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Relacionado con: suspiro
„¡Dios de los pobres!» suspiró el general. «Estamos llegando». Y así era. Pues ahí estaba el mar, y del otro lado del mar estaba el mundo.“
„Ay, hijo —suspiró—. A mí me bastaría con estar seguro de que tú y yo existimos en este momento.“
„«¡Qué lejos estamos!», suspiró.«¿De qué?»«De nosotros mismos»“
„Suspiré. Nos amparaba el anochecer y aquel silencio de abandono que une a los extraños, y me sentí con valor de decir cualquier cosa, aunque fuese por última vez.“
„ustedes estarán de acuerdo en que el problema de la realidad no se enfrenta con suspiros.“
„Mi corazón, en su último suspiro, me ha dicho qué hay otros mundos además de este, en los que no me veré obligada a suplicar la compañía de un hombre que llene estos días y noches vacíos.“
„Se lavó la cara, las manos y los pies. Eso ayudó. Se sentó largo rato en su silla perfecta. Se deleitó contemplando su hoja perfecta. Respiró el aire maravillosamente normal. Ya no notaba la piel tensa. Su corazón se tornó mantecoso y cálido. Foxen volvía a brillar efusivamente, casi radiante. Auri fue a Caraván y se cepilló el pelo hasta que la humedad y los enredos desaparecieron por completo. Inspiró y soltó el aire con un suspiro. Notaba la“
„[…] No puedo creerlo. Me mentiste. ¡A mí!Kote suspiró y subió pesadamente la escalera.—¿Estás enfadado porque te he mentido, o porque no me has pillado mintiéndote? —preguntó.“
„Al final descubrí un delgado volumen, titulado El libro de los secretos, enterrado en lo más profundo de Catálogos Muertos. Era un libro extraño: estaba organizado como un bestiario, pero escrito como un abecedario para niños. Tenía ilustraciones en que aparecían seres de cuentos de hadas como ogros, troles y resinillos. Cada entrada tenía una ilustración acompañada de un poema breve e insípido.La entrada de los Chandrian era la única que no llevaba ilustración, por supuesto. En su lugar solo había una página vacía enmarcada con volutas decorativas. El poema no aportaba absolutamente nada:De un sitio a otro los Chandrian van, pero nunca dejan rastro ni sabes dónde están.Guardan sus secretos con mucho cuidado, pero nunca te arañan ni te pegan un bocado.No montan peleas ni arman jaleos.De hecho con nosotros son bastante buenos.Llegan y se van, te vuelves y se han ido, como un rayo en el cielo, como un suspiro.Pese a lo irritante que resultaba un texto tan superficial, al menos dejaba algo muy claro: para el resto de la gente, los Chandrian no eran más que cuentos de hadas infantiles. Tan irreales como los engendros o los unicornios.Yo sabía otra cosa, por supuesto. Los había visto con mis propios ojos. Había hablado con Ceniza, el de los ojos negros. Había visto a Haliax, envuelto en un manto de sombra.Continué mi infructuosa búsqueda. No me importaba lo que creyera el resto de la gente. Yo sabía la verdad, y no soy de los que se rinden fácilmente.“
„Si fuera más joven, rechazaría tu ofrecimiento-dijo dando un suspiro-. Pero el orgullo es el lujo de los fuertes.-Puso una delgada mano sobre mi brazo y lo utilizó como punto de apoyo para ponerse de pie-. Yo debo optar por ser gentil.- La gentileza es el lujo de los sabios-dije con soltura-. De modo que se puede afirmar que la sabiduría aporta gentileza.“
„Los médicos vencidos se habían retirado y las enfermeras se preparaban para desconectar los tubos y cubrirte con una sábana, cuando una de las pantallas mágicas dio un suspiro y la caprichosa línea verde empezó a ondular señalando tu retorno a la vida. ¡Paula! te llamamos mi madre y yo en una sola voz y las enfermeras repitieron el grito y la sala se llenó con tu nombre.“
„Blanca, en cambio, se había acostumbrado a vivir sola. Terminó por encontrar pazen sus quehaceres de la gran casa, en su taller de cerámica y en sus Nacimientos deanimales inventados, donde lo único que correspondía a las leyes de la biología era laSagrada Familia perdida en una multitud de monstruos. El único hombre de su vida eraPedro Tercero, pues tenía vocación para un solo amor. La fuerza de eseinconmovible sentimiento la salvó de la mediocridad y de la tristeza de su destino.Permanecía fiel aun en los momentos en que él se perdía detrás de algunas ninfas depelo lacio y huesos largos, sin amarlo menos por ello. Al principio creía morir cada vezque se alejaba, pero pronto se dio cuenta de que sus ausencias duraban lo que unsuspiro y que invariablemente regresaba más enamorado y más dulce. Blanca preferíaesos encuentros furtivos con su amante en hoteles de cita, a la rutina de una vida encomún, al cansancio de un matrimonio y a la pesadumbre de envejecer juntoscompartiendo las penurias de fin de mes, el mal olor en la boca al despertar, el tediode los domingos y los achaques de la edad. Era una romántica incurable. Alguna veztuvo la tentación de tomar su maleta de payaso y lo que quedaba de las joyas delcalcetín, e irse con su hija a vivir con él, pero siempre se acobardaba. Tal vez temíaque ese grandioso amor, que había