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Relacionado con: pecho
„No te amo como si fueras rosa de sal, topacioo flecha de claveles que propagan el fuego:te amo como se aman ciertas cosas oscuras,secretamente, entre la sombra y el alma.Te amo como la planta que no florece y llevadentro de sí, escondida, la luz de aquellas flores,y gracias a tu amor vive oscuro en mi cuerpoel apretado aroma que ascendió de la tierra.Te amo sin saber cómo, ni cuándo, ni de dónde,te amo directamente sin problemas ni orgullo:así te amo porque no sé amar de otra manera,sino así de este modo en que no soy ni eres,tan cerca que tu mano sobre mi pecha es mía,tan cerca que cierran tus ojos con mi sueño.“
„Hace mucho tiempo, el hombre oía extrañado el sonido de un golpeteo dentro de su pecho y no tenía idea de su origen. El cuerpo era una jaula y dentro de ella había algo que miraba, escuchaba, temía, pensaba y se extrañaba; ese algo, ese resto que quedaba al sustraerle el cuerpo, ese algo era el alma. La cara no es más que una especie de tablero de instrumentos en el que desembocan todos los mecanismos del cuerpo.“
„Preguntarse lo que es el amor no tiene sentido, querida hermana —dijo Laura—. El amor lo has vivido o no lo has vivido. El amor es lo que es y no hay más que decir sobre él. Son las alas que me laten en el pecho y que me llevan a hacer cosas que a ti te parecen insensatas. Y eso es precisamente lo que nunca te ha pasado“
„Ahí en el pecho, cerca de la garganta, ahí debe esta el alma.“
„… los jóvenes emigran pero a veces les vieneun dolor en el pecho que se llama nostalgiacuando reciben cartas de aquel barrio lejanotienen listo un secante para chupar las lágrimasalgunos resolvieron quedarse pese a todootros dijeron basta para siemprehay jóvenes que emigran / dicen chaulos que se quedan tiemblan en silencio.“
„He llegado a pensar que después de todo, la conciencia es simultáneamente nuestro cielo y nuestro infierno. El famoso Juicio Final, lo llevamos aquí, en el pecho. Todas las noches, sin ser conscientes de ello, enfrentamos un Juicio Final. Y es de acuerdo a su dictamen que podemos dormir tranquilos o revolcarnos en pesadillas. Somos juez y parte, fiscal y defensor, que mas remedio. Si nosotros mismos no sabemos condenarnos o absolvernos ¿Quién será capaz de hacerlo?…“
„Dijo: “Te quiero”. Entonces me di cuenta de que era la primera vez que me lo decía, más aún; que era la primera vez que lo decía a alguien. Isabel me lo hubiera repetido veinte veces por noche. Para Isabel, repetirlo era como otro beso, era un simple resorte del juego amoroso. Avellaneda, en cambio, lo había dicho una vez, la necesaria. Quizá ya no precise decirlo más, porque no es juego: es una esencia. Entonces sentí una tremenda opresión en el pecho, una opresión en la que no parecía estar afectado ningún órgano físico, pero que era casi asfixiante, insoportable. Ahí, en el pecho, cerca de la garganta, ahí debe estar el alma, hecha un ovillo. “Hasta ahora no te lo había dicho”, murmuró, “no porque no te quisiera, sino porque ignoraba por qué te quería. Ahora lo sé”. Pude respirar, me pareció que la bocanada de aire llegaba desde mi estómago. Siempre puedo respirar cuando alguien explica las cosas.“
„Entonces sentí una tremenda opresión en el pecho, una opresión en la que no parecía estar afectado ningún órgano físico, pero que era algo asfixiante, insoportable. Ahí, en el pecho, cerca de la garganta, ahí debe estar el alma, hecha un ovillo.“
„«¡No me asuste, general!»«No se asuste usted», dijo el general en un tono tranquilo. «Váyase para México, aunque lo maten o aunque se muera. Y váyase ahora que todavía es joven, porque un día será demasiado tarde, y entonces no se sentirá ni de aquí ni de allá. Se sentirá forastero en todas partes, y eso es peor que estar muerto». Lo miró directo a los ojos, se puso la mano abierta en el pecho, y concluyó:«Dígamelo a mí».“
„Tan pronto como me tendí en la cama tomé conciencia del silencio pavoroso de la queda. No puedo imaginarme otro silencio igual en el mundo. Un silencio que me oprimía el pecho, y seguía oprimiendo más y más, y no terminaba nunca. No había un solo ruido en la vasta ciudad apagada. […] Me levanté agitado y me asomé por la ventana, tratando de respirar el aire libre de la calle, tratando de ver la ciudad desierta pero real, y nunca la había visto tan solitaria y triste desde que llegué por la primera vez en los días inciertos de mi adolescencia.“
