„Rebeldía. Pero la rebeldía no es un gesto altisonante. No es un grito, no es un insulto, no es una pedrada, no es una mala contestación, es mucho más profundo. La rebeldia es un grito de la inteligencia y de la voluntad que dice, y lo voy a decir en román paladino: ¡no me da la gana de decirle que sí a esta actual situación! -¿Por qué? – ¡Porque no quiero y me niego a decirle que sí! Porque entiendo que puede haber otra situación y por tanto yo no asumo esta podredumbre y no participo en ella y lucho contra ella. Y esta actitud es una actitud intelectual, y cuando digo intelectual no quiero hablar de universitario, [hablo] de la mente de cualquier ser humano. Es un posicionamiento que nace de la mente y del corazón, del fuego del querer cambiar. Esta es la rebeldía fundamental. Lo otro son voces, son chillidos, son insultos, son graznidos. – ¡Dale caña! – Circo romano. ¡No, no! La rebeldía no es ni más ni menos que el posicionamiento con otros valores y la decisión de hacerles frente. Rebeldía para decir que no aceptamos que la ‘Competitvidad y el Mercado’ sean los que rijan los destinos de las sociedades. Que entendemos que hay una declaración universal de derechos humanos que tiene que cumplirse y que eso significa sociedad de pleno empleo, donde el hombre y la mujer sean exactamente iguales, donde no haya marginados y que costará mucho tiempo y mucho sacrificio, pero es hermoso luchar. ¡Incluso morir por eso! Porque morir tenemos que morir, muramos por lo menos luchando por un ideal noble y no consumiéndonos como un brasero.“
„¿Puede Fernando dar Constitución a sus pueblos desde el cautiverio en que gime? No. ¿Pretende acaso el rey, que continuemos en nuestra antigua Constitución? Le diríamos que no conocemos ninguna y que las Leyes arbitrarias, dictadas por la codicia para esclavos y colonos, no pueden reglar la suerte de unos hombres que desean ser libres. ¿Aspiraría el Rey a que viviésemos en la misma miseria que antes y continuásemos formando un grupo de hombres a quien un virrey puede decir impunemente que han sido destinados por la naturaleza para «vegetar en la oscuridad y el abatimiento»? El cuerpo de dos millones de hombres debería responderle: Hombre imprudente, qué descubres en tu persona que te haga superior a las nuestras? ¿Cuál sería tu imperio, si no te lo hubiésemos dado nosotros? ¿Acaso hemos depositado en ti nuestros poderes para que los emplees en nuestra desgracia? Tenías obligación de formar tú mismo nuestra felicidad, éste es el precio a que únicamente pusimos la corona en tu cabeza. Te la dejaste arrebatar por un acto de inexperiencia, capaz de hacer dudar, si estabas excluído del número de aquellos hombres a quienes parece haber criado la naturaleza para dirigir a los otros; reducido a prisiones e imposibilitado de desempeñar tus deberes, hemos tomado el ímprobo trabajo de ejecutar por nosotros mismos lo que debieran haber hecho los que se llaman nuestros reyes; si te opones a nuestro bien, no mereces reinar sobre nosotros, y si quieres manifestarte acreedor a la elevada dignidad que te hemos conferido, debes congratularte de verte colocado al frente de una nación libre. ¿Podría el Rey oponerse a las resoluciones del Congreso? Semejante duda sería un delito. El Rey, a su regreso, no podría resistir una Constitución a la que aún estando al frente de las Cortes, debió siempre conformarse… y si algún día logra la libertad porque suspiramos, una sencilla transmisión le restituiría al trono de sus mayores con las variaciones y reformas que los pueblos hubiesen establecido para precaver los funestos resultados de un poder arbitrario.“