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Relacionado con: fiesta
„Cuando yo frecuentaba a Guido Brunner él aún era embajador y nunca vi en la Embajada ninguna movida de convolutos. Lo que sí daba Brunner era unas fiestas muy fastuosas. Los eternos mendigos ilustres de la literatura íbamos allí a comer.“
„Una vez fuimos a Tel Aviv a pasar la fiesta de Pésaj y, por la mañana temprano, cuando todos aún dormían, me vestí y me fui a jugar solo a una placita donde había un banco o dos, un columpio, una zona infantil y tres o cuatro árboles jóvenes donde ya cantaban los pájaros. Al cabo de unos meses, en Año Nuevo, volvimos a ir a Tel Aviv y la plaza ya no estaba allí. La habían trasladado, con los pequeños árboles, el columpio, el banco, los pájaros y la zona infantil, al otro lado de la calle. Me quedé desconcertado: no comprendía por qué Ben Gurión y las autoridades competentes permitían hacer algo así.“
„En las fiestas no te sientes jamás; puede sentarse a tu lado alguien que no te guste.“
„Me encantaría un cumpleaños navideño para que la gente pueda darse regalos unos a otros en la fiesta, así el cumpleaños no será el protagonista, especialmente a los 21 en los que todo el mundo pregunta, ¿qué es lo que hará? No quiero que sea algo muy alocado, sólo quiero algo ‘muy mío’, y lo que yo quiero es un cumpleaños navideño. Y realmente me gustaría que sea en mi apartamento. Creo que sería maravilloso.“
„Yo sólo trato de divertirme sin importar que una cámara me enfoque. No soy la chica que sale en clubs y fiestas, pero si voy andando por la calle con un tipo y alguien saca una foto, entonces no voy a reaccionar mal y obligar a mi publicista a que las borren. Vivo mi vida a pesar de la atención.“
„Todos nos hemos vestido y hemos ido a una fiesta esta noche en la que mucha gente maravillosa nos dio a mi productor Nathan y a mí unas brillantes placas. Estamos muy animados“
„Una vez fui testigo del estrecho nexo entre la pérdida de la fe en el futuro y este peligroso darse por vencido. F., el jefe de mi barracón, compositor y libretista famoso, me confió un día: «Me gustaría contarle algo, doctor. He tenido un extraño sueño. Una voz me invitaba a desear cualquier cosa, bastaba con preguntar lo que quería conocer y mis preguntas serían satisfechas de inmediato. ¿Sabe qué pregunté? Cuándo terminaría la guerra para mí. Ya sabe lo que quiero decir, doctor, ¡para mí! Conocer cuándo seríamos liberados los de este campo y cuándo terminarían nuestros sufrimientos». «¿Y cuándo tuvo usted ese sueño?», le pregunté. «En febrero de 1945», contestó. Por entonces estábamos a principios de marzo. «¿Qué respondió la voz en su sueño?» En voz baja, casi furtivamente, me susurró: «El treinta de marzo.» Cuando F. me contó aquel sueño todavía se encontraba rebosante de esperanza y convencido de la certeza y veracidad del oráculo de la voz. Sin embargo, a medida que se acercaba el día prometido, las noticias que recibíamos sobre la guerra menguaban las esperanzas de ser liberados en la fecha indicada. El veintinueve de marzo, de repente, F. cayó enfermo con una fiebre muy alta. El treinta de marzo, el día en que según su profecía terminaría la guerra y el sufrimiento para él, empezó a delirar y perdió la conciencia. El treinta y uno de marzo falleció. Según todas las apariencias murió de tifus… Los que conocen la estrecha relación entre el estado de ánimo de una persona su valor y su esperanza, o su falta de ambos y el estado de su sistema inmunológico comprenderán cómo la pérdida repentina de la esperanza y el valor pueden desencadenar un desenlace mortal. La causa última de la muerte de mi amigo fue la honda decepción que le produjo no ser liberado en el día señalado. De pronto se debilitó la resistencia de su organismo y sus defensas disminuyeron, dejándole a merced de la infección tifoidea latente. Su esperanza en el futuro y su voluntad de vivir se paralizaron, y su cuerpo sucumbió víctima de la enfermedad. Después de todo, la voz de sus sueños se hizo realidad. La observación de este caso, y sus consecuencias psicológicas, concuerda con un hecho que el médico del campo me hizo notar: la tasa de mortandad semanal durante las Navidades de 1944 y el Año Nuevo de 1945 superó en mucho las estadísticas habituales del campo. En su opinión, la explicación de este aumento de mortalidad no había que buscarla en el empeoramiento de las condiciones de trabajo, ni en una disminución de la ración alimenticia, ni en un cambio climatológico, ni en el brote de nuevas epidemias. A su entender, se trataba sencillamente de la ingenua esperanza que abrigaron la mayoría de los presos de ser liberados por las fiestas navideñas. Según se acercaba esa fecha, y al no recibir ninguna noticia alentadora, los prisioneros perdieron su valor y les venció el desaliento. Muchos de ellos murieron al debilitarse su capacidad de resistencia. Ya advertimos“
„El toreo es probablemente la riqueza poética y vital de España, increíblemente desaprovechada por los escritores y artistas, debido principalmente a una falsa educación pedagógica que nos han dado y que hemos sido los hombres de mi generación los primeros en rechazar. Creo que los toros es la fiesta más culta que hay en el mundo.“
