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„Hacía avanzar la canción despacio, pero no pesadamente. La tocaba con la lentitud de un beso lujurioso. Y no es que en esa época de mi vida yo supiera mucho de besos. Pero viéndola allí de pie, con los brazos alrededor del arpa, concentrada, con los ojos entrecerrados y los labios ligeramente fruncidos, supe que quería que algún día me besaran con ese cuidado lento y deliberado.“
„Tocaba despacio, casi con majestuosidad. Mucha gente cree que la velocidad es lo que distingue a un buen músico. Es comprensible. Lo que Marie había hecho en el Eolio era asombroso. Pero la velocidad a la que puedas marcar la digitación de las notas no es lo más importante de la música. La verdadera clave es el ritmo.Es como contar un chiste. Cualquiera puede recordar las palabras. Cualquiera puede repetirlo. Pero para hacer reír necesitas algo más. Contar un chiste más deprisa no lo hace más gracioso. Como ocurre con muchas cosas, es mejor vacilar que precipitarse.Por eso hay tan pocos músicos buenos de verdad. Mucha gente sabe cantar o arrancarle una canción a un violín. Una caja de música puede tocar una canción impecablemente, una y otra vez. Pero no basta con saber las notas. Tienes que saber cómo tocarlas. La velocidad se adquiere con el tiempo y la práctica, pero el ritmo es algo con lo que se nace. Lo tienes o no lo tienes.Denna lo tenía. Hacía avanzar la canción despacio, pero no pesadamente. La tocaba con la lentitud de un beso lujurioso. Y no es que en esa época de mi vida yo supiera mucho de besos. Pero viéndola allí de pie, con los brazos alrededor del arpa, concentrada, con los ojos entrecerrados y los labios ligeramente fruncidos, supe que quería que algún día me besaran con ese cuidado lento y deliberado.Además, Denna era hermosa. Supongo que a nadie le extrañará que sienta debilidad por las mujeres por cuyas venas corre la música. Pero mientras Denna tocaba, la vi por primera vez ese día. Hasta entonces me habían distraído su peinado, diferente, y el corte de su vestido. Pero viéndola tocar, todo eso desapareció de mi vista.Me estoy yendo por las ramas. Baste decir que Denna tocaba de forma admirable, aunque era evidente que todavía tenía mucho que aprender. Le fallaron algunas notas, pero no las rechazó ni se estremeció. Como dicen, un joyero sabe reconocer la gema en bruto. Y yo lo soy. Y ella lo era. Bueno.“
„En su Teofanía, Teccam habla de los secretos y los llama «tesoros dolorosos de la mente». Explica que lo que la mayoría de la gente considera secretos no lo son en realidad. Los misterios, por ejemplo, no son secretos. Tampoco lo son los hechos poco conocidos ni las verdades olvidadas. Un secreto, explica Teccam, es un conocimiento cierto activamente ocultado.Los filósofos llevan siglos cuestionando su definición. Señalan los problemas lógicos, las lagunas, las excepciones. Pero en todo este tiempo ninguno ha conseguido presentar una definición mejor. Quizá eso nos aporte más información que todas las objeciones juntas.En un capítulo posterior, menos conocido y menos discutido, Teccam expone que existen dos tipos de secretos. Hay secretos de la boca y secretos del corazón.La mayoría de los secretos son secretos de la boca. Chismes compartidos y pequeños escándalos susurrados. Esos secretos ansían liberarse por el mundo. Un secreto de la boca es como una china metida en la bota. Al principio apenas la notas. Luego se vuelve molesta, y al final, insoportable. Los secretos de la boca crecen cuanto más los guardas, y se hinchan hasta presionar contra tus labios. Luchan para que los liberes.Los secretos del corazón son diferentes. Son íntimos y dolorosos, y queremos, ante todo, escondérselos al mundo. No se hinchan ni presionan buscando una salida. Moran en el corazón, y cuanto más se los guarda, más pesados se vuelven.Teccam sostiene que es mejor tener la boca llena de veneno que un secreto del corazón. Cualquier idiota sabe escupir el veneno, dice, pero nosotros guardamos esos tesoros dolorosos. Tragamos para contenerlos todos los días, obligándolos a permanecer en lo más profundo de nosotros. Allí se quedan, volviéndose cada vez más pesados, enconándose. Con el tiempo, no pueden evitar aplastar el corazón que los contiene.Los filósofos modernos desprecian a Teccam, pero son buitres picoteando los huesos de un gigante. Cuestionad cuanto queráis: Teccam entendía la forma del mundo.“