resistido tantas pruebas, no pudiera sobrevivir a lamás terrible de todas: la convivencia. Alba estaba creciendo muy rápido y comprendíaque no le iba a durar mucho el buen pretexto de velar por su hija para postergar lasexigencias de su amante, pero prefería siempre dejar la decisión para más adelante.En realidad, tanto como temía la rutina, la horrorizaba el estilo de vida de PedroTercero, su modesta casita de tablas y calaminas en una población obrera, entrecientos de otras tan pobres como la suya, con piso de tierra apisonada, sin agua y conun solo bombillo colgando del techo. Por ella, él salió de la población y se mudó a undepartamento en el centro, ascendiendo así, sin proponérselo, a una clase media a lacual nunca tuvo aspiración de pertenecer. Pero tampoco eso fue suficiente para Blanca.El departamento le pareció sórdido, oscuro, estrecho y el edificio promiscuo. Decía queno podía permitir que Alba creciera allí, jugando con otros niños en la calle y en lasescaleras, educándose en una escuela pública. Así se le pasó la juventud y entró en lamadurez, resignada a que los únicos momentos de placer eran cuando salíadisimuladamente con su mejor ropa, su perfume y las enaguas de mujerzuela que aPedro Tercero cautivaban y que ella escondía, arrebolada de vergüenza, en lo mássecreto de su ropero, pensando en las explicaciones que tendría que dar si alguien lasdescubría. Esa mujer práctica y terrenal para todos los aspectos de la existencia,sublimó su pasión de infancia, viviéndola trágicamente. La alimentó de fantasías, la idealizó, la defendió con fiereza, la depuró de las verdades prosaicas y pudo convertirlaen un amor de novela.“
„Mis más trágicos recuerdos se levantaron en furioso oleaje. Creía que después de pasar por la experiencia de perderte ya nada podía afectarme demasiado, pero la mínima posibilidad de que algo semejante le ocurriera al hijo que me quedaba, me volteó. Tenía un peso en el pecho, como una roca aplastándome, que me cortaba la respiración. Me sentía vulnerable, en carne viva, a punto de llorar en cualquier instante. En la noche, cuando todos descansaban, oía un rumor entre las paredes, había quejidos atascados en los umbrales, suspiros en los cuartos desocupados. Era mi propio miedo, supongo. El dolor acumulado en ese largo año de tu agonía estaba agazapado en la casa.“
„El amor es un humo que sale del vaho de los suspiros; al disiparse, un fuego que chispea en los ojos de los amantes; al ser sofocado, un mar nutrido por las lágrimas de los amantes; ¿qué más es? Una locura muy sensata, una hiel que ahoga, una dulzura que conserva.“
„El amor es humo, soplo de suspiros: se esfuma, y es fuego en ojos que aman; refrénalo, y crece como un mar de lágrimas. ¿Qué cosa es, si no? Locura juiciosa, amargor que asfixia, dulzor que conforta.“
„Se decia que cada suspiro robaba una gota de sangre del corazon“
„Si bien entiendo que el amor se sujeta al tiempo, veo que, al ponerse a prueba, también modera el tiempo de la chispa y el fuego de su ardor. En la misma llama del amor vive una especie de pabilo o pavesa que acaba por debilitarla. Nada existe que se mantenga constante en el mismo grado de bondad, pues esta, creciendo hasta la plétora, muere en su propio exceso. Lo que quisiéramos hacer, deberíamos hacerlo en el acto de quererlo, porque ese «querer» cambia y sufre tantas menguas y aplazamientos cuantos son los labios, las manos y las circunstancias por que atraviesa, y entonces ese «deber» vuélvase una especie de suspiro disipador, que hace daño al exhalarlo.“
„Le han visto allí muchas mañanas, aumentandocon su llanto el rocío de la mañana,añadiendo a las nubes sus nubes de suspiros.Mas, en cuanto el sol, que todo alegra,comienza a descorrer por el remoto orientelas oscuras cortinas del lecho de Aurora,mi melancólico hijo huye de la luzy se encierra solitario en su aposento,cerrando las ventanas, expulsando toda luzy creándose una noche artificial“
„LISANDROAy de mí, por todo lo que jamás leí,y por todas las historias y relatos que he oído,sé que el cauce del amor sincero nunca fue sereno;pues, o bien sufre de diferencias de rango…HERMIA¡Oh Dios! Demasiada nobleza para cárcel tan plebeya…LISANDROO de disparidad de edades…HERMIA¡Oh rencor! Demasiada vejez para juventud tan tierna…LISANDROO el mérito depende de lo que elijen amigos…HERMIA¡Oh infierno! Elegir el amor con ojos ajenos.LISANDROO si se ha escogido a quien convenga,viene el cerco de la guerra, la muerte o la dolenciapara hacer al amor efímero como un trino,veloz como una sombra, breve como cualquier sueño,raudo como el relámpago en la noche tenebrosaque, en un suspiro, despliega cielo y tierray antes que un hombre pueda decir «¡Mira!»,vuelve y cierra sus fauces renegridas, y los devoratan pronto que lo brillante va a dar en confusión.“
„El amor es humo hecho de vapor de suspiros; si halla consumacion, es fuego chispeante en los ojos enamorados, de lo contrario, trocase en un mar de lagrimas enamoradas“
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