„Creo que los toros es la fiesta más culta que hay en el mundo. Es el drama puro en que el cual el español derrama sus mejores lágrimas y su bilis. Es el único sitio a donde se va con la seguridad de ver la muerte rodeada de la más deslumbradora belleza (…)“
„Quiero agradecerles por hacer esta fiesta necesaria.“
„La Historia de su ciudad se le convierte en la suya propia; él comprende la muralla, la puerta almenada, el concejo municipal la fiesta mayor como una crónica ilustrada de su propia juventud y en todo esto vuelve a encontrarse a sí mismo, a encontrar su propia fuerza y diligencia y placer y juicio e insensatez y vicio.“
„La amenaza ovniConvendría recordar igualmente que cuando hablamos de ¨vida¨ en otros planetas, nos referimos casi siempre a los aminoácidos, que nunca son muy sociables, no si quiera en las fiestas.“
„Se dice que era un mago del arpa. En la llanura de Colombia no había ninguna fiesta sin él. Para que la fiesta fuese fiesta, Mesé Figueredo tenía que estar allí con sus dedos bailadores que alegraban los aires y alborotaban las piernas. Una noche, en un sendero perdido, fue asaltado por unos ladrones. Iba Mesé Figueredo de camino a unas bodas, él encima de una mula, encima de la otra su arpa, cuando unos ladrones se le echaron encima y lo molieron a palos. A la mañana siguiente, alguien lo encontró. Estaba tendido en el camino, un trapo sucio de barro y sangre, más muerto que vivo. Y entonces aquella piltrafa dijo con un hilo de voz: –Se llevaron las mulas —y dijo también—: se llevaron el arpa —y, tomando aliento, rio—: ¡pero no se han podido llevar la música!“
„Siempre es bueno salirse en lo mejor de la fiesta.“
„Una vida, la suya, que tal vez algún día acabara por pasarle la factura de modo implacable, toc, toc, toc, señor Falcó, le toca a usted abonar los gastos. Hasta aquí hemos llegado. Fin de la fiesta. En“
„He visto arder la biblioteca de Sarajevo, he visto tipos muy poderosos hoy, que al día siguiente pedían de rodillas que no les matasen, he visto mujeres bellísimas, que eran las reinas de la fiesta, prostituirse al cabo de un mes por un paquete de cigarros. Y cuando uno ha visto esas cosas, las tienes en la memoria y con ellas escribes novelas, te das cuenta de que la posteridad importa muy poco.“
„Si tienes un gato y una pierna, tienes a un gato feliz. Si tienes un gato y dos piernas, tienes una fiesta.“
„¡Oh noche! ¡Oh refrescantes tinieblas! ¡Sois para mí señal de fiesta interior, sois liberación de una angustia! ¡En la soledad de las llanuras, en los laberintos pedregosos de una capital, centelleo de estrellas, explosión de linternas, sois el fuego de artificio de la diosa Libertad!¡Crepúsculo, cuán dulce y tierno eres! Los resplandores sonrosados que se arrastran aún por el horizonte, como agonizar del día bajo la opresión victoriosa de su noche, las almas de los candelabros que ponen manchas de un rojo opaco en las últimas glorias del Poniente, los pesados cortinajes que corro una mano invisible de las profundidades del Oriente, inician todos los sentimientos complicados que luchan dentro del corazón del hombre en las horas solemnes de la vida.“
„»En verdad, querida, me molestáis sin tasa y compasión; diríase, al oíros suspirar, que padecéis más que las espigadoras sexagenarias y las viejas pordioseras que van recogiendo mendrugos de pan a las puertas de las tabernas.»Si vuestros suspiros expresaran siquiera remordimiento, algún honor os harían; pero no traducen sino la saciedad del bienestar y el agobio del descanso. Y, además, no cesáis de verteros en palabras inútiles: ¡Quiéreme! ¡Lo necesito «tanto»! ¡Consuélame por aquí, acaríciame por «allá»! Mirad: voy a intentar curaros; quizá por dos sueldos encontremos el modo, en mitad de una fiesta y sin alejarnos mucho.»Contemplemos bien, os lo ruego, esta sólida jaula de hierro tras de la cual se agita, aullando como un condenado, sacudiendo los barrotes como un orangután exasperado por el destierro, imitando a la perfección ya los brincos circulares del tigre, ya los estúpidos balanceos del oso blanco, ese monstruo hirsuto cuya forma imita asaz vagamente la vuestra.»Ese monstruo es un animal de aquéllos a quienes se suelen llamar “¡ángel mío!”, es decir, una mujer. El monstruo aquél, el que grita a voz en cuello, con un garrote en la mano, es su marido. Ha encadenado a su mujer legítima como a un animal, y la va enseñando por las barriadas, los días de feria, con licencia de los magistrados; no faltaba más.¡Fijaos bien! Veis con qué veracidad —¡acaso no simulada!— destroza conejos vivos y volátiles chillones, que su cornac le arroja. “Vaya —dice éste—, no hay que comérselo todo en un día”; y tras las prudentes palabras le arranca cruelmente la presa, dejando un instante prendida la madeja de los desperdicios a los dientes de la bestia feroz, quiero decir de la mujer.“
„La fiesta del día de Acción de Gracias es una típica fiesta estadounidense… la opípara comida es un símbolo del hecho de que el consumo abundante es el resultado y el premio de la producción.“
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