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Relacionado con: ceño
„Desapareció la luna y empezó a clarear el día. Habían terminado ya la primera tanda cuando el hijo mayor, Akim, en pelliza corta y gorro, se acercó a los que trabajaban.-¡Tú sí que te lo tomas con calma! -le gritó el padre, dejando de golpear y apoyándose en el mayal.-Tenía que atender a los caballos.-¡Atender a los caballos! -dijo el padre remedándole- La vieja cuidará de eso. Tú coge un mayal. Te estás poniendo demasiado gordo. ¡Borrachín!-¿Eres tú el que me pagas la bebida? -gruñó el hijo.-¿Qué? -dijo el padre, frunciendo el ceño y blandiendo el mayal con aire de amenaza.El hijo, sin decir palabra, cogió el mayal y la faena se reanudó.“
„Madre de los juegos latinos y los deleites griegos,Lesbos, donde los besos, lánguidos o gozosos,cálidos como soles, frescos como las sandías,son el adorno de noches y días gloriosos;madre de los juegos latinos y los deleites griegos.Lesbos, donde los besos son como cascadasque se arrojan sin miedo en las simas sin fondo,y fluyen, entrecortados de sollozos y risas,tormentosos y secretos, hormigueantes y profundos;¡Lesbos, donde los besos son como las cascadas!Lesbos, donde las Frinés se atraen entre sí,donde nunca un suspiro dejó de hallar un eco,las estrellas te admiran tanto como a Pafos,¡y Venus con razón puede envidiar a Safo!Lesbos, donde las Frinés se atraen entre sí,Lesbos, tierra de noches cálidas y lánguidas,que hacen que en sus espejos, ¡infecundo deleite!las niñas de ojos hundidos, enamoradas de sus cuerpos,acaricien los frutos ya maduros de su nubilidad;Lesbos, tierra de noches cálidas y lánguidas,deja al viejo Platón fruncir su ceño austero;obtienes tu perdón del exceso de besos,reina del dulce imperio, tierra noble y amable,y de refinamientos siempre sin agotar,deja al viejo Platón fruncir su ceño austero.Obtienes tu perdón del eterno martirio,infligido sin tregua a los corazones ambiciosos,que atrae lejos de nosotros la radiante sonrisa,¡vagamente entrevista al borde de otros cielos!¡Obtienes tu perdón del eterno martirio!¿Qué Dios se atreverá a ser tu juez, oh Lesbos?,y a condenar tu frente pálida por penosas labores,si sus balanzas de oro no han pesado el diluvio,de lágrimas que en el mar vertieron tus arroyos?¿Qué Dios se atreverá a ser tu juez, oh Lesbos?¿Qué quieren de nosotros las leyes de lo justo y lo injusto?Vírgenes de corazón sublime, honra del Archipiélago,vuestra religión es augusta como cualquiera,¡y el amor se reirá del Infierno y del Cielo!¿Qué quieren de nosotros las leyes de lo justo y lo injusto?Pues Lesbos me ha elegido en la tierra entre todos,para cantar el secreto de sus floridas vírgenes,y desde la infancia que inicié en el negro misterio,de las risas sin freno mezcladas con los llantos sombríos;pues Lesbos me ha elegido en la tierra entre todosy desde entonces velo en la cumbre del Léucato,igual que un centinela de mirada segura y penetrante,que vigila noche y día,, tartana o fragata,cuyas formas a lo lejos se agitan en el azul;y desde entonces velo en la cumbre del Léucato,para saber si el mar es indulgente y bueno,y si entre los sollozos que en la roca resuenan,un día llevará a Lesbos, que perdona,el cadáver adorado de Safo, que partió,¡para saber si el mar es indulgente y bueno!De Safo la viril, la amante y la poetisa,¡por su palidez triste más hermosa que Venus!—Al ojo azul venció el negro que mancillael tenebroso círculo trazado por las penas¡de Safo la viril, la amante y la poetisa!Presentándose al mundo más hermosa que Venusy vertiendo el tesoro de su serenidady el brillo de su rubia juventud,sobre el viejo Océano prendado de su hija;¡presentándose al mundo más hermosa que Venus!—De Safo, que murió el día de su blasfemia,cuando, insultando el rito y el culto establecido,convirtió su hermoso cuerpo en pasto supremode un bruto cuyo el orgullo castigó la impiedadde aquella que murió el día de su blasfemia,y desde entonces Lesbos lanza lamentaciones,y, pese a los honores que le tributa el mundo,cada noche le embriaga la voz de la tormenta,¡que elevan hacia el cielo sus orillas desiertas!¡y desde entonces Lesbos lanza lamentaciones!“