„Una mano pequeña y fría me acarició la mejilla.—No pasa nada —dijo Auri en voz baja—. Ven aquí.Empecé a llorar en silencio, y ella deshizo con cuidado el apretado nudo de mi cuerpo hasta que mi cabeza reposó en su regazo. Empezó a murmurar, apartándome el cabello de la frente; yo notaba el frío de sus manos contra la ardiente piel de mi cara.—Ya lo sé —dijo con tristeza—. A veces es muy duro, ¿verdad?Me acarició el cabello con ternura, y mi llanto se intensificó. No recordaba la última vez que alguien me había tocado con cariño.—Ya lo sé —repitió—. Tienes una piedra en el corazón, y hay días en que pesa tanto que no se puede hacer nada. Pero no deberías pasarlo solo. Deberías haberme avisado. Yo lo entiendo.Contraje todo el cuerpo y de pronto volví a notar aquel sabor a ciruela.—La echo de menos —dije sin darme cuenta. Antes de que pudiera agregar algo más, apreté los dientes y sacudí la cabeza con furia, como un caballo que intenta liberarse de las riendas.—Puedes decirlo —dijo Auri con ternura.Volví a sacudir la cabeza, noté sabor a ciruela, y de pronto las palabras empezaron a brotar de mis labios.—Decía que aprendí a cantar antes que a hablar. Decía que cuando yo era un crío ella tarareaba mientras me tenía en brazos. No me cantaba una canción; solo era una tercera descendente. Un sonido tranquilizador. Y un día me estaba paseando alrededor del campamento y oyó que yo le devolvía el eco. Dos octavas más arriba. Una tercera aguda y diminuta. Decía que aquella fue mi primera canción.—Nos la cantábamos el uno al otro. Durante años. —Se me hizo un nudo en la garganta y apreté los dientes.—Puedes decirlo —dijo Auri en voz baja—. No pasa nada si lo dices.—Nunca volveré a verla —conseguí decir. Y me puse a llorar a lágrima viva.—No pasa nada —dijo Auri—. Estoy aquí. Estás a salvo.“
„¿Por qué traspasan ustedes también el mandamiento de Dios a causa de su tradición? […] Y así ustedes han invalidado la palabra de Dios a causa de su tradición. 7 Hipócritas, aptamente profetizó de ustedes Isaías, cuando dijo: 8 ‘Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está muy alejado de mí’. 9 En vano siguen adorándome, porque enseñan mandatos de hombres como doctrinas.“
„Se de aquel sendero que lleva a tus labios por cualquier lugar“
„Te quitabas la faja de la cintura, te arrancabas las sandalias, tirabas a un rincón tu amplia falda, de algodón, me parece, y te soltabas el nudo que te retenía el pelo en una cola. Tenías la piel erizada y te reías. Estábamos tan próximos que no podíamos vernos, ambos absortos en este rito urgente, envueltos en el calor y el olor que hacíamos juntos. Me abría paso por tus caminos, mis manos en tu cintura encabritada y las tuyas impacientes. Te deslizabas, me recorrías, me trepabas, me envolvías con tus piernas invencibles, me decías mil veces ven con los labios sobre los míos“
„El ardor de ese beso no los abandonó en muchos días y llenó de fantasmas delicados sus noches, dejando su recuerdo en la piel, como una quemadura. La alegría de ese encuentro los transportaba levitando por la calle, los impulsaba a reír sin causa aparente, los despertaba sobresaltados en la mitad de un sueño. Se tocaban los labios con las puntas de los dedos y evocaban exactamente la forma de la boca del otro.“
