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Relacionado con: grito
„Para acabar con las películas de terrorEl conde DráculaAsí pasa el tempo hasta que el alcalde, que ya no puede soportar la situación, abre de golpe la puerta del armario y grita: -¡Vamos, Drácula! Siempre pensé que usted era una persona sensata. ¡Déjese de locuras!“
„No se debe discutir con los adversarios; hay que atacarlos, callarlos a gritos o, si molestan demasiado, liquidarlos. El intelectual, moralmente remilgado, tal vez se escandalice de una cosa así. Pero las masas siempre están convencidas de que “el derecho está de parte del agresor activo”.“
„(La risa) es una reina que viene y va. No le pregunta a nadie, no elige los momentos adecuados (…), la Reina Risa viene a mi y me grita al oído: ¡Aquí estoy! ¡Aquí estoy!, hasta que la sangre regresa y trae a mis mejillas un poco de la luz del sol que siempre lleva consigo.“
„La novia no vio el esqueleto deforme flotar en la superficie del contenedor abierto. Huesos manchados de sangre. Unas fauces se contorsionaron hasta producir un grito ahogado. Ojos hundidos mirando, buscando. Los recuerdos y el terror lo hicieron flotar. La fuerza de voluntad lo hizo flotar. Tap tap tap. Como teclas de una máquina de escribir.“
„Tu lanza con confianza (al pitcher) y yo me encargo del resto, quien quita y el de atrás (el umpire) pegue el grito.“
„Occidente grita: “¡Ven aquí, aquí estoy yo! ¡Mírame! ¡Escucha cuánto puedo sufrir y amar! ¡Cuán deprimido y feliz puedo ser! ¡Yo! ¡Yo! ¡Yo! ¡Yo!” Y el Este no dice nada sobre sí mismo. Disuelto completamente en Dios, en la Naturaleza, en el Tiempo, recuperándose a sí mismo de nuevo en cada cosa. Capaz de descubrir todo en sí mismo.“
„Considero a Berlín como los testículos de occidente, cuando quiero que occidente grite, aprieto a Berlín.“
„Y podemos decirlo con valentía. Preferimos, desde luego, un régimen soviético al predominio imbécil de la patrulla del morrión. Si no creyéramos con firmeza que triunfará hoy en Occidente –y particularmente en España– el espíritu nacional y social que propugnamos, nosotros desertaríamos. A los gritos huecos y a las majaderías solapadas de la mediocridad liberaloide preferimos el sacrificio heroico del comunista, que por lo menos se encara con el presente y trata de realizar su vida del mejor modo que puede.“
„«En lugar de enseñarle a tu hija a agradar, enséñale a ser sincera. Y amable. Y valiente. Anímala a decir lo que piensa, a decir lo que opina en realidad, a decir la verdad. […] Dile que, si algo la incomoda, se queje, grite.»“
„Hemos perdido el sentido de la responsabilidad fraterna. La cultura del bienestar nos hace insensibles a los gritos de los demás. Hemos caído en la globalización de la indiferencia.“
„Perdona, Cristo, con Tu silencio divino la violencia de mi grito humano.“
„Los soldados británicos en las trece estados lanzaron un grito/De angustia; echaron sus espadas y mosquetes al suelo y abandonaron sus campamentos…“
„¿Por qué lloras, mamá? –preguntó el niño, despertando por completo, ¿Por qué lloras, mamá? –gritó con voz quejumbrosa. –No lloraré más. Lloro de alegría. ¡Hace tanto que no te he visto!“
„Stepán Arkádich había podido permanecer sereno pensando en su mujer, había podido esperar que todo se arreglara, como decía Matvièi, había podido leer el diario tranquilamente y tomar su café, pero cuando vio aquel semblante descompuesto por el sufrimiento, cuando oyó aquel grito desesperado y rendido frente al destino, se le paró la respiración como si algo le obstruyera la garganta y sus ojos se llenaron de lágrimas.“
„Desapareció la luna y empezó a clarear el día. Habían terminado ya la primera tanda cuando el hijo mayor, Akim, en pelliza corta y gorro, se acercó a los que trabajaban.-¡Tú sí que te lo tomas con calma! -le gritó el padre, dejando de golpear y apoyándose en el mayal.-Tenía que atender a los caballos.-¡Atender a los caballos! -dijo el padre remedándole- La vieja cuidará de eso. Tú coge un mayal. Te estás poniendo demasiado gordo. ¡Borrachín!-¿Eres tú el que me pagas la bebida? -gruñó el hijo.-¿Qué? -dijo el padre, frunciendo el ceño y blandiendo el mayal con aire de amenaza.El hijo, sin decir palabra, cogió el mayal y la faena se reanudó.“