„El coronel Aureliano Buendía promovió treinta y dos levantamientos armados y los perdiótodos. Tuvo diecisiete hijos varones de diecisiete mujeres distintas, que fueron exterminados unotras otro en una sola noche, antes de que el mayor cumpliera treinta y cinco años. Escapó acatorce atentados, a setenta y tres emboscadas y a un pelotón de fusilamiento. Sobrevivió a unacarga de estricnina en el café que habría bastado para matar un caballo. Rechazó la Orden delMérito que le otorgó el presidente de la república. Llegó a ser comandante general de las fuerzasrevolucionarias, con jurisdicción y mando de una frontera a la otra, y el hombre más temido porel gobierno, pero nunca permitió que le tomaran una fotografía. Declinó la pensión vitalicia que leofrecieron después de la guerra y vivió hasta la vejez de los pescaditos de oro que fabricaba ensu taller de Macondo. Aunque peleó siempre al frente de sus hombres, la única herida que recibióse la produjo él mismo después de firmar la capitulación de Neerlandia que puso término a casiveinte años de guerras civiles. Se disparó un tiro de pistola en el pecho y el proyectil le salió porla espalda sin lastimar ningún centro vital. Lo único que quedó de todo eso fue una calle con sunombre en Macondo.“
„Se sentía tan bien, tan próximo al acompañamiento perfecto, que no pensó en otro refugio la tarde en que Amaranta Úrsula le desmigajó las ilusiones. Fue dispuesto a desahogarse con palabras, a que alguien le zafara los nudos que le oprimían el pecho, pero sólo consiguió soltarse en un llanto fluido y cálido y reparador, en el regazo de Pilar Ternera. Ella lo dejó terminar, rascándole la cabeza con la yema de los dedos, y sin que él le hubiera revelado que estaba llorando de amor ella reconoció de inmediato el llanto más antiguo de la historia del hombre.“
„Recuerdo que aquel alba de junio me desperté gritando. El corazón me batía en el pecho como si el alma quisiera abrirse camino y echar a correr escaleras abajo. Mi padre acudió azorado a mi habitación y me sostuvo en sus brazos, intentando calmarme.—No puedo acordarme de su cara. No puedo acordarme de la cara de mamá —murmuré sin aliento.Mi padre me abrazó con fuerza.—No te preocupes, Daniel. Yo me acordaré por los dos.“
„A ese hombre le arde en el pecho el fuego sagrado del amor a la libertad.“
„Me siento morir en ti, atravesado de espaciosque crecen, que me comen igual que mariposashambrientas.Cierro los ojos y estoy tendido en tu memoria,apenas vivo,con los abiertos labios donde remonta el río delolvido.Y tú, con delicadas pinzas de paciencia mearrancaslos dientes, las pestañas, me desnudasel trébol de la voz, la sombra del deseo,vas abriendo en mi nombre ventanas al espacioy agujeros azules en mi pechopor donde los veranos huyen lamentándose.Transparente, aguzado, entretejido de airefloto en la duermevela, y todavíadigo tu nombre y despierto acongojado.Pero te esfuerzas y me olvidas,yo soy apenas la burbujaque te refleja, que destruiráscon sólo un parpadeo.“
„Y debo decir que confío plenamente en la casualidad de haberte conocido. Que nunca intentaré olvidarte, y que si lo hiciera, no lo conseguiría. Que me encanta mirarte y que te hago mío con solo verte de lejos. Que adoro tus lunares y tu pecho me parece el paraíso. Que no fuiste el amor de mi vida, ni de mis días, ni de mi momento. Pero que te quise, y que te quiero, aunque estemos destinados a no ser.“
„Oh mi amor, te extraño, me dolés en la piel, en la garganta, cada vez que respiro es como si el vacío me entrara en el pecho donde ya no estás“
„Tu cuerpo está a mi ladoFácil, dulce, callado.Tu cabeza en mi pecho se arrepienteCon los ojos cerradosY yo te miro y fumoY acaricio tu pelo, enamorado.Esta mortal ternura con que calloTe está abrazando a ti mientras yo tengoInmóviles mis brazos.Miro mi cuerpo, el musloEn que descansa tu cansancio,Tu blando seno oculto y apretadoY el bajo y suave respirar de tu vientreSin mis labios.Te digo a media vozCosas que invento a cada ratoY me pongo de veras triste y soloY te beso como si fueras tu retrato.Tú, sin hablar, me mirasY te aprietas a mí y haces tu llantoSin lágrimas, sin ojos, sin espanto.Y yo vuelvo a fumar, mientras las cosasSe ponen a escuchar lo que no hablamos.“
„Pasaron por delante de la casa de las Delgado. Rolando levantó la vista y vio a Susan sentada junto a su ventana, una clara visión en medio de la grisácea luz de aquella mañana otoñal. El corazón le dio un vuelco en el pecho y, aunque entonces aún no lo sabía, así la recordaría siempre, la encantadora Susan, la chica de la ventana. Así pasamos por delante de los fantasmas que más adelante nos persiguen en la vida; los vemos, si es que llegamos a verlos por el rabillo del ojo, sentados sin el menor dramatismo al borde del camino como pobres pordioseros. Raras veces se nos pasa por la cabeza la idea de que nos hayan estado esperando allí. Pero ellos esperan y, cuando ya hemos pasado, recogen sus fardos de recuerdos y siguen nuestros pasos, acortando poco a poco la distancia que los separa de nosotros.“
„Ahora que tengo la atención de las chicas, quiero decirles algo. Algún día irán a un concierto y verán a una estrella de rock. El lucirá como yo, o como el, o como nosotros, o como cualquiera, y el te dirá que si le muestras los pechos te llevara detrás de bastidores. Y quiero que ustedes… escupan en la cara de ese hijo de puta… porque ustedes son mejores que eso!“
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