„El cielo se ha posado en la ladera, sobre los secretos pimpollares. Por más allá del cerro los relámpagos chafarrinan las alturas con destellos de color que rápidamente se desvanecen. Aire de muerte envuelve a la muerta tierra con una oscuridad de muerte. Aire que pesa sobre mí, aire muerto y caliente, que, pese al vestido, llega hasta mí, hasta la desnudez de mi cuerpo. —Tú no sabes lo que es sentir pena —digo. Ni yo lo sé. No sé si la siento o no. Ni siquiera puedo sentirla. No sé si puedo o no llorar. No sé si he llegado alguna vez a sentirla. Solamente me imagino que soy una semilla silvestre y mojada, caída en la tierra ciega y ardorosa.“

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