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vísperas
Relacionado con: vísperas
„El secreto para enriquecerse es pagar como si se fuese pródigo y vender como si se estuviese en vísperas de quiebra.“
„Un hombre es digno par todo empleo la víspera del día en que es nombrado.“
„Mañana es víspera del día después, pasado flores en el velorio.“
„Este adiós no maquilla un hasta luego,este nunca no esconde un ojala,estas cenizas no juegan con fuego,este ciego no mira para atrás.Este notario firma lo que escribo,esta letra no la protestaré,ahórrate el acuse de recibo,estas vísperas son las de después.A este ruido tan huérfano de padreno voy a permitirle que taladreun corazón podrido de latir.Este pez ya no muere por tu boca,este loco se va con otra loca,estos ojos no lloran más por ti.“
„La mayoría de los libros actuales tienen el aspecto de haberse escrito en un solo día con libros leídos la víspera.“
„Soñé que nadie muere la víspera.“
„Dícese que, en vísperas de la guerra, estos partidos metieron bajo el tapete la consigna de guerra a la guerra y aplicaron la consigna contraria, la consigna de guerra por la patria imperialista. Dícese que este cambio de consignas causó millones de víctimas entre los obreros. Pero sería un error pensar que alguien tuvo la culpa de ello, que alguien fue infiel o traidor a la clase obrera. ¡Nada de eso! Ocurrió lo que tenía que ocurrir. En primer lugar, porque resulta que la Internacional es un instrumento de paz, y no de guerra; y, en segundo lugar, porque, dado el nivel de las fuerzas productivas en aquel entonces, ninguna otra cosa podía hacerse.“
„Se había acordado de algo que le dijo Trifulcio esa noche, la víspera de su partida a Lima, cuando caminaban a oscuras: estoy en Chincha y siento que no estoy, reconozco todo y no reconozco nada.“
„Si nosotros hablamos de la España eterna, de la España imperial, ellos también dirán que echan de menos la España grande y el Estado corporativo. Estos movimientos se pueden parecer tanto al nuestro como pueda parecerse un plato de fiambre al plato caliente de la víspera.“
„Sé que he perdido tantas cosas que no podría contarlas y que esas perdiciones, ahora, son lo que es mío. Sé que he perdido el amarillo y el negro y pienso en esos imposibles colores como no piensan los que ven. Mi padre ha muerto y está siempre a mi lado. (…) Nuestras son las mujeres que nos dejaron, ya no sujetos a la víspera, que es zozobra, y a las alarmas y terrores de la esperanza. No hay otros paraísos que los paraísos perdidos».“
„Afrontaba con verdadero temor (quizá con verdadero coraje) esas ejecuciones imaginarias; cada simulacro duraba unos pocos segundos; cerrado el círculo, Jaromir interminablemente volvía a las trémulas vísperas de su muerte. Luego reflexionó que la realidad no suele coincidir con las previsiones; con lógica perversa infirió que prever un detalle circunstancial es impedir que éste suceda. Fiel a esa débil magia, inventaba, para que no sucedieran, rasgos atroces; naturalmente, acabó por temer que esos rasgos fueran proféticos.“
„En otro de mis libros-no recuerdo cuál- se ve pasar por el Caribe el buque fantasma de Víctor hurgues, protagonista magistral de EL siglo de las luces, de Alejo Carpentier. En cambio, me quedé con el deseo de dejar también el recuerdo de mi muy admirado y querido Juan Rulfo, porque en varias ocasiones en que le consulté las posibilidades me respondió con su manera encantadora de dejarlo a uno en el aire. Sin embargo, ya en vísperas de su muerte, hablando de otras cosas, me soltó de medio lado una frase casual que entendí como una respuesta que nunca me dio: «No hay un lugar más peligroso para seguir viviendo que las páginas de un libro ajeno».“
„No le dijo a nadie que se iba, no se despidió de nadie, con el hermetismo férreo con que sólo le reveló a la madre el secreto de su pasión reprimida, pero a la víspera del viaje cometió a conciencia una locura última del corazón que bien pudo costarle la vida. Se puso a la medianoche su traje de domingo, y tocó a solas bajo el balcón de Fermina Daza el valse de amor que había compuesto para ella, que sólo ellos dos conocían y que fue durante tres años el emblema de su complicidad contrariada. Lo tocó murmurando la letra, con el violín bañado en lágrimas, y con una inspiración tan intensa que a los primeros compases empezaron a ladrar los perros de la calle, y luego los de la ciudad, pero después se fueron callando poco a poco por el hechizo de la música, y el valse terminó con un silencio sobrenatural. El balcón no se abrió, ni nadie se asomó a la calle, ni siquiera el sereno que casi siempre acudía con su candil tratando de medrar con las migajas de las serenatas. El acto fue un conjuro de alivio para Florentino Ariza, pues cuando guardó el violín en el estuche y se alejó por las calles muertas sin mirar hacia atrás, no sentía ya que se iba la mañana siguiente, sino que se había ido desde hacía muchos años con la disposición irrevocable de no volver jamás..“