„Les grité bien fuerte lo que yo creía acerca de todo lo que ellos hacían, evidentenmente les cayó muy mal… Y así es que me echaron del cuartel general.“
„le gustan los gatos!”, gritó el ratón con voz apasionada y penetrante. “¿Te gustarían los gatos si fueses yo?” “Bueno, puede que no”, dijo Alicia en tono conciliador: “no se enoje. Y así y todo me encantaría presentarle a nuestra gata Dinah. Si sólo la viera, creo que le tomaría cariño a los gatos.“
„Vendrá la muerte y tendrá tus ojosesta muerte que nos acompañade la mañana a la noche, insomne,sorda, como un viejo remordimientoo un vicio absurdo. Tus ojosserán una palabra vana,un grito acallado, un silencio.Así los ves cada mañanacuando te inclinas sola ante el espejo.Oh querida esperanzatambién nosotros aquel díasabremos que eres la vida y eres la nada!La muerte tiene una mirada para todos.Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.será como abandonar un vicio,como ver que emerge de nuevoun rostro muerto en el espejo,como escuchar un labio cerrado.Descenderemos, mudos, al abismo.“
„«¡Oh, mentes candorosas!»Para que no se olvide el tema capital,por doquier hemos visto sin haberlo buscado,de lo excelso a lo bajo de la escala fatal,el tedioso espectáculo del inmortal pecado:»la mujer, vil esclava, estulta y orgullosa,que adorándose ríe y se adora bestial;el hombre, ávido déspota de alma licenciosa,esclavo de la esclava y afluente de albañal;»el verdugo gozoso, el mártir sollozante;el festín que sazona el alma y la perfuma;veneno del poder del tirano exultante,y el pueblo, fiel al látigo que lo humilla y abruma;»religiones que se asemejan a la nuestra,odas en pos del cielo; la pura Santidad,tal en lecho de pluma un gazmoño se muestra,buscando en el cilicio la voluptuosidad;»la Humanidad locuaz, que en su genio porfíay loca, hoy como antes, con la luz por testigo,grita a Dios, en su colérica agonía:“Oh tú, mi semejante, maestro, ¡te maldigo!”.“
„»En verdad, querida, me molestáis sin tasa y compasión; diríase, al oíros suspirar, que padecéis más que las espigadoras sexagenarias y las viejas pordioseras que van recogiendo mendrugos de pan a las puertas de las tabernas.»Si vuestros suspiros expresaran siquiera remordimiento, algún honor os harían; pero no traducen sino la saciedad del bienestar y el agobio del descanso. Y, además, no cesáis de verteros en palabras inútiles: ¡Quiéreme! ¡Lo necesito «tanto»! ¡Consuélame por aquí, acaríciame por «allá»! Mirad: voy a intentar curaros; quizá por dos sueldos encontremos el modo, en mitad de una fiesta y sin alejarnos mucho.»Contemplemos bien, os lo ruego, esta sólida jaula de hierro tras de la cual se agita, aullando como un condenado, sacudiendo los barrotes como un orangután exasperado por el destierro, imitando a la perfección ya los brincos circulares del tigre, ya los estúpidos balanceos del oso blanco, ese monstruo hirsuto cuya forma imita asaz vagamente la vuestra.»Ese monstruo es un animal de aquéllos a quienes se suelen llamar “¡ángel mío!”, es decir, una mujer. El monstruo aquél, el que grita a voz en cuello, con un garrote en la mano, es su marido. Ha encadenado a su mujer legítima como a un animal, y la va enseñando por las barriadas, los días de feria, con licencia de los magistrados; no faltaba más.¡Fijaos bien! Veis con qué veracidad —¡acaso no simulada!— destroza conejos vivos y volátiles chillones, que su cornac le arroja. “Vaya —dice éste—, no hay que comérselo todo en un día”; y tras las prudentes palabras le arranca cruelmente la presa, dejando un instante prendida la madeja de los desperdicios a los dientes de la bestia feroz, quiero decir de la mujer.“
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