Página de inicio » Quote » Terry Pratchett » „El señor Tulipán levantó una mano temblorosa.“ „El señor Tulipán levantó una mano temblorosa.“ — Terry Pratchett Tags:manoseñorseñora Citas relacionadas „Perdonen, señores, que no me levante.“ — Groucho Marx „¿SEÑOR TULIPÁN?, repitió la Muerte. El viento le agitaba la túnica, de manera que dejaba atrás una larga estela de oscuridad.“ — Terry Pratchett „Yo, señor, en realidad no sé quién soy en este momento, aunque esta mañana lo sabía muy bien cuando me levanté, ¡pero he cambiado tantas veces desde entonces!“ — Lewis Carroll „La señora Magloire le llamaba siempre Vuestra Grandeza, un día se levantó de su sillón y fue a la biblioteca a buscar un libro. Estaba éste en una de las tablas más altas del estante, y como el obispo era de corta estatura, no pudo alcanzarlo. Señora Magloire, dijo, traedme una silla, porque mi Grandeza no lo alcanza a esa tabla.“ — Victor Hugo „Saukerl, musitó Liesel riendo y, cuando levantó la mano, supo sin lugar adudas que él a su vez la estaba llamando Saumensch. A los once años, creo quees lo más parecido al amor que podían experimentar.“ — Markus Zusak „Ay señor, señor, llévame pronto…“ — José Mota „¿Pues que Señor hay fuera del Señor? ¿O que Dios fuera de vuestro Dios?“ — Agustín de Hipona „Mucho, señora, daríaPor tender sobre tu espaldaTu cabellera bravía,Tu cabellera de gualda:Despacio la tendería,Callado la besaría.Por sobre la oreja finaBaja lujoso el cabello,Lo mismo que una cortinaQue se levanta hacia el cuello.La oreja es obra divinaDe porcelana de China.Mucho, señora, te dieraPor desenredar el nudoDe tu roja cabelleraSobre tu cuello desnudo:Muy despacio la esparciera,Hilo por hilo la abriera“ — José Martí „No sentía nada, excepto un gran deseo de permanecer inmóvil. No tenía fuerzas para sentir ni para sufrir. Había quemado todo cuanto era posible quemar en su interior, había gastado demasiadas energías, iniciado demasiadas cosas, y ahora se preguntaba si alguien le prestaría la chispa que necesitaba. En este instante, en que se creía incapaz de volver a levantarse, se preguntó quién lo había encendido y mantenido en funcionamiento. Luego levantó la cabeza. Lentamente, realizando el mayor esfuerzo de su vida, obligó a su cuerpo a ponerse de pie, con sólo una mano apoyada en el escritorio y un brazo tembloroso sirviéndole de sostén. Nunca volvió a formularse semejantes preguntas.“ — Ayn Rand