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Relacionado con: remedio
„Fabricáronles a muchos su grandeza sus malévolos. Más fiera es la lisonja que el odio, pues remedia éste eficazmente las tachas que aquélla disimula.“
„A pesar de toda mi labor pasada, si en el presente quiero vivir no tengo más remedio que dictar todas las mañanas durante cuatro o cinco horas y estrujarme el cerebro hasta que dé el último paso en esta vida.“
„No hay otro remedio para el amor que amar más.“
„Las autoridades árabes no tendrán más remedio que sobreponerse al «shock» de vernos frente a frente en la mesa de negociaciones, y no en el campo de batalla“
„Mamá se sujetaba ambas manos, apretándolas, y unas lágrimas limpias empezaban a rodarle por las mejillas. Mirándola, José quiso consolarla: esa es la guerra, doña; no hay remedio…O se mata o lo matan. Pero esas palabras ni a él le satisfacían porque bien claro se le veía el dolor.“
„¿Dónde está la salvación que, mortal, buscas? ¿De qué pediré perdón? No me importa, si en mi vida ni hay remedio ni entra Dios, me importa ser siempre yo, mis dioses colores son.“
„O comes o te comen, no hay más remedio.“
„… respecto al origen del mundo, si es que lo tuvo, no nos queda más remedio que aceptar que nunca sabremos cómo ocurrió y que Dios es una explicación necia que no explica nada pues es tan difícil imaginar la eternidad suya como la de la materia. Dios es la vuelta del bobo: lo postulamos para entender cuanto no entendemos, pero sin entenderlo a Él.“
„Los horizontes del amor son tan inmensos, que a veces no hay más remedio que aprender a perder y aceptar sin más lo que el corazón decida hacer.“
„No añadas a tus males un remedio peor que el mal.“
„Los celos son, de todas las enfermedades del espíritu, aquella a la cual más cosas sirven de alimento y ninguna de remedio.“
„No hay desierto como el vivir sin amigos; la amistad multiplica los bienes y reparte los males, es el único remedio contra la adversa fortuna, y un desahogo del alma.“
„Cuando uno ataca otro tiene que retroceder, no hay más remedio. La retirada, como todos saben, es la más difícil de las maniobras militares“
„El amor es el remedio contra todos los malos augurios.“
„He llegado a pensar que después de todo, la conciencia es simultáneamente nuestro cielo y nuestro infierno. El famoso Juicio Final, lo llevamos aquí, en el pecho. Todas las noches, sin ser conscientes de ello, enfrentamos un Juicio Final. Y es de acuerdo a su dictamen que podemos dormir tranquilos o revolcarnos en pesadillas. Somos juez y parte, fiscal y defensor, que mas remedio. Si nosotros mismos no sabemos condenarnos o absolvernos ¿Quién será capaz de hacerlo?…“
„No podemos escoger más que entre verdades irrespirables y supercherías saludables.Sólo las verdades que nos impiden vivir merecen el nombre de verdades, pues,superiores a las exigencias de los vivos, no condescienden a ser cómplices nuestros. Son verdades «inhumanas», verdades de vértigo que rechazamos porque nadie puede prescindir de apoyos disfrazados de slogans o de dioses. Lo triste es observar que son los iconoclastas, o aquellos que pretenden serlo, quienes en todas las épocas recurren con más frecuencia a la ficción y a la mentira. Muy enfermo debía de estar el mundo antiguo para necesitar un antídoto tan burdo como el que le administró el cristianismo. En la misma situación se encuentra el mundo moderno, a juzgar por los remedios de los que espera milagros. Epicuro, el menos fanático de los sabios, fue entonces y es todavía hoy el gran perdedor. Con asombro y hasta con espanto, oímos hablar a los hombres de liberar al Hombre. ¿Cómo podrían los esclavos liberar al Esclavo? ¿Y cómo creer que la historia -procesión de desatinos- podrá durar aún mucho tiempo? La hora de cierre sonará pronto en los jardines de todo el mundo.“
„Es difícil de precisar la fecha en que las iglesias llegarán a ser simples monumentos y el día en que las cruces, purificadas del símbolo de la sangre judaica, sonreirán inútilmente a la curiosidad estética. Hasta entonces, no tendremos más remedio que soportar en los retornos del alma el soplo sofocante de la fe.“
„El socialismo, contrafigura del capitalismo, supo hacer su crítica, pero no ofreció el remedio, porque prescindió artificialmente de toda estimación del hombre como valor espiritual; así, en Rusia, inhumanamente, no se ha pasado aún del capitalismo de Estado, y es cada día menos probable que se llegue al comunismo.“
„Se dio cuenta de que el coronel Aureliano Buendía no le había perdido el cariño a la familia a causa del endurecimiento de la guerra, como ella creía antes, sino que nunca había querido a nadie, ni siquiera a su esposa Remedios o a las incontables mujeres de una noche que pasaron por su vida, y mucho menos a sus hijos. Vislumbró que no había hecho tantas guerras por idealismo, como todo el mundo creía, ni había renunciado por cansancio a la victoria inminente, como todo el mundo creta, sino que había ganado y perdido por el mismo motivo, por pura y pecaminosa soberbia. Llegó a la conclusión de que aquel hijo por quien ella habría dado la vida, era simplemente un hombre incapacitado para el amor. Una noche, cuando lo tenía en el vientre, lo oyó llorar. Fue un lamento tan definido, que José Arcadio Buendía despertó a su lado y se alegró con la idea de que el niño iba a ser ventrílocuo. Otras personas pronosticaron que sería adivino. Ella, en cambio, se estremeció con la certidumbre de que aquel bramido profundo era un primer indicio de la temible cola de cerdo, y rogó a Dios que le dejara morir la criatura en el vientre. Pero la lucidez de la decrepitud le permitió ver, y así lo repitió muchas veces, que el llanto de los niños en el vientre de la madre no es un anuncio de ventriloquia ni de facultad adivinatoria, sino una señal inequívoca de incapacidad para el amor.“
„Cuando estaba solo, José Arcadio Buendía se consolaba con el sueño de los cuartos infinitos. Soñaba que se levantaba de la cama, abría la puerta y pasaba a otro cuarto igual, con la misma cama de cabezar de hierro forjado, el mismo sillón de mimbre y el mismo cuadrito de la Virgen de los Remedios en la pared del fondo. De ese cuarto pasaba a otro exactamente igual, cuya puerta abría para pasar a otro exactamente igual, y luego a otro exactamente igual hasta el infinito. Le gustaba irse de cuarto en cuarto, como en una galería de espejos paralelos hasta que Prudencio Aguilar le tocaba el hombro. Entonces regresaba de cuarto en cuarto despertando hacia atrás.“
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