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„La mente humana tiene un primitivo mecanismo de defensa que niega cualquier realidad que provoque un estrés excesivo al cerebro. Se llama negación”.“
„La razón por la que empecé a perderle el respeto fue simplemente por que me di cuenta de que Euronymous era un incompetente, incapaz de llevar a su compañía a buen puerto. De su boca siempre salían grandes palabras y frases pero nunca hacía nada de lo que prometía. Euronymous estaba obsesionado con el satanismo y siempre me odió por mis creencias en honor a los dioses vikingos. Siempre estaba viendo películas guarras y, personalmente, siempre sospeché que él era homosexual o bisexual. Era un cerdo, y así se lo hice saber a todo el mundo. Todavía mantengo lo mismo, lo maté en defensa propia, simplemente porque fue él quien me atacó a mí y no tuve otra opción. Fui a su casa aquella tarde para decirle que le dieran por el culo, que pasaba de él y sé que el tenía planeado torturarme hasta la muerte y grabarlo en video para luego venderlo por ahí como película snuff. Y yo sabía todo esto porque un amigo suyo me lo explicó. Él me atacó e intentó matarme con un cuchillo, y fracasó miserablemente, en ese momento supe que no debía darle otra oportunidad.“
„Soy socialista e internacionalista, por sobre todo, por eso pongo la defensa de la condición humana por encima de la que se adjudica cualquier religión, cualquier etnia y cualquier nacionalismo.“
„Una vez fui testigo del estrecho nexo entre la pérdida de la fe en el futuro y este peligroso darse por vencido. F., el jefe de mi barracón, compositor y libretista famoso, me confió un día: «Me gustaría contarle algo, doctor. He tenido un extraño sueño. Una voz me invitaba a desear cualquier cosa, bastaba con preguntar lo que quería conocer y mis preguntas serían satisfechas de inmediato. ¿Sabe qué pregunté? Cuándo terminaría la guerra para mí. Ya sabe lo que quiero decir, doctor, ¡para mí! Conocer cuándo seríamos liberados los de este campo y cuándo terminarían nuestros sufrimientos». «¿Y cuándo tuvo usted ese sueño?», le pregunté. «En febrero de 1945», contestó. Por entonces estábamos a principios de marzo. «¿Qué respondió la voz en su sueño?» En voz baja, casi furtivamente, me susurró: «El treinta de marzo.» Cuando F. me contó aquel sueño todavía se encontraba rebosante de esperanza y convencido de la certeza y veracidad del oráculo de la voz. Sin embargo, a medida que se acercaba el día prometido, las noticias que recibíamos sobre la guerra menguaban las esperanzas de ser liberados en la fecha indicada. El veintinueve de marzo, de repente, F. cayó enfermo con una fiebre muy alta. El treinta de marzo, el día en que según su profecía terminaría la guerra y el sufrimiento para él, empezó a delirar y perdió la conciencia. El treinta y uno de marzo falleció. Según todas las apariencias murió de tifus… Los que conocen la estrecha relación entre el estado de ánimo de una persona su valor y su esperanza, o su falta de ambos y el estado de su sistema inmunológico comprenderán cómo la pérdida repentina de la esperanza y el valor pueden desencadenar un desenlace mortal. La causa última de la muerte de mi amigo fue la honda decepción que le produjo no ser liberado en el día señalado. De pronto se debilitó la resistencia de su organismo y sus defensas disminuyeron, dejándole a merced de la infección tifoidea latente. Su esperanza en el futuro y su voluntad de vivir se paralizaron, y su cuerpo sucumbió víctima de la enfermedad. Después de todo, la voz de sus sueños se hizo realidad. La observación de este caso, y sus consecuencias psicológicas, concuerda con un hecho que el médico del campo me hizo notar: la tasa de mortandad semanal durante las Navidades de 1944 y el Año Nuevo de 1945 superó en mucho las estadísticas habituales del campo. En su opinión, la explicación de este aumento de mortalidad no había que buscarla en el empeoramiento de las condiciones de trabajo, ni en una disminución de la ración alimenticia, ni en un cambio climatológico, ni en el brote de nuevas epidemias. A su entender, se trataba sencillamente de la ingenua esperanza que abrigaron la mayoría de los presos de ser liberados por las fiestas navideñas. Según se acercaba esa fecha, y al no recibir ninguna noticia alentadora, los prisioneros perdieron su valor y les venció el desaliento. Muchos de ellos murieron al debilitarse su capacidad de resistencia. Ya advertimos“