„Todo desapareció a su alrededor y sólo tuvieron consciencia de sus labios unidos tomando y recibiendo. En verdad apenas fue un beso, la sugerencia de un contacto esperado e inevitable, pero ambos estaban seguros de que ése sería el único beso que pudieran recordar hasta el fin de sus días y de todas las caricias la única en dejar una huella certera en sus nostalgias. Supieron que dentro de años todavía podrían evocar con presión el contacto húmedo y cálido de sus labios, el olor a pasto fresco y la tormentosa sensación de sus espíritus.“
„Aunque me falte zalameríay labia para hablar sin cumplir lo dicho,aunque mis obras precedan siemprea mis palabras, haced saberque no es baldón, crimen ni vicio,lujuria desatada o deshonra algunala que me priva de vuestro favor,sino una pobreza que me hace rica,la de ojo interesado y lenguaque adula. Me alegra no tenerlos,aunque su falta me arrebate vuestra gracia.“
„Déjame que el enlace de dos almas fielesNo admita impedimentos.No es amor el amorQue cambia cuando un cambio encuentra,O que se adapta con el distanciamiento a distanciarse.¡Oh, no!, es un faro eternamente fijoque desafía a las tempestades sin nunca estremecerse;es la estrella para todo barco sin rumbo,cuya valía se desconoce, aun tomando su altura.No es amor bufón del Tiempo, aunque los rosados labiosY mejillas corva guadaña sigan:El amor no varía con sus breves horas y semanas,Sino que se afianza incluso hasta en el borde del abismo.Si esto es erróneo y se me puede probar,Yo nunca nada escribí, ni nadie nunca amó.“
„Yo seré un parque y tú serás mi venado.Aliméntate donde quieras, en la montaña o en el valle;Pace en mis labios, y si esas colinas están secas,Aléjate hacia abajo, donde hallan las fuentes agradables.“
„Si bien entiendo que el amor se sujeta al tiempo, veo que, al ponerse a prueba, también modera el tiempo de la chispa y el fuego de su ardor. En la misma llama del amor vive una especie de pabilo o pavesa que acaba por debilitarla. Nada existe que se mantenga constante en el mismo grado de bondad, pues esta, creciendo hasta la plétora, muere en su propio exceso. Lo que quisiéramos hacer, deberíamos hacerlo en el acto de quererlo, porque ese «querer» cambia y sufre tantas menguas y aplazamientos cuantos son los labios, las manos y las circunstancias por que atraviesa, y entonces ese «deber» vuélvase una especie de suspiro disipador, que hace daño al exhalarlo.“
„¡Ah, por fin conmigo! Muere luego y vive antes;revive con besos. Si tal poder tuvieran,yo mis labios gastaría besando.“
„¡Ay, amor mio, mi dueña! La muerte, que ha libado la miel de tu aliento, no ha podido arrebatarte todavia la belleza. Todavia no te ha conquistado. Aun destaca en tus labios y tus mejillas la lozana enseña roja de la hermosura, no la blanca, que la muerte aun no ha podido plantar en ellos“
„La unión de dos almas sincerasno admite impedimentos.No es amor el amorque se transforma con el cambio,o se aleja con la distancia.¡Oh, no! Es un faro siempre firme,que desafía a las tempestades sin estremecerse.Es la estrella para el navio a la deriva,de valor incalculable, aunque se mída su altura.No es amor bufón del tiempo, aunque los rosados labios ymejillas caigan bajo el golpe de su guadaña.El amor no se altera con sus breves horas y semanas,sino que se afianza incluso hasta en el borde del abismo.Sí estoy equivocado y se demuestra,yo nunca nada escribí, y nadie jamás amó.“
„Todavía tengo el beso de Walt Whitman en el labio.“
„Se mordió los labios y por unos instantes sus ojos se llenaron de tristeza. Aunque, después de todo, ¿a él qué más le daba? La vida es demasiado corta para cargar con el peso de los errores ajenos. Cada persona gastaba su propia vida y pagaba su precio por vivirla. Lo único lamentable era que por una sola falta hubiera que pagar tantas veces. Que hubiera, efectivamente, que pagar y volver a pagar y seguir pagando. En sus tratos con los seres humanos, el Destino nunca cerraba las cuentas.“
„Una rosa se despertó en su sangre y ensombreció sus mejillas. Un agitado aliento separó los pétalos de sus labios, que temblaron. Sobre ella sopló algún viento sur de pasión y movió los delicados pliegos de su vestido“