„Siempre tan seria. Tan triste. ¿O quizá no? Su gesto permanentemente adusto, ¿no sería una máscara defensiva que ya se había petrificado después de tantos años? Ese ceño embestidor propio de una mujer que, en efecto, tuvo que derribar muchos muros a cabezazos, ¿no habría terminado por convertirse en una costumbre facial, en una mueca? Por no hablar de la fatiga constante de su cuerpo debilitado por la radiación. Debe de costar sonreír cuando siempre te encuentras tan cansada.“
„A veces, cuando la Fortuna frunce el ceño con más rencor, prepara sus más deslumbrantes regalos.“
„—¿Quién está ahí? —llamó, luego frunció el ceño—. Claro —añadió, haciendo frente a la oscuridad a su alrededor—. Incluso yo, como Cazador de Sombras, he visto suficientes películas como para saber que cualquiera que grite “¿Quién está ahí?” va a ser asesinado instantáneamente.“
„¿Puedes escucharlos? –reclamó. –¡Oh, eso no es justo para nada!–Todo es muy romántico, –dijo Gabriel y frunció el ceño. – O lo sería si mi hermano pudiera soltar una palabra sin sonar como una rana atragantándose. Me temo que no pasará a la historia como uno de los máximos conquistadores de las mujeres en el mundo.“
„El poeta William Arthur Ward sugiere que la clave para el éxito es: Creer cuando otros dudan. Planificar mientras que los demás juegan. Estudiar cuando los demás duermen. Decidir cuando los demás postergan. Prepararse cuando los demás sueñan despiertos. Empezar cuando los demás lo dejan para otro día. Trabajar cuando los demás desean. Ahorrar cuando los demás desperdician. Escuchar cuando los demás hablan. Sonreír cuando los demás fruncen el ceño. Elogiar cuando los demás critican. Persistir cuando los demás se dan por vencidos.“
„¿Qué significa que tengo una muerte predeterminada? (Nick)—¿Tartamudeé? (Grim)—No.—¿Te parezco una enciclopedia?Nick frunció el ceño.—No.—Entonces, deberías entender lo que dije, ya que no hablo en clave. Cada criatura mortal nace con una fecha de caducidad. Algunos inmortales, también. Fijado por el gran relojero. Pero la estupidez excesiva y tendencias idiotas pueden acortarla. Cabrearme es una forma realmente buena de reducir la tuya a tres segundos desde ahora. (Grim)“
„Necesitas a alguien que cuide de ti —le dijo antes de llevarse el tenedor a la boca.Grace se encogió de hombros.—Yo me cuido sola.—No es lo mismo.Grace lo miró con el ceño fruncido. Algo en la voz del hombre le indicaba que no lo decía desde un punto de vista machista. Julian hablaba desde el corazón y basándose en su propia experiencia.—Supongo que todos necesitamos a alguien que nos cuide, ¿verdad? —susurró ella.“
„Ash —dijo, su voz entusiasta—, ¿puedes hacer algo por mí?—Cualquier cosa, Sota. Dilo y es tuyo.—Hazme hermosa.El giró su rostro hacia él y le dio un beso en los labios que prendió fuego a su sangre.Retirándose él le sonrió.—Ya está. Eres la mujer más bella del mundo.Tory se giró hacia el espejo, muriéndose por ver como lucía.Cuando se vio a sí misma, frunció el ceño.No había cambiado.—¡Ash!—¿Qué? — le pregunto inocentemente, tirando de su espalda contra su pecho a fin de quepueda mirarla en el espejo.—No hiciste nada.Su mirada se encontró con la suya y la sinceridad en esos remolinantes ojos de plata laquemaron.—Tú eres la mujer más bella del mundo, Soteria. Esta es la mujer de la que me enamoré y nohay nada acerca de ti que yo cambiaría.Recostándose sobre él, se inclinó para tocar su mejilla.—¿De verdad?—Por supuesto. Y espero que algún día, tengamos una casa llena de niños que luzcan comotú.“
„¿Qué asignaturas has elegido? —me preguntó Manet mientras Wil y él cerraban el trato con un apretón de manos.La pregunta me pilló desprevenido.—Todas, supongo.—Hablas como yo hace treinta años —dijo Manet riendo—. ¿Por dónde vas a empezar?—Por los Chandrian —contesté—. Quiero saber todo lo que pueda sobre los Chandrian.Manet frunció el ceño, y luego soltó una carcajada.—Bueno, supongo que no debería extrañarme. Sim estudia a las hadas y a los duendes. Wil cree en todo tipo de absurdos espíritus celestes ceáldicos. —Infló el pecho—. A mí me encantan los diablillos y los engendros.Noté que me ruborizaba de vergüenza.—Por el cuerpo de Dios, Manet —le cortó Sim—. ¿Se puede saber qué mosca te ha picado?—Acabo de apostar dos iotas por un chico que quiere estudiar cuentos infantiles —refunfuñó Manet apuntándome con el tenedor.“
