„No hay, en el tumulutoso pecho del hombre, una pasión más fuerte que la de imponer su creencia a los otros, Nada puede sacar la raíz de su dicha y llenarla de ira como saber que otro desprecia lo que él venera. […] No es el amor a la verdad sino el deseo de prevalecer el que opone un barrio a otro barrio y hace que una parroquia premedite la ruina de otra parroquia. Todos prefieren la paz de espíritu y la sujeción de los otros al triunfo de la verdad y la apoteosis de la virtud.“

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