunidad.Salvar a Kennedy, salvar a su hermano, salvar a Martin Luther King.Detener los disturbios raciales. Impedir Vietnam, tal vez.“
„Un mayor conocimiento fisiológico del cerebro hace que la existencia del alma resulte menos posible y a la vez más probable por la misma naturaleza de la busqueda“
„«¿Cuánto corazón tienen? », se preguntó Jonas. Era una buena pregunta… tal vez la única que importaba. ¿Habían terminado de armar jaleo… o simplemente había empezado?“
„Sonreía con desprecio, como si me odiara. ¿Por qué? No lo sé. A veces no hay una razón, y eso es lo más terrible.“
„…he envejecido (una fatalidad que, a veces, pienso ocurrió a mis espaldas)…“
„¿Se te ha ocurrido alguna vez -preguntó, de pronto- que los padres no son más que niños grandes hasta que sus hijos les fuerzan a hacerse adultos? ¿Lo que generalmente ocurre entre los gritos y los pataleos de estos?“
„Giraban cada vez más vertiginosamente, cuando pasaron frente al encargado por -¿décima? ¿decimoquinta?- vez, él se inclinó y la besó, y la cabina rotó zumbando sobre su riel, uniendo los labios de él y de ella de una manera ardiente y excitante e imposible de despegar. Después perdieron velocidad, y su cabina traqueteó sobre el riel con menos ganas, y finalmente se detuvo, meciéndose y oscilando.“
„Querido Red:Si estás leyendo esto es que estás libre. Sea como sea, estás libre. Y, si has llegado hasta aquí, estarás dispuesto a llegar un poco más lejos. Creo que recuerdas el nombre del pueblo, ¿no? Podría emplear a un buen hombre que me ayude a poner mi proyecto en marcha.Entretanto, tómate una copa a mi salud… y piénsatelo. Estaré pendiente de tu llegada. Recuerda que la esperanza es una buena cosa, Red, tal vez lo mejor del mundo, y lo bueno jamás muere. Espero que esta carta te encuentre, y que te encuentre bien.Tu amigo,PETER STEVENS“
„Danny huía del ruido ensordecedor, a través de retorcidos y laberínticos corredores, mientras sus pies desnudos susurraban sobre la suavidad de una selva azul y negra. Cada vez que, a sus espaldas, oía el estruendo del mazo del roqué al estrellarse contra la pared quería gritar. Pero no debía. Un grito lo delataría y entonces… REDRUM.“
„La culpabilidad no es la única razón por la que la gente se suicida, a veces, uno sencillamente se aburre de la televisión vespertina.“
„Todo lo que sucedía después —los llantos, la confusión, los lamentos de los heridos (si los heridos eran capaces aún de lamentarse)—, a Jack no le importaba. Lo que sí importaba era todo aquello que provocara cambios en el curso vulgar de las cosas y esculpiera nuevas líneas en el fluir de las vidas… y, tal vez, no sólo los destinos de los golpeados, sino los de un círculo que se abría a su alrededor, como las ondas que abre una piedra al caer en un estanque de aguas tranquilas.¿Quién podía decir que él no había esculpido hoy el cosmos, o que no pudiera hacerlo en algún tiempo futuro?“
„Sabes que a veces, cuando bebo, me pongo estúpido y pongo discos a un volumen exagerado.“
„Todos cayeron del árbol y se rompieron el brazo alguna vez, todos recuerdan lo travieso que fueron cuando eran niños, lo que no recuerdan, es a sus madres levantándose en medio de la noche para darles una aspirina“
„A veces el pasado no se queda tranquilo, ¿por qué, si no, estudia historia la gente?“
„A veces los perros perdidos vuelven a casa.“
„Pensó que tal vez la gente lista nunca perdía su belleza.“
„Ya no se trataba sólo de «¿Puedes?» para empezar el libro. Por primera vez en muchos años, escuchaba aquella pregunta casi cada día y… estaba descubriendo que podía.“
„Creo que ese momento terminó. De veras lo creo. No obstante a veces, en la oscuridad, pienso que ese espantoso momento fortuito y casual todavía dura, que la rueda aún gira, y que todo lo demás ha sido un sueño.“
„La muerte podía estar en una bolsa de cacahuetes, en un trozo de carne que se te atravesara, en el siguiente paquete de cigarrillos. Siempre te andaba rondando, de guardia en todas las estaciones de control entre lo mortal y lo eterno. Agujas infectadas, insectos venenosos, cables mal aislados, incendios forestales. Patines que lanzaban a intrépidos chiquillos a cruces muy transitados. Cada vez que te metes en la bañera para darte una ducha, Oz te acompaña: ducha para dos.Cada vez que subes a un avión, Oz lleva tu misma tarjeta de embarque. Está en el agua que bebes y en la comida que comes. «¿Quién anda ahí?», gritas en la oscuridad cuando estás solo y asustado, y es él quien te responde: Tranquilo, soy yo. Eh, ¿cómo va eso? Tienes un cáncer en el vientre, qué lata, chico, sí que lo siento. ¡Cólera! ¡Septicemia! ¡Leucemia! ¡Arteriosclerosis! ¡Trombosis coronaria! ¡Encefalitis! ¡Osteomielitis! ¡Ajajá, vamos allá!Un chorizo en un portal, con una navaja en la mano. Una llamada telefónica a medianoche. Sangre que hierve con ácido de la batería en una rampa de salida de una autopista de Carolina del Norte. Puñados de píldoras: anda, traga. Ese tono azulado de las uñas que sigue a la muerte por asfixia; en su último esfuerzo por aferrarse a la vida, el cerebro absorbe todo el oxígeno que queda en el cuerpo, incluso el de las células vivas que están debajo de las uñas.Hola, chicos, me llamo Oz el Ggande y Teggible, pero podéis llamarme Oz a secas. Al fin y al cabo, somos viejos amigos. Pasaba por aquí y he entrado un momento para traerte este pequeño infarto, este derrame cerebral, etcétera; lo siento, no puedo quedarme, tengo un parto con hemorragia y, luego, inhalación de humo tóxico en Omaha.Y la vocecita sigue gritando: «¡Te quiero, Tigger, te quiero! ¡Creo en ti, Tigger! ¡Siempre te querré y creeré en ti, y seguiré siendo niña, y el único Oz que habitará en mi corazón será ese simpático impostor de Nebraska! Te quiero…».Vamos patrullando, mi hijo y yo…, porque lo que importa no es el sexo ni la guerra, sino la noble y terrible batalla sin esperanza contra Oz, el Ggande y Teggible.“
„He sido un necio –dijo con una voz tan temblorosa como sus manos.- Desde luego que sí –dijo Cuthbert-, ya lo creo. –Cayó de rodillas sobre el polvo, de cara a Roland-. Ahora ya puedes empezar a pegarme si quieres. Todas las veces y con la fuerza que te dé la gana. No te devolveré los golpes. He hecho todo lo que he podido para despertar tu sentido de la responsabilidad. Si sigues durmiendo, que así sea. En cualquiera de los dos casos, te quiero.Bert apoyó las manos en los hombros de Roland y besó brevemente la mejilla de su amigo.Roland se echó a llorar.En parte eran lágrimas de gratitud. Pero sobre todo una mezcla de rabia y desconcierto; había incluso una pequeña y oscura parte de sí mismo que odiaba a Cuthbert y siempre lo odiaría. Aquella parte odiaba a Cuthbert más por el beso que por el puñetazo en la mandíbula; más por el perdón que por el despertar.“
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