„Aquí, en este mundo que dejaste atrás, a Dios lo han secuestrado los hombres. Han creado unas religiones disparatadas, que no entiendo cómo han sobrevivido durante siglos y siguen expandiéndose. Son implacables, predican amor, justicia y caridad, y para imponerlas cometen atrocidades. Los señores muy principales que propagan estas religiones juzgan, castigan, fruncen el ceño ante la alegría, el placer, la curiosidad y la imaginación.“
„Porque posee usted la más maravillosa juventud, y la juventud es lo más precioso que se puede poseer.–No lo siento yo así, lord Henry.–No; no lo siente ahora. Pero algún día, cuando sea viejo y feo y esté lleno de arrugas, cuando los pensamientos le hayan marcado la frente con sus pliegues y la pasión le haya quemado los labios con sus odiosas brasas, lo sentirá, y lo sentirá terriblemente. Ahora, dondequiera que vaya, seduce a todo el mundo. ¿Será siempre así?… Posee usted un rostro extraordinariamente agraciado, señor Gray. No frunza el ceño. Es cierto. Y la belleza es una manifestación de genio; está incluso por encima del genio, puesto que no necesita explicación. Es uno de los grandes dones de la naturaleza, como la luz del sol, o la primavera, o el reflejo en aguas oscuras de esa concha de plata a la que llamamos luna. No admite discusión. Tiene un derecho divino de soberanía. Convierte en príncipes a quienes la poseen. ¿Se sonríe? ¡Ah! Cuando la haya perdido no sonreirá… La gente dice a veces que la belleza es sólo superficial. Tal vez. Pero, al menos, no es tan superficial como el pensamiento. Para mí la belleza es la maravilla de las maravillas. Tan sólo las personas superficiales no juzgan por las apariencias. El verdadero misterio del mundo es lo visible, no lo que no se ve… Sí, señor Gray, los dioses han sido buenos con usted. Pero lo que los dioses dan, también lo quitan, y muy pronto. Sólo dispone de unos pocos años en los que vivir de verdad, perfectamente y con plenitud. Cuando se le acabe la juventud desaparecerá la belleza, y entonces descubrirá de repente que ya no le quedan más triunfos, o habrá de contentarse con unos triunfos insignificantes que el recuerdo de su pasado esplendor hará más amargos que las derrotas. Cada mes que expira lo acerca un poco más a algo terrible. El tiempo tiene celos de usted, y lucha contra sus lirios y sus rosas. Se volverá cetrino, se le hundirán las mejillas y sus ojos perderán el brillo. Sufrirá horriblemente… ¡Ah! Disfrute plenamente de la juventud mientras la posee. No despilfarre el oro de sus días escuchando a gente aburrida, tratando de redimir a los fracasados sin esperanza, ni entregando su vida a los ignorantes, los anodinos y los vulgares. Ésos son los objetivos enfermizos, las falsas ideas de nuestra época. ¡Viva! ¡Viva la vida maravillosa que le pertenece! No deje que nada se pierda. Esté siempre a la busca de nuevas sensaciones. No tenga miedo de nada… Un nuevo hedonismo: eso es lo que nuestro siglo necesita. Usted puede ser su símbolo visible. Dada su personalidad, no hay nada que no pueda hacer. El mundo le pertenece durante una temporada… En el momento en que lo he visto he comprendido que no se daba usted cuenta en absoluto de lo que realmente es, de lo que realmente puede ser. Había en usted tantas cosas que me encantaban que he sentido la necesidad de hablarle un poco de usted. He pensado en la tragedia que sería malgastar lo que posee. Porque su juventud no durará mucho, demasiado poco, a decir verdad. Las flores sencillas del campo se marchitan, pero florecen de nuevo. Las flores del codeso serán tan amarillas el próximo junio como ahora. Dentro de un mes habrá estrellas moradas en las clemátides y, año tras año, la verde noche de sus hojas sostendrá sus flores moradas. Pero nosotros nunca recuperamos nuestra juventud. El pulso alegre que late en nosotros cuando tenemos veinte años se vuelve perezoso con el paso del tiempo. Nos fallan las extremidades, nuestros sentidos se deterioran. Nos convertimos en espantosas marionetas, obsesionados por el recuerdo de las pasiones que nos asustaron en demasía, y el de las exquisitas tentaciones a las que no tuvimos el valor de sucumbir. ¡Juventud! ¡Juventud! ¡No hay absolutamente nada en el mundo excepto la juventud!“