„Porque posee usted la más maravillosa juventud, y la juventud es lo más precioso que se puede poseer.–No lo siento yo así, lord Henry.–No; no lo siente ahora. Pero algún día, cuando sea viejo y feo y esté lleno de arrugas, cuando los pensamientos le hayan marcado la frente con sus pliegues y la pasión le haya quemado los labios con sus odiosas brasas, lo sentirá, y lo sentirá terriblemente. Ahora, dondequiera que vaya, seduce a todo el mundo. ¿Será siempre así?… Posee usted un rostro extraordinariamente agraciado, señor Gray. No frunza el ceño. Es cierto. Y la belleza es una manifestación de genio; está incluso por encima del genio, puesto que no necesita explicación. Es uno de los grandes dones de la naturaleza, como la luz del sol, o la primavera, o el reflejo en aguas oscuras de esa concha de plata a la que llamamos luna. No admite discusión. Tiene un derecho divino de soberanía. Convierte en príncipes a quienes la poseen. ¿Se sonríe? ¡Ah! Cuando la haya perdido no sonreirá… La gente dice a veces que la belleza es sólo superficial. Tal vez. Pero, al menos, no es tan superficial como el pensamiento. Para mí la belleza es la maravilla de las maravillas. Tan sólo las personas superficiales no juzgan por las apariencias. El verdadero misterio del mundo es lo visible, no lo que no se ve… Sí, señor Gray, los dioses han sido buenos con usted. Pero lo que los dioses dan, también lo quitan, y muy pronto. Sólo dispone de unos pocos años en los que vivir de verdad, perfectamente y con plenitud. Cuando se le acabe la juventud desaparecerá la belleza, y entonces descubrirá de repente que ya no le quedan más triunfos, o habrá de contentarse con unos triunfos insignificantes que el recuerdo de su pasado esplendor hará más amargos que las derrotas. Cada mes que expira lo acerca un poco más a algo terrible. El tiempo tiene celos de usted, y lucha contra sus lirios y sus rosas. Se volverá cetrino, se le hundirán las mejillas y sus ojos perderán el brillo. Sufrirá horriblemente… ¡Ah! Disfrute plenamente de la juventud mientras la posee. No despilfarre el oro de sus días escuchando a gente aburrida, tratando de redimir a los fracasados sin esperanza, ni entregando su vida a los ignorantes, los anodinos y los vulgares. Ésos son los objetivos enfermizos, las falsas ideas de nuestra época. ¡Viva! ¡Viva la vida maravillosa que le pertenece! No deje que nada se pierda. Esté siempre a la busca de nuevas sensaciones. No tenga miedo de nada… Un nuevo hedonismo: eso es lo que nuestro siglo necesita. Usted puede ser su símbolo visible. Dada su personalidad, no hay nada que no pueda hacer. El mundo le pertenece durante una temporada… En el momento en que lo he visto he comprendido que no se daba usted cuenta en absoluto de lo que realmente es, de lo que realmente puede ser. Había en usted tantas cosas que me encantaban que he sentido la necesidad de hablarle un poco de usted. He pensado en la tragedia que sería malgastar lo que posee. Porque su juventud no durará mucho, demasiado poco, a decir verdad. Las flores sencillas del campo se marchitan, pero florecen de nuevo. Las flores del codeso serán tan amarillas el próximo junio como ahora. Dentro de un mes habrá estrellas moradas en las clemátides y, año tras año, la verde noche de sus hojas sostendrá sus flores moradas. Pero nosotros nunca recuperamos nuestra juventud. El pulso alegre que late en nosotros cuando tenemos veinte años se vuelve perezoso con el paso del tiempo. Nos fallan las extremidades, nuestros sentidos se deterioran. Nos convertimos en espantosas marionetas, obsesionados por el recuerdo de las pasiones que nos asustaron en demasía, y el de las exquisitas tentaciones a las que no tuvimos el valor de sucumbir. ¡Juventud! ¡Juventud! ¡No hay absolutamente nada en el mundo excepto la juventud!“
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