„Una vez fui testigo del estrecho nexo entre la pérdida de la fe en el futuro y este peligroso darse por vencido. F., el jefe de mi barracón, compositor y libretista famoso, me confió un día: «Me gustaría contarle algo, doctor. He tenido un extraño sueño. Una voz me invitaba a desear cualquier cosa, bastaba con preguntar lo que quería conocer y mis preguntas serían satisfechas de inmediato. ¿Sabe qué pregunté? Cuándo terminaría la guerra para mí. Ya sabe lo que quiero decir, doctor, ¡para mí! Conocer cuándo seríamos liberados los de este campo y cuándo terminarían nuestros sufrimientos». «¿Y cuándo tuvo usted ese sueño?», le pregunté. «En febrero de 1945», contestó. Por entonces estábamos a principios de marzo. «¿Qué respondió la voz en su sueño?» En voz baja, casi furtivamente, me susurró: «El treinta de marzo.» Cuando F. me contó aquel sueño todavía se encontraba rebosante de esperanza y convencido de la certeza y veracidad del oráculo de la voz. Sin embargo, a medida que se acercaba el día prometido, las noticias que recibíamos sobre la guerra menguaban las esperanzas de ser liberados en la fecha indicada. El veintinueve de marzo, de repente, F. cayó enfermo con una fiebre muy alta. El treinta de marzo, el día en que según su profecía terminaría la guerra y el sufrimiento para él, empezó a delirar y perdió la conciencia. El treinta y uno de marzo falleció. Según todas las apariencias murió de tifus… Los que conocen la estrecha relación entre el estado de ánimo de una persona su valor y su esperanza, o su falta de ambos y el estado de su sistema inmunológico comprenderán cómo la pérdida repentina de la esperanza y el valor pueden desencadenar un desenlace mortal. La causa última de la muerte de mi amigo fue la honda decepción que le produjo no ser liberado en el día señalado. De pronto se debilitó la resistencia de su organismo y sus defensas disminuyeron, dejándole a merced de la infección tifoidea latente. Su esperanza en el futuro y su voluntad de vivir se paralizaron, y su cuerpo sucumbió víctima de la enfermedad. Después de todo, la voz de sus sueños se hizo realidad.“
„Yo me visto como un tipo que puede saber Karate, estoy pelado porque da miedo, tengo estos anteojos porque no se me ve la mirada y eso atemoriza. Soy un tipo raro, no soy normal y la gente tiene prejuicios y me vienen a romper las bolas. Si me ven así no me molestan. Es una defensa sin tener que pegar.“
„Una nación que continúa año tras año gastando más [y más] dinero en defensa militar que en programas sociales de edificación, se acerca a la muerte espiritual.“
„Cada guerra, cuando ocurre o antes de que ocurra, es representada no como una guerra, sino como un acto de defensa propia contra un maniático homicida.“
„Los dos se odiaban tanto que les costaba llegar a acuerdos, aunque fuera en defensa de sus propios intereses.“
„¡Es fascinante comprobar hasta qué punto puede desintegrarse la razón cuando se enfrenta a una siniestra verdad ocasional y huye en desordenada retirada para mejor materializar un espejismo y construir defensas precarias contra el asalto de una realidad demasiado terrible!“
„Si la asertividad puede lastimar a otra persona de manera innecesaria, la decisión debe revisarse. Las personas que derraman sinceridad ácida por los cuatro costados son insoportables: “No me gustan tus zapatos”, “No me gusta cómo hablas”, “Me aterran tus chistes”, “No comas así”, “Tienes caspa”, “Estás gorda”, en fin, el rosario de los que padecen de quisquillosidad crónica. La insensibilidad por el dolor ajeno no es compatible con la defensa de los derechos. Una paciente se ufanaba de haber sido asertiva con su empleada doméstica porque le había dicho que el vestido que ésta había comprado con esfuerzo y ahorro sostenido era horripilante. La vida está llena de“
„El fascismo es la forma política y social mediante la que la pequeña propiedad, las clases medias y los proletarios más generosos y humanos luchan contra el gran capitalismo en su grado último de evolución: el capitalismo financiero y monopolista. Esa lucha no supone retroceso ni oposición a los avances técnicos, que son la base de la economía moderna; es decir, no supone la atomización de la economía, frente al progreso técnico de los monopolios, como pudiera creerse. Pues el fascismo supera a la vez esa defensa de las economías privadas más modestas, con el descubrimiento de una categoría económica superior: la economía nacional, que no es la suma de todas las economías privadas, ni siquiera su resultante, sino, sencillamente, la economía entera organizada con vistas a que la nación misma, el Estado nacional, realice y cumpla sus fines.“
