„entrego a la providencia”, diría un estoico. Aceptar lo que vaya a ocurrir es la mejor opción cuando lo que deseo o espero escapa a mi control o ya no depende de mí. La regla es como sigue: si algo depende de ti y vale la pena, lucha, resiste y aguanta hasta donde seas capaz, pero si escapa a tu control y nada puedes hacer al respecto, no persigas ciegamente un imposible: deja que el destino, Dios o lo que sea se hagan cargo del asunto. Aceptar lo peor que pueda ocurrir no es negar el poder de decisión que tienes, sino marcar sus límites y humanizarlo. Podemos llamarlo “modestia adaptativa”: la ocurrencia de un terremoto no depende de ti, lo que depende de ti es tratar de salvarte, escapar y buscar refugio. De manera similar, y siguiendo con los fenómenos naturales, no podrás detener la lluvia pero sí comprarte un enorme y bello paraguas. Dicho de otra forma: la “modestia adaptativa” es comprender hasta dónde deben llegar y se justifican tus esfuerzos. Cuando algún optimista insensato me dice que no hay imposibles, me lo imagino tratando de volar sin ayuda y cayendo de sentón.“

Tags: