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Relacionado con: mujer
„De todas las mujeres que conocí en el mundo vivo, ninguna produjo en mí el efecto que Enid. La impresión fue tan fuerte que la imagen y el recuerdo mismo de todas las mujeres se borró. En mi alma se hizo de noche, donde se alzó un solo astro imperecedero: Enid. La sola posibilidad de que sus ojos llegaran a mirarme sin indiferencia, deteníame bruscamente el corazón. Y ante la idea de que alguna vez podía ser mía, la mandíbula me temblaba.“
„Era sobre todo, una belleza para hombres, sin ser en lo más mínimo provocatica; y esto es precisamente lo que no entenderán nunca las mujeres.“
„«¡Oh, mentes candorosas!»Para que no se olvide el tema capital,por doquier hemos visto sin haberlo buscado,de lo excelso a lo bajo de la escala fatal,el tedioso espectáculo del inmortal pecado:»la mujer, vil esclava, estulta y orgullosa,que adorándose ríe y se adora bestial;el hombre, ávido déspota de alma licenciosa,esclavo de la esclava y afluente de albañal;»el verdugo gozoso, el mártir sollozante;el festín que sazona el alma y la perfuma;veneno del poder del tirano exultante,y el pueblo, fiel al látigo que lo humilla y abruma;»religiones que se asemejan a la nuestra,odas en pos del cielo; la pura Santidad,tal en lecho de pluma un gazmoño se muestra,buscando en el cilicio la voluptuosidad;»la Humanidad locuaz, que en su genio porfíay loca, hoy como antes, con la luz por testigo,grita a Dios, en su colérica agonía:“Oh tú, mi semejante, maestro, ¡te maldigo!”.“
„Hay mujeres que inspiran deseos de vencerlas o de gozarlas; pero ésta infunde el deseo de morir lentamente ante sus ojos.“
„»En verdad, querida, me molestáis sin tasa y compasión; diríase, al oíros suspirar, que padecéis más que las espigadoras sexagenarias y las viejas pordioseras que van recogiendo mendrugos de pan a las puertas de las tabernas.»Si vuestros suspiros expresaran siquiera remordimiento, algún honor os harían; pero no traducen sino la saciedad del bienestar y el agobio del descanso. Y, además, no cesáis de verteros en palabras inútiles: ¡Quiéreme! ¡Lo necesito «tanto»! ¡Consuélame por aquí, acaríciame por «allá»! Mirad: voy a intentar curaros; quizá por dos sueldos encontremos el modo, en mitad de una fiesta y sin alejarnos mucho.»Contemplemos bien, os lo ruego, esta sólida jaula de hierro tras de la cual se agita, aullando como un condenado, sacudiendo los barrotes como un orangután exasperado por el destierro, imitando a la perfección ya los brincos circulares del tigre, ya los estúpidos balanceos del oso blanco, ese monstruo hirsuto cuya forma imita asaz vagamente la vuestra.»Ese monstruo es un animal de aquéllos a quienes se suelen llamar “¡ángel mío!”, es decir, una mujer. El monstruo aquél, el que grita a voz en cuello, con un garrote en la mano, es su marido. Ha encadenado a su mujer legítima como a un animal, y la va enseñando por las barriadas, los días de feria, con licencia de los magistrados; no faltaba más.¡Fijaos bien! Veis con qué veracidad —¡acaso no simulada!— destroza conejos vivos y volátiles chillones, que su cornac le arroja. “Vaya —dice éste—, no hay que comérselo todo en un día”; y tras las prudentes palabras le arranca cruelmente la presa, dejando un instante prendida la madeja de los desperdicios a los dientes de la bestia feroz, quiero decir de la mujer.“
„El Demonio se agita sin cesar a mi lado,flota a mi alrededor como un aire impalpable;lo respiro y siento que quema mis pulmones,llenándolos de un ansia sempiterna y culpable.Sabiendo lo mucho que amo el Arte,toma a veces la forma de la mujer más seductora,y con especiales e hipócritas pretextosacostumbra mis labios a filtros degradantes.Lejos de la vista de Dios, así me lleva,jadeante y deshecho de cansancio,al centro de los llanos del tedio, profundos y desiertos,y arroja ante mis ojos llenos de confusiónvestiduras manchadas, heridas entreabiertas,y el sangriento aparato que implica Destrucción.“
„La mujer, entre tanto, retorciéndoseigual que una serpiente en las brasas,y amasándose los pechos por encimade las ballenas del corsédejaba deslizar de su boca de fresaestas palabras impregnadas de almizcle:—«Tengo los labios húmedos y conozco la cienciade perder en una cama la antigua conciencia.Seco todas las lágrimas en mis pechos triunfantesy hago que los viejos se rían con risas infantiles.¡Para quien me ve desnuda y sin velos, sustituyoa la luna, al sol, al cielo y a las estrellas!Cuando aprisiono a un hombre en mis temidos brazos,o cuando abandono mi busto a los mordiscos,tímida y libertina, frágil y robusta,soy, mi querido sabio, tan experta en deleitesque sobre ese colchón que se desmaya de emoción,¡los ángeles importantes se condenarían por mí!»Cuando me hubo chupado toda la médula de los huesos,y me volví hacia ella con languidezpara darle un beso de amor, ¡no vi másque un odre de flancos viscosos, rebosante de pus!En mi helado terror, cerré los ojos,y cuando volví a abrirlos a la viva claridad,a mi lado, en lugar del fuerte maniquíque parecía haber hecho provisión de sangreentrechocaban en confusión unos restos de esqueleto,que producían un grito como el de una veletao el de un cartel que, en la punta de una vara de hierro,el viento balancea en las noches de invierno.“
„El mejor control de natalidad sería que las mujeres pusieran huevos. Que quieres tener un hijo, se incuba; que no se quiere tener, te haces un huevo frito.“
„El hombre desciende del mono. La mujer de la mona.“
„Mi esposa es mi más fiel y sigiloso confidente en todos mis pasos, valen más nuestras mujeres que nuestros hombres para la revolución.“
„Mi familia era insultada […] Don Santiago Bueras en Rancagua, entró acompañado de tres oficiales a insultar a mi mujer, con las más infames expresiones y muy propias para prostitutas. Éstas y otras infinitas pruebas de bajeza con que procedían mis enemigos me provocaban a la venganza, y me habría sido muy dulce destruir unos hombres tan perjudiciales; pero temí que el enemigo, aprovechando los momentos de discordia, hubiese triunfado. Nada era el sacrificio de nuestras personas por la salud de la Patria.“
„Siento desprecio hacia ti, pero esto no es nada comparado con lo que siento haci mí mismo. No te amo, ni nunca he amado a nadie. Te deseé desde el primer momento en que te vi, del mismo modo que se desea una mujer fácil, por el mismo motivo y propósito. Pasé dos años reprochándomelo por creer que te encontrabas por encima de anhelos semejantes. Pero no. Eres un animal tan vil como yo. Debería despreciar el haberlo descubierto. Ayer habría matado a quien pretendiera insinuar que eras capaz de esto. Hoy daría mi vida para que no sucediera de otro modo; para que siguieras siendo la clase de perra que eres. Toda la grandeza que veía en ti, no la cambiaría por la obsenidad de tu comportamiento. Tú y yo éramos dos grandes seres, orgullosos de nuestra fuerza, ¿verdad? Pues bien, esto es todo cuanto queda de nosotros y no quiero engañarme respecto a ello.“
„Si a una mujer bonita le dices que lo es, ¿qué le has dado? No has hecho más que expresar algo cierto que nada te costó. Pero si a una mujer fea le dices que es bonita, le ofreces el inmenso homenaje de corromper el concepto de la belleza. Amar a una mujer por sus virtudes carece de significado, se lo merece y es un pago y no un regalo; pero amarla por sus defectos es un auténtico presente que ella no merece ni se ha ganado. Amarla por sus defectos es maltratar la virtud por su causa, y ello sí que significa un tributo real de amor, porque sacrificas tu conciencia, tu razón, tu integridad y tu valiosa estimación particular.“
„Obré así en nombre de mi piedad hacia la más despreciable mujer que conozco. También esto forma parte de su código y lo acepté. Creí que una persona debe a otra ciertos deberes, sin pedir nada a cambio. Creí que era mi deber amar a una mujer que no me daba nada; que traicionaba todo aquello por lo que yo vivía, que solicitaba su dicha al precio de la mía.“
„Su antepasado Sebastián d’Anconia había salido de España varios siglos atrás, en una época en que aquél era el país más poderoso del mundo, y aquel hombre era uno de sus personajes más orgullosos. Había tenido que marcharse cuando un alto funcionario de la Inquisición le había sugerido ciertos cambios en su manera de actuar durante una cena en la corte, y Sebastián d’Anconia le había arrojado un vaso de vino a la cara. Había logrado escapar, dejando atrás su fortuna, sus fincas, su palacio de mármol y la mujer a la que amaba, y había partido hacia un nuevo mundo. Su primera propiedad en la Argentina fue una cabaña de madera a los pies de los Andes. El sol resplandecía como un faro sobre el escudo de plata de los d’Anconia, clavado sobre la puerta, mientras Sebastián d’Anconia excavaba la tierra en busca de cobre en su primera mina. Pasó varios años, pico en mano, rompiendo rocas desde el amanecer hasta la puesta del sol, con ayuda de unos cuantos aventureros, desertores del ejército español, convictos fugados e indígenas hambrientos. Quince años después de haber salido de España, Sebastián d’Anconia mandó buscar a la mujer que amaba y que lo estaba esperando. Al llegar, ella encontró el escudo de plata sobre la entrada de un palacio de mármol, en medio de un inmenso jardín, y, más lejos, las montañas estriadas por las rojas vetas del metal. La tomó en sus brazos para cruzar el umbral y a ella le pareció más joven que cuando lo había visto por última vez.“
„El resto comprendía a una mujer que en sus libros nunca había usado mayúsculas; a un hombre que no empleaba comas; a un joven que había escrito una novela de mil páginas sin utilizar una sola letra “o”; y otro que escribía poemas que no rimaban ni tenían ritmo; un barbudo que era sofisticado y lo probaba utilizando una palabra impublicable, de cuatro letras, en cada página de sus manuscritos de diez hojas; una mujer que imitaba a Lois Cook, aunque su estilo era aún menos claro y cuando se le pedían explicaciones, manifestaba que era el modo en que veía la vida, quebrada por el prisma de su subconsciente.“
„¿Con tu amante? -preguntó ella, sonrriendo. Vio un destello de dolor en sus ojos y lamentó desesperadamente haberlo dicho. -Con… una mujer -contestó“
„El aire estará demasiado cargado de algo. Tu cuerpo siempre estará dolorido o demasiado cansado. Tu padre, demasiado borracho. Tu mujer será demasiado fría. Siempre tendrás alguna excusa para no vivir tu vida.“
„Es curioso cómo nunca piensas en las mujeres que has tenido. Siempre son los que se escapan lo que no puedes olvidar.“
„Vamos, princesa Princesa —dice Seth—. La noche ya no es tan joven.Y quiero a Seth muerto. Peor que muerto. Lo quiero gordo, hinchado de líquidos, inseguro y emocional. Si Seth no me desea, yo quiero no desearlo.—Si viene la policía o pasa cualquier cosa —me dice la luna—, todo el dinero está en mi neceser.El hombre al que quiero ya se ha marchado para calentar el coche.La mujer que me querrá siempre dice:—Que duermas bien. —Y cierra la puerta al salir.“
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