„Nosotros somos nacionalistas, preocupados por el destino de España; y creemos que corresponde sólo al pueblo laborioso la defensa y la exaltación de España, no a grupos oligárquicos de privilegiados de la fortuna heredada… Nosotros somos antimarxistas y revolucionarios por creer precisamente al marxismo en una posición fracasada que escamotea la revolución nacional española.“
„El internacionalismo marxista declaró a «lo nacional» fuera de toda emoción revolucionaria, quedando así privado de una de las grandes palancas subversivas, bien pronto recogida en Europa y adoptada como lema de salvación por grandes multitudes. La idea de Patria y la defensa de la Patria son en efecto rotulaciones evidentes de la reacción política, y muchas veces, la mayor parte de las veces que se las invoca por los sectores regresivos, se hace en rigor escudando en ellas sus privilegios económicos. Pero todo eso no indicaría sino la bondad del acero de ese escudo, la eficacia de la idea nacional como plaza fuerte, lo que debía producir en los revolucionarios, más que su afán de negar la Patria, y de incluso desconocer su existencia, el afán contrario de conquistarla para la revolución.“
„transportaban en un solo viaje de ocho a doce toneladas con la complicidad de la policía, el ministerio de Defensa y la propia presidencia del Gobierno mejicano. Eran los tiempos felices de Carlos Salinas de Gortari, con los narcos traficando a la sombra de Los Pinos;“
„Me tocaría pensar en algo entonces, algo que supondría deshacernos de las defensas mágicas de la Academia y diez veces más la misma cantidad de guardianes que teníamos aquí. Ah, sí, claro, sin problemas. [pp. 22]“
„La defensa de la libertad tiene que ser dogmática, sin concesión alguna al oportunismo, aún cuando no sea posible demostrar que, al margen de los efectos positivos, su infracción pueda comportar algunas consecuencias perjudiciales. La libertad sólo puede prevalecer si se acepta como principio general cuya aplicación a casos particulares no tiene necesidad de justificarse. Por tanto, acusar al liberalismo clásico de haber sido demasiado doctrinario es fruto de una pura incomprensión. Su defecto no fue haber defendido demasiado obstinadamente unos principios, sino más bien no haber tenido principios suficientemente definidos que pudieran orientar claramente la acción, por lo que con frecuencia dio la impresión de limitarse a aceptar las funciones tradicionales del gobierno y oponerse a posibles funciones nuevas. La coherencia sólo es posible si se aceptan principios bien definidos. Pero el concepto de libertad utilizado por los liberales del siglo XIX era en muchos aspectos demasiado vago para poder proporcionar una orientación precisa.“
„Que en un sistema totalitario no se consienta la investigación desinteresada de la verdad y no haya otro objetivo que la defensa de los criterios oficiales, es fácil de comprender, y la experiencia lo ha confirmado de modo amplio en cuanto a las disciplinas que tratan directamente de los negocios humanos y, por consiguiente, afectan de manera más inmediata a los criterios políticos, tales como la Historia, el Derecho o la Economía. En todos los países totalitarios estas disciplinas se han convertido en las más fecundas fábricas de mitos oficiales, que los dirigentes utilizan para guiar las mentes y voluntades de sus súbditos. No es sorprendente que en estas esferas se abandone hasta la pretensión de trabajar en busca de la verdad y que las autoridades decidan qué doctrinas deben enseñarse y publicarse.“
„El Rey se muestra poco decidido en la defensa de la unidad de la nación, cree que puede ser una especie de pequeño emperador.“
„Doblemente pobres son las mujeres que sufren situaciones de exclusión, maltrato y violencia, porque frecuentemente se encuentran con menores posibilidades de defender sus derechos. Sin embargo, también entre ellas encontramos constantemente los más admirables gestos de heroísmo cotidiano en la defensa y el cuidado de la fragilidad de sus